Víctor Jara: El Derecho de Vivir en Paz

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Descripción de la película:
Este documental realizado por la periodista Carmen Luz Parot recorre toda la trayectoria del emblemático cantautor nacional, y pone énfasis en sus últimos días. Esta realización -emitida en su momento por el desaparecido Canal 2- cuenta con extensas entrevistas a personajes que conocieron a Jara y realiza un acertado paralelo entre su vida y la de los movimientos culturales y de masas que dieron forma a nuestro país durante las décadas de los 60 y 70.




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AKI Repúblika 550 Okupa en Santiago de Chile

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CONTRIBUCION A LA LUCHA CONTRA LA CARCEL

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Constantino Cavalleri

INTRODUCCION

Hemos decidido editar, como el comienzo de una serie de ediciones destinadas a actualizar un debate serio y alejado de las polémicas, rumores, "malos rollos", etc. alrededor siempre de las luchas antirepresivas.

El texto del compañero Constantino creemos que, leído con el esmero que es preciso, aporta claridad al "agujero negro" en el que ha caído la estrategia de lucha contra las prisiones desde que fue lanzada en Octubre del año 1999.

Un "agujero negro" que es sinónimo de dejadez a la hora de incidir en ciertos aspectos de las luchas, mas allá de la también necesaria acción destructiva: la SOLIDARIDAD entendida como un recíproco compromiso de seriedad y constancia para con l@s compañer@s que están amenazad@s o en las garras de la represión; o, por ejemplo, la toma de los medios por los cuales la acción destructiva pase a tener una eficacia, una contundencia, que haga que la presión en pro de alcanzar los objetivos marcados suba muchos puntos de intensidad.

Hoy, echando la vista hacia atrás, hemos reflexionado mucho sobre nuestras propias carencias, límites y aciertos, que también han sido realidad.

Hemos constatado la inutilidad de ciertos planteamientos basados en la "espontaneidad" y en la aparente esquizofrénica carrera en pro de la legitimidad del discurso mas genuinamente subversivo; hemos sufrido, y no es exagerada la expresión, la carencia de un proyecto a medio plazo, proyecto este que nos hubiera hecho sobrepasar los límites de la supervivencia frente a la "vorágine" represiva, esto es, el diario combate para evitar ser cazad@s como alimañas por las "fuerzas del orden". Y como no, y entre los aciertos, el habernos encontrado a nosotr@s mism@s como firme realidad en profunda subversión con esta mierda de existente, y el "gozo" de "vivir" la "vida" como nos dicta nuestro corazón y no como dictan los imperativos del Estado-Capital Europeo y multinacional.

Este ha sido el inicio de un periodo de reflexión y acción encaminado a, entre otras cosas, no volver a caer en la estupidez infantil del pasado, en lo que a las relaciones entre l@s compañer@s se refiere, y en este sentido, instigamos a ciert@s "compañer@s" (por escribirlo de alguna manera) a que abandonen la estrategia de "acoso y derribo" contra otr@s compañer@s que, además, están sufriendo en primera persona las realidades mas duras en torno a la represión del Estado.

Cipriano Mera, en su momento, y como tantos otros, por el único motivo de discrepar de la Santa Iglesia de la Acracia, también fue excomulgado y enviado al ergástolo...hoy la historia se repite, tanto da que sea en el sector radical de la Santa Inquisición, como en su sector moderado: las prácticas estalinistas del rumor, la calumnia, y las acusaciones falsas, perviven...que la historia no se repita una y otra vez.

En las próximas ediciones, ya en avanzado estado de preparación, profundizaremos mediante escritos propios y traducciones diversas en la crítica y en la acción que estamos desarrollando contra el Poder y la Autoridad en todas sus formas.

Hasta que la represión nos cace.

AGOSTO DEL 2001
GRUPO "GRANADOS Y DELGADO"

CONTRIBUCION A LA LUCHA CONTRA LA CARCEL

Este escrito ha sido elaborado después de la circulación en el seno del movimiento, del documento "CONTRIBUCION AL DEBATE I.A.I. Y ALGUNAS ACLARACIONES PARA LXS COMPAÑERXS", con la intención de seguir con el debate abierto por aquel documento y revitalizar la lucha que se está llevando a cabo y abrir posibilidades concretas de su extensión a fin de reforzarla.

Antepongo también que nuestra contribución será socializada en el primer encuentro de la Internacional Antiautoritaria Insurreccionalista (IAI) para evaluar la posibilidad concreta de un interés común entre las realidades que participarán, respecto a una intervención sintonizada entre grupos e individualidades por extender la lucha y radicalizarla.
Es mejor que lxs compañerxs sepan que las consideraciones y propuestas adelantadas, no son fruto de elaboraciones abstractas o de descripciones lógicas de recorridos imaginados en el cerebro de alguien; en realidad detrás de ellas hay una experiencia de muchos años, de participación activa en el seno de del "Comité de solidaridad con el proletariado preso sardo deportado" entidad que fue de las primeras que puso a la luz de manera sistemática los montajes político-judiciales que luego desembocarían en detenciones y sucesivos juicios requeridos por los PM (Ministerios Públicos) Marini y Ionta.

LA LUCHA CONTRA EL F.I.E.S.

Desde la perspectiva de las pasadas luchas de los FIES y por una mayor incisividad, son necesarias algunas consideraciones que ilustren y fundamenten la lucha en el nivel actual donde se encuentra el movimiento en su complejidad (hay que tener en cuenta por su claridad las críticas y valoraciones expresadas por dos compañeros presos, en cartas que han circulado en el movimiento y que yo he tenido la ocasión de leer).

Doy por supuesto que los compañeros conocen el desarrollo de la lucha que surgió el pasado año en las cárceles del Estado español, llevadas adelante dentro y fuera de las prisiones y que se ha correspondido en el plano internacional y ha logrado al menos sensibilizar a la opinión pública sobre la cárcel especial y los momentos inhumanos y torquemadescos que la caracterizan.

A pesar de esto, nos hemos dado cuenta, porqué esconderlo, que la lucha presenta límites propios y que además manifiesta algunas no-coincidencias entre la voluntad de lxs presxs decididxs a ir adelante hasta la huelga de hambre indefinida, y el movimiento externo a las cárceles, que parece haber afectado a la fuerza creativa y la energía necesaria para poder unir aquella relación de fuerzas que obligue al estado en los objetivos que se proponen. Si mis actuales conocimientos y consideraciones reflejan en realidad por lo menos alguno de los elementos que caracterizan la lucha y la condición del movimiento en este instante, lejos de cada tipo de veleidad, creo que hay suficientes razones y perspectivas concretas para ir adelante más fuertes y preparados que antes. A condición, obviamente, de que todos los compañeros realmente interesados en la lucha concreticen voluntad y seriedad, que creo absolutamente indispensables.

También es necesario, respecto a esta contribución, añadir otros aspectos. A menudo se dan por supuestos, pero no lo son, ya que dan lugar a equivocaciones, incomprensiones, interpretaciones falsas y quién sabe qué otra cosa. Por esto es importante ser precisos al menos en este contexto para aclarar lo expuesto y las propuestas que nacen. Pido por lo tanto, un poco de paciencia y de atención a los compañeros, disculpándome por repeticiones, precisiones, explicaciones largas y cosas que pueden parecer superfluas. La intención no es de aburrir, sino de evitar incomprensiones y frivolidades, además de animar a profundizar en el análisis.

LA SOLIDARIDAD

La solidaridad en el ámbito revolucionario es el momento en que, además de las diferencias existentes, las entidades revolucionarias -individuales y colectivas- se manifiestan y se refuerzan entre ellas reconociendo recíprocamente la validez de cada una.

Tal manifestación de solidaridad puede ser expresada de mil maneras: desde la contribución económica para financiar las actividades llevadas adelante, a la correspondencia con quienes son golpeados por la represión, desde los actos esporádicos de sabotaje, a la intervención en las plazas públicas. Y las mil maneras de hacer sentir la solidaridad con la lucha de los presos que se han llevado a cabo, algunas con éxito, a pesar de las carencias y de los límites que han surgido. Sin embargo, la manifestación de solidaridad más efectiva es la de hacer propia la lucha en su complejidad, extendiéndola en lo social y en los territorios, a fin de agrandar los frentes de la lucha misma, dentro y fuera de las cárceles, sin por ello, impedir o forzar a quienes creen que deben actuar según sus métodos y sensibilidad.

LA LUCHA COMO ATAQUE

Por lo que a mi refiere, entiendo la lucha en todos sus aspectos como ataque al dominio.

En el caso de la lucha contra las cárceles, la entiendo como ataque al poder del Estado-Capital para imponerle la abolición del régimen de encarcelación especial (aislamiento), el fin de la dispersión de los presos, la excarcelacion de los presos con enfermedades incurables.

El contenido de la lucha específica contra la cárcel, obviamente no impide el objetivo que nos empuja a la lucha: la destrucción de las prisiones. Pero esta perspectiva que anima a todos los anarquistas y antiautoritarias, no es la perspectiva en la que creen todos los presos, ni todos sus familiares, ni todos los que por una motivación cualquiera puedan simpatizar y participar en esta lucha.

Por lo tanto, con todo esto es posible viajar juntos, si como mínimo, hay algunos elementos de la lucha misma, que metodologicamente la caracterizan como espacio de nuestro interés, y sobre lo cual estamos dispuestxs a dar nuestras energías. Uno de estos elementos es precisamente entender la lucha como ataque. El concepto de ataque como, creo, estará claro para todos, no expresa exclusivamente aquella práctica que en el inmediato produce destrucción o daños materiales visibles, acciones "espectaculares" aunque éstas sean esporádicas.

Por ataque entiendo cualquier manifestación concreta de rechazo a compromisos y mediaciones con el poder que se combate.

Dentro de una óptica de lucha esto es muy importante, porque pone en evidencia que una actuación en perspectiva conecta toda una serie de prácticas, de acciones, de manifestaciones en que la lógica del ataque es evidente en el conjunto de la intervención; también si sus aspectos particulares podrían a menudo no resultar en lo inmediato como ataque.

UNA LUCHA ESPECIFICA

La lucha contra el FIES es una lucha que quiere alcanzar objetivos específicos, parciales. Aunque nuestra perspectiva es y será la destrucción de las prisiones junto a la sociedad que la engendra. De este modo logra catalizar interés y participación de grupos más o menos amplios de presxs y de población , porque concuerdan con los objetivos que se proponen.

También este elemento es muy importante y hay que tenerlo siempre en cuenta a fin de evitar -en lo posible- más rupturas de quienes estamos en la lucha, por motivos ideológicos.

RUPTURAS, DIFERENCIAS, DISGREGACION

Uno de los aparentes puntos de debilidad del movimiento anarquista y antiautoritario en general, que se manifiesta también en la lucha específica contra el FIES, es debido a la disgregación existente entre diferentes realidades -ya sean individuales o colectivas-, desde las rupturas en el plano de las relaciones personales, hasta las diferencias de sensibilidad y las diferentes maneras de lucha.

Creo que estas diferencias, cuando no sean una competición, para establecer, en una dañina e inútil graduación, quién es más anarquista, no solamente son superables, sinó que son extremadamente positivas.

Para no caer en una simple petición de principio, la positividad de la diferencia tiene que manifestarse como riqueza real del movimiento: y la única manera que puedo concebir, es la de crear una metodología de relación que en la lucha y por la lucha produzca ataque concéntrico y sintonizado de todas las fuerza en juego. No afirmo ni la necesidad de "recomponer" rupturas pasadas, ni la necesidad de colaborar codo a codo entre quienes no existe afinidad. Esta lógica pacificadora de "abracémonos todos" no me interesa para nada. Sí afirmo que es posible, en medio de rupturas, fracturas y diferencias -obviamente dentro de la práctica del ataque entendida como la he explicado antes; es decir en el desorden de la lucha- dar cuerpo a un ataque conjunto que represente un frente unitario que rodee al Capital-Estado por todas partes provocando la energía y la potencia necesaria, por lo menos, para imponer los objetivos prefijados de las luchas que se están llevando a cabo.

Obviamente, todo esto depende en gran medida de la seriedad de todos nosotros, a parte claro, del método.

LA EXTENSION DE LA LUCHA

Si el punto de partida de la lucha son objetivos específicos (fin del FIES, de la dispersión de los presos, excarcelación de los presos con enfermedades incurables) no es cierto que el enemigo al que se golpea se encarne en las estructuras-instituciones específicas aplicadas a las prisiones. Las instituciones carcelarias son sólo una parte, un aspecto de la manifestación real del Estado-capital, cuya constitución depende de la interrelación entre cada una de sus partes: desde las instituciones político-militares-judiciales, a las del control y manipulación de las informaciones; los centros productivos y distributivos de la mercancía así como las sedes del capital financiero.

Esta complejidad de interrelaciones y estructuras es el enemigo real, por tanto nuestra lucha no puede limitarse a golpear un sector, un aspecto, un momento particular.

Del mismo modo, los tres objetivos que nos hemos puesto en la lucha contra el FIES, son objetivos válidos en otras situaciones diferentes que superan las fronteras del Estado español. En Francia, por ejemplo, en Cerdeña, en Alemania, en Italia, etc...aquellos mismos objetivos podrían catalizar e interesar además de a los presos, a partes de la población sensibles al problema. La lucha por lo tanto no puede referirse sólo a los presos y al movimiento existente en el territorio español; además de que el estado español no es más responsable que otros estados y que el capital con quien se interrelaciona y de quien representan tan sólo aspectos específicos cuyo deber es controlar un territorio determinado para que la explotación y la ganancia puedan actuar con la garantía necesaria para la estabilidad social.

Si a esto añadimos el hecho -espero aceptado por todos- que la solidaridad más productiva respecto a los presos y a la lucha que se está llevando a cabo, es la de hacer propia la lucha, extendiendo la misma donde vivimos, se puede concluir que la extensión de la lucha, sea en el plano territorial o en la individualización del enemigo, es un momento imprescindible que nos implica a todos directamente.

Se trata solamente de dar a la lucha (o por lo menos intentar) continuidad y sintonización para que sea más incisiva.

LUCHA Y REPRESION

La represión no es un momento concreto, sinó que comparte la existencia del poder en cada uno de sus momentos. Represión que se manifiesta de mil maneras, con mil caras y que en nuestro momento actual no excluye ninguno de los aspectos de la existencia. Represión que puede actuar casi sin perturbar, porque el Estado-capital se perpetúa en una situación social de consentimiento generalizado. El régimen democrático presente, esencialmente creado y sostenido, directamente o indirectamente, por el consentimiento generalizado o por la ausencia de movimientos de masa claramente disidentes y radicales, no admite situaciones de choque generalizado porque esto significaría reconocer la inexistencia real de los cimientos sobre los cuales se sostiene y reproduce.
Desde aquí, la particular atención reservada hacia aquellos movimientos que, saliendo del propio control y de las vías esterilizantes de la protesta ordenada y manipulada de los organismos "correctos", se arriesga a representar en el contexto social los referentes sobre quienes se podrían catalizar atenciones y movimientos más o menos amplios de parte de población excluida de los modelos vigentes de existencia. Y de aquí el intento de criminalización de compañeros, grupos revolucionarios y rebeldes sociales, a fin de hacerles pararrayos virtuales y negar la existencia de manifestaciones de disentimiento por parte de estratos sociales.

Si la criminalización de compañeros y rebeldes tiene esta función y sucede de esta manera, es evidente que la lucha que llevamos adelante no se puede desligar del contexto social, de esos estratos de población reclusa o no, que participando de esta lucha crean preocupación al poder en tanto que abren perspectivas reales insurreccionales radicadas en las necesidades de las clases excluidas. Esto significa que la lucha no es tan solo NUESTRA, sino que es una lucha de todos las que participen en ella, de quienes la hacen propia.

Cuanto más tiende a extenderse la lucha en lo social, tanto más dura será la represión y las tentativas de represión, además de las manipulaciones directas para hacer añicos y separar la aportación de los componentes radicales de los estratos de población que la llevan adelante.Sería un grave error ayudar al Estado-capital, en su fundamental acción de defensa, no preocupándonos de actuar y dar estímulos concretos y metodológicos para que la lucha pudiera progresar en los términos debidos del ataque también sin nuestra presencia, y no obstante las operaciones represivas que de vez en cuando nos golpean. Es indispensable explicitar los juegos y las finalidades del poder y poner en evidencia cómo el objetivo del Estado-capital no es la detención en si de los revolucionarios y rebeldes sociales, sino el de poner fin o erradicar la lucha misma.

La detención de la compañera y del compañero de Madrid, además de la orden de detención del otro compañero, las excarcelaciones y la posterior detención de uno de ellos, con todo lo que ha implicado en términos de manipulación mediática, tiene su raíz exactamente en esta estrategia propia del poder constituido. No es casualidad que el contenido de los mensajes mediáticos se concentre exclusivamente sobre la transposición de la lucha desde sus términos reales hasta aquellos criminalizantes y por esto, en el fondo tiene como objetivo separar la manera de actuar de los compañeros y rebeldes sociales de aquellos estratos populares que se han solidarizado y han participado personalmente en la lucha.

Una parte por lo menos de nuestra futura actividad tiene que ser la de mantener y extender en lo social, en la calle, en las manifestaciones de cada lugar, en las asambleas públicas y en nuestros instrumentos editoriales, aquellas aportaciones y connivencias con los estratos sociales interesados y que participan en la lucha y que contribuyen de este modo a poner en peligro la estabilidad del sistema.

La extensión de la lucha entendida así, nos da una perspectiva bien diferente de la actual. Para estimular la lucha no son ya tan solo los compañeros y rebeldes sociales del suelo ibérico, sinó también todos nosotros, cada uno en su tierra. Y hacer frente a los problemas relativos y emergentes de la lucha -el estancamiento que se manifiesta, los límites que ya conocemos...-, ya no es tan solo cosa exclusiva del movimiento ibérico, de comportarnos como simples "observadores".

Es desde esta perspectiva, en la que nos vemos todos directamente implicados, que aparece otro elemento importante: o sea que de la extensión de la lucha resultarán reforzadas las situaciones específicas, también las organizativamente más débiles (porque sean numericamente inconsistentes o porque atraviesen condiciones de particular carencia organizativa, o de cansancio, etc...)

Desde la extensión a diferentes realidades territoriales y diferentes movimientos, la lucha puede lograr una continuidad en el tiempo y proyectarse en la práctica como indefinida.

LA CUESTION ORGANIZATIVA

Si la perspectiva de la extensión de la lucha resuelve algunas problemáticas y responsabiliza en primera persona todas las situaciones del movimiento, por otro lado abre la cuestión organizativa.

Es evidente que la cuestión se plantea tan solo para aquellos que ven en la organización un instrumento, un medio válido para reforzar la lucha. En este sentido el problema es exclusivamente de método, en cuanto concierne al modo de relacionarse entre compañeros y cosas necesarias para la lucha, salvaguardando y si es posible, enriqueciendo la autonomía de todos y dotándoles de medios para ampliar su posibilidad de acción.

Se trata entonces de poner en pie posibilidades organizativas, donde todos las que participan en la lucha tengan ocasión de intercambiar experiencias, de socializar proyectos y perspectivas, de conocer situaciones y entablar relaciones que después cada uno continuará por su cuenta.

La informalidad que muchos de nosotros ya practicamos a ''pequeña escala" y que la propuesta de la IAI estimula a practicar a gran escala, cuya posibilidad es subrayada en la "Contribución al debate IAI y algunas aclaraciones para los compañeros" se presenta en lo global aunque hace especial referencia a la lucha contra el FIES. De hecho, la continuidad de la lucha, sea en un plano territorial o sea en un plano temporal, engendra continuidad de relaciones, de informaciones, de intercambio de experiencias entre todas las realidades participantes en la lucha. Esta continuidad está parcialmente obtenida con el contacto directo entre situaciones de movimientos: aquellos que ya tienen relaciones y conocimientos y que ya han madurado un cierto grado de afinidad o confianza. ¿Y las otras realidades?¿ aquellos nuevos que se acercan a la lucha, aquellas que también, conociendo las respectivas existencias no tienen relaciones por mil motivos, aquellas que por dificultades financieras no pueden contactar con las demás en la inmediatez de las necesidades impuestas de la lucha?

No podemos olvidar que las cartas de dos compañeros presos FIES hechas circular en el seno del movimiento, hacen referencia exactamente a las carencias que se han manifestado en la lucha, en buena parte por motivaciones organizativas y metodológicas: no debemos creer que las problemáticas relativas al "mal rollo" entre individualidades y grupos, a fracturas entre diferentes realidades, se resuelvan por si mismas y sin influencias nefastas para la lucha. Por esto tenemos que encontrar soluciones posibles ahora mismo.

Yo creo que es positivo intentar superar el "impasse" organizativo en la informalidad misma de las relaciones, y la única manera que puedo concebir es la de dar vida a encuentros periódicos del todo informales respecto a su desarrollo, en los cuales la asamblea de los participantes no sea deliberativa para nada, sino que sea exclusivamente un momento de socialización de las experiencias, de informaciones, de proyectualidades, de tensiones, de intercambio de maneras de ver, de debate, de conocimiento de la lucha específica.

Estas ocasiones de encuentros generales, podrán ser a su vez, lugares aptos para extender conocimiento, relaciones, afinidades, además de ser lugares de posibles intercambios de medios, instrumentos, metodologías, capacidades y también de naturaleza económica y financiera.

Otro aspecto importante, es que estos momentos de encuentros generales, excluyen funciones intermediarias, o sea, aquellas tareas a menudo atribuidas a grupos y compañeros que tienen contactos directos con aquellas realidades con quienes no queremos relacionarnos.

Las socializaciones que se crean en el ámbito de la asamblea general de estos encuentros, hacen referencia a todos los presentes, y cada uno al final hará sus elecciones más apropiadas.

No se trata de solucionar las rupturas que se han dado sinó de reducir sus consecuencias negativas.

LA CUESTION REPRESIVA

Se ha evidenciado, desde muchas partes, que estos encuentros generalizados, también con el evidente beneficio que crean, en general y para las luchas específicas, sirven de "monitoraje" en ocasiones donde las fuerzas y estructuras de poder pueden de manera sistemática "fichar" a la vez a todos los participantes, en su tarea de represión. Esta observación la considero seria y admito que no la había tenido en cuenta, quizás porque di por descontado algunas cosas.

Nosotros no somos la vanguardia de nadie, sino de nosotros mismos. Todo lo contrario la metodología que explicamos, estimular en todos los sentidos a negar validez a cualquier forma de vanguardismo, delegación y representatividad. Nuestra participación en las luchas sociales, desde esta manera de ver las cosas, es estímulo directo, concreto, a la acción directa, a la autogestión de las luchas, a la autonomía total de todos los que hacen suya la lucha. El hecho de que seamos insurreccionalistas aclara además nuestra manera de actuar, el estímulo que damos a partir de las luchas específicas sociales en función de la insurrección generalizada.

Si hubiéramos tenido la fuerza de concretizar una insurrección que tan solo potencialmente hubiera tenido posibilidad de destruir el actual contexto social, no estaríamos aquí discutiendo sino que nos hubiéramos dedicado a otras cosas. Si tuviéramos esta fuerza y no la hubiéramos concretizado en insurrección seríamos imbéciles. Y como no creo que seamos imbéciles, y no me parece que estemos en un contexto insureccional, es evidente que esa fuerza no la poseemos.

Esto significa que tenemos que actuar, con la metodología insurreccionalista, así como actuamos por empujar diariamente las luchas sociales donde participamos. Nuestra actividad en cuanto a las luchas sociales es evidente. La manifestamos en plazas, calles y en todas esas ocasiones donde la población o parte de la misma la expresa en disidencia y lucha. Es cierto que los estímulos que damos no son de naturaleza legal, pero es obvio que si conduzco un coche y no tengo carnet intentaré que no me pillen los maderos, que enseguida me detendrán.

En un contexto social basado en el consenso generalizado, real o virtual no tiene importancia, nuestra forma de actuar pública para incidir en lo social (de forma limpia, sin engaños) da un miedo horrible al poder precisamente porque nuestros estímulos no son de naturaleza vanguardista ni tampoco desatados o lejos del sentido común y de sus posibilidades de comprensión. Es por eso que la represión del Estado-capital tiene como objetivo separar y separarnos de los contextos de luchas sociales, criminalizándonos a nosotros y a nuestras acciones o dejando entender que algunas acciones son justas (si están esterilizadas dentro de mecanismos de demandas lícitas, pero legales) o injustas (si rechazamos la práctica burócrata-legal de los anestesistas sociales e institucionales, pero legales) Es por esta razón, yo creo, que el reto al poder actual del Estado-capital tiene que ser principalmente en el plano social, con nuestra manifiesta participación en las luchas, en las protestas, en los ataques espontáneos.

En este contexto tiene razón de ser la metodología de la organización informal, tanto a un nivel amplio como a uno específico, a pesar de que el Estado-capital nos empuja a la clandestinidad insistimos en la necesidad de permanecer juntos en las luchas sociales. Suponiendo que el poder constituido y la red telemática de información todavía no ha finalizado o que existen fallos en la centralización de los datos a nivel europeo o más (no lo sabemos, pero lo imaginamos) el monitoraje y el fichaje que las fuerzas policiales pueden hacer de estos encuentros generales, no modifica sustancialmente nada respecto a nuestra manera de hacer frente a la lucha, y esto que conste.

Obviamente esto no excluye que los compañeros estén atentos y que pongan todas las condiciones para evitar descuidos de cualquier clase.

Esto por supuesto no excluye posibles intentos criminalizantes de construir montajes para perjudicarnos (como ya ha pasado) justamente porque son montajes que pretenden separar nuestra lucha de lo social, de separar la insurrección de los movimientos sociales reales, nuestra reacción no puede ser la de radicalizarnos todavía más en estos movimientos, sino amplificar aún mas nuestros estímulos en sintonía con lo que piden las luchas.

De otro modo, teniendo ellos la fuerza material de hacernos desaparecer a todos, de un modo o de otro; un poder que se rige por el consenso generalizado debe tener también el poder de gestionar esta desaparición frente al consenso en el que se rige, fuerza que evidentemente no tiene, por ahora, puesto que ha optado por la estrategia de alejarnos a nosotros y a nuestras acciones de los contextos reales de la naturaleza social, que se manifiestan como rupturas respecto a la estabilidad del sistema. constantino cavalleri.

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EARTHLINGS (TERRICOLAS)

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LIBERTARIAS

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1984 El Gran Hermano de George Orwell

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LA UTOPÍA ES POSIBLE POR BOOKCHIN / LIGURI STOWASSER

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LA UTOPÍA

ES POSIBLE
Experiencias posibles


Prólogo
Lo que publicamos como Proyecto A no es sino la presentación
del mismo que hiciera su autor en una conferencia de mayo de 1986 con
motivo de la celebración del centenario del movimiento anarquista en
Australia. En esta ponencia, Horst Stowasser delinea las bases,
fundamentos y objetivos de lo que define como “un proyecto anarquista
para una ciudad media alemana, hoy”, al tiempo que se aventura en la
especulación acerca de los futuros primeros pasos y de las implicancias
posibles del proyecto a mediano y largo plazo.
En su fase inicial, el Proyecto A es un “plan de conquista” de
una ciudad por parte de un movimiento político, económico y, sobre
todo, cultural de carácter libertario. Evitando deliberadamente todo
pronunciamiento acerca de la Revolución, Stowasser apunta a la
creación de una cultura libertaria en la que esta revolución –cualquiera
sea la forma en que se la conciba– sea posible.
Según los últimos datos de los que disponemos (de 1991, cinco
años después de la ponencia que presentamos), el Proyecto A se estaba
desarrollando de manera satisfactoria en Neustadt, ciudad del sudoeste
alemán, cercana a la frontera con Francia, una de las tres ciudades que
resultaron elegidas después de una rigurosa selección. Allí se habían
federado trece empresas económicas, una docena de iniciativas políticoculturales
y unas ocho comunidades de convivencia que involucraban
directamente a unos ochenta adultos (y sus respectivos niños) más un
número difícil de determinar de simpatizantes.
En el reportaje que Wolfgang Haug le hiciera a Murray
Bookchin, éste lamenta que, en muchos ámbitos, el anarquismo haya
devenido en mera negación (del Estado, del capitalismo, de la
jerarquía), olvidándose de los postulados positivos que sostiene.
Reconoce que esto tiene sus orígenes en una cierta “tradición liberal”
del anarquismo que concibe a la sociedad como una mera acumulación
de individuos reglamentados por una suerte de pacto social y por
contratos directos específicos. Esta tradición liberal es –según
Bookchin– la base del moderno pensamiento autonomista que termina
negando la necesidad de un espacio público (el ámbito de lo político) en
el que se confrontan intereses y se resuelve democráticamente. A esta
tradición liberal, Bookchin opone la tradición socialista del anarquismo
y al concepto de autonomía opone el de libertad, mucho más vinculado
con la intervención dentro del movimiento social y sujeto a las
vicisitudes del desarrollo histórico. En este sentido, Bookchin revindica
el concepto de comunismo libertario de los anarquistas españoles de 1936
y propone, para estos tiempos, la idea de comunalismo, en la que la
abolición del Estado, del capitalismo y de las jerarquías no es ya un
punto de partida sino la consecuencia de la nueva organización social.
Esta nueva organización social, cuya construcción no deja de ser un
proceso, deberá, en principio, coexistir con el poder del Estado para,
finalmente, reemplazarlo cuando la evolución de dicha organización y
las condiciones históricas lo permitan.
Bookchin, para quien la política verdadera es “la gestión de la
comunidad por la gente de la misma comunidad” a través de asambleas
y delegados estrechamente controlados por éstas apunta a la creación
de esta esfera política a nivel barrial (en la grandes ciudades) o
municipal (en las ciudades chicas). Se trataría de que la gente trabaje
para lograr el control sobre su ciudad, su consejo municipal, etc. Luego
vendrían las federaciones y confederaciones regionales, el complejo
tramado que le disputará al Estado las atribuciones de las que éste se
adueñó.
En “Seis tesis sobre el municipalismo libertario”, un ya clásico
de Bookchin de 1984, éste profundiza algunas ideas esbozadas en el
reportaje precedente e insiste en la necesidad de una política orgánica
que emerja de las bases y que se exprese en la creación de un cuerpo
político opuesto al Estado. En esta línea, el municipalismo libertario, un
modelo de comunidades descentralizadas colectivamente gestionadas
(democracia directa), se nos presenta como la columna vertebral de una
sociedad liberadora basada en el principio ético antijerárquico de
unidad en la diversidad, autogestión y apoyo mutuo.
Por medio de dos entrevistas, Domenico Liguri nos relata una
experiencia práctica de comunalismo: la que se está llevando a cabo en
Spezzano Albanese, un pueblo calabrés de etnia predominantemente
albanesa y economía basada en el trabajo agrícola en negro. Liguri,
participante activo de esta experiencia y autor de varios trabajos
relacionados con el tema, da cuenta de un camino posible a través del
cual materializar el ideal anarquista. Así, hace un recorrido desde la

Prólogo
creación de los primeros núcleos ácratas locales contemporáneos, en los
primeros 70, hasta la formación, en 1992, de la Federación Municipal de
Base (FMB), una estructura autogestiva de contrapoder que, con
metodología libertaria, fiscaliza el accionar del poder político
institucional al tiempo que discute y propone soluciones a los
problemas de la comunidad. Alejándose de la visión de Bookchin, la
FMB se nos presenta como una alternativa autogestiva, “una semilla de
autogobierno contra la gestión institucional y verticalista del territorio y
de lo social”.
La Utopía es posible

El “proyecto A”*
por Horst Stowasser
A mí me gusta mucho cocinar. También me gusta jugar con mi
pequeño hijo y escribir artículos políticos. Me gustan los paseos en barco
velero, nadar, hablar con amigos y compañeros, discutir con la gente; el
trabajo con madera, viajar por el mundo, dar charlas públicas, participar
en conferencias, pintar, dibujar, participar en actividades políticas y
proyectos anarquistas, preferentemente con muchas personas y sin
violencia; también me gusta mi trabajo (actualmente me dedico a la
fotocomposición). Me gusta tocar la guitarra al igual que leer, me gusta
editar revistas y escribir libros, mantener la biblioteca que he creado, y,
finalmente, me gusta dedicarme, ocasionalmente, al avance de la
revolución mundial: la anarquista, por supuesto.
Posiblemente os preguntéis: ¿qué demonios tiene esto que ver
con el tema? Bueno, me parece, que ya estamos entrando en lo que el
Proyecto A significa y quiere.
Un Proyecto multidimensional
Estoy casi seguro de que la mayoría de vosotros –y, en realidad,
todos aquellos que son personalidades multidimensionales– tenéis los
más diversos intereses, deseos, sueños, preferencias, “hobbies”,
esperanzas y planes. No es una sola cosa la que nos hace mover y que
nos ha reunido en este lugar. Y al igual que la Anarquía no consiste en
una sola cosa como por ejemplo la abolición del Estado o del dinero, la
práctica del “amor libre” o dar de comer a todos, también nuestras vidas
y nuestras realidades son combinaciones bien sofisticadas de múltiples
factores.
En este hecho casi banal reside una fuerza, un empuje
dinámico, capaz de cambiar nuestras vidas al igual que la sociedad.
* Conferencia pronunciada el 4 de mayo de 1986 en la Sala 218 del Melbourne College for
Advanced Education con motivo de las celebraciones del Centenario del Movimiento
Anarquista en Australia –ligeramente modificada–.
Tres acercamientos diferentes
Por lo tanto, existen diversos acercamientos hacia lo que llamo
“El Proyecto A”. Uno podría ser meramente político. Otro, podría ser un
acercamiento económico. Una tercera forma podría ser la “vida privada”.
Veamos un sencillo ejemplo: una persona puede estar interesada en
participar en este proyecto, porque está buscando nuevas formas de
acción, estrategia y perspectiva anarquista con el fin de superar el
“callejón sin salida” en el que el movimiento libertario mundial se
encuentra, actualmente, con muy escasas alternativas. Éste podría ser un
posible acercamiento político. Otro camino posible hacia el proyecto sería
el de alguien que está buscando una forma mejor de trabajar y de ganarse
la vida. Mejor, en el sentido de más satisfactorio, más creativo, más
ecológico, trabajando en colectividad, con un mínimo de autoridades y
de alienación, asegurando un ingreso económico decente, capaz de
ganarse su vida y la de su familia. Éste sería un posible acercamiento
económico. Finalmente, alguien puede estar interesado en cambiar las
bases de su vida, deseando realizar una existencia más satisfactoria en
cuanto a la felicidad personal, convivencia en grupos colectivos, crear
mejores condiciones en las cuales crezcan adultos y niños, realizarse
como persona en la sociedad, etc. Este anhelo de mejores condiciones en
la “vida privada” podría ser una tercera forma de acercamiento, una
forma “privada”.
Balance entre lo económico, lo político y lo privado
Para daros una primera idea “filosófica” sobre el fondo del
Proyecto A, quiero destacar que este proyecto tiende a unificar esos tres
puntos de partida, proponiéndose superar sus contradicciones,
rompiendo con los límites artificiales que existen entre “lo político”, “lo
económico” y “lo privado”. La meta sería llegar a un punto en el que fuera
imposible calificar cualquier actividad que una persona esté realizando
como una “actividad política”, “ganar dinero” o simplemente “estar
feliz” gozando la vida. La vida no debería seguir dividida en áreas
específicas, bien delimitadas; la vida debe ser trabajo que dé gusto
hacerlo y capaz de ganar el pan cotidiano, debe ser una forma de cambiar
la sociedad instalando así formas anárquicas y a la vez debe ser fuente de
felicidad y satisfacción. El Proyecto A intenta dar la misma importancia a
todos estos sectores, integrando sus elementos en todas sus estructuras.

El “Proyecto A”
El viejo sueño anarquista
Sabéis, naturalmente, que esta idea no es nada nueva. En
realidad es la síntesis del anarquismo de todos los tiempos. El sueño
anarquista siempre intentó convertir el trabajo en un juego creativo,
convertir la vida en felicidad, ganarse la vida divirtiéndose y “hacer
política”, dando ejemplos y creando experiencias vividas. El Proyecto
A, por lo tanto, no es otra cosa que un manual para realizar los primeros
pasos de este sueño en las realidades concretas de la República Federal
Alemana de hoy día y en las circunstancias del sistema capitalista
contemporáneo. El Proyecto A intenta dar ideas, sugerencias y
respuestas –incluso en los detalles más aburridos–, en problemas
cotidianos y en la realidad asquerosa y nada revolucionaria de un
Estado capitalista llamado “democracia social”. Al mismo tiempo, este
proyecto intenta dar una respuesta a la pregunta vigente: ¿cómo
podemos, al crear tales ejemplos de Anarquía vivida, hacer el
anarquismo atractivo y accesible a miles, a millones de individuos de la
así llamada “gente normal” y evitar al mismo tiempo los errores y las
desviaciones más frecuentes como el reformismo, el aislamiento, la
quiebra económica y tantas otras “enfermedades” comunes a tantos
proyectos libertarios?
La separación fatal en los grupos políticos
En realidad, el deseo de armonizar estos tres sectores –política,
economía y vida privada– es casi general entre anarquistas. Pero, en la
realidad, encontramos por doquier esta separación fatal. En el caso
general, el (o la) “anarquista medio” de hoy en día va a su trabajo o
estudio unas ocho horas diarias en un lugar determinado. Ésta es una
parte de su vida, una realidad separada de todo lo demás. Al volver a
casa, vive su “vida privada”, solo, con su familia o con el grupo de
comunidad con el que convive. Otra realidad, otro lugar. Finalmente,
este individuo se convierte en una “persona política”, en un(a)
anarquista, frecuentemente una vez por semana, cuando su grupo,
sindicato o círculo tiene su reunión periódica. Puede ser un viernes por
la tarde, entre las ocho y las diez de la noche. Es ésa la tercera realidad en
un tercer lugar. Así, en el caso general, el trabajo, la vida personal y la
actividad política están limpiamente separados y los límites entre estos
sectores saltan a la vista. Lo mismo se da si se trata de un obrero activo en
tareas anarcosindicalistas, ya que muchas veces los sindicatos son
débiles, los activistas se encuentran aislados en la fábrica y las
actividades del sindicato se realizan fuera del horario y del lugar de
trabajo, frecuentemente con temas y metas ajenos a la realidad cotidiana
del individuo.
Aislamiento y esterilidad
Nosotros pensamos que, en esta nefasta separación, pueden
ubicarse muchas de las causas por las que tantos proyectos e iniciativas
–no solamente de índole libertaria– son tan débiles, fallan, llegan
rápidamente a una situación estéril, crean sus propios ghetos de
aislamiento o simplemente no funcionan. Porque la situación que acabo
de describir no refleja otra cosa que la ausencia casi total de popularidad
del anarquismo, la falta de raíces y aceptación de los anarquistas en las
sociedades contemporáneas en lo que se refiere a la vida cotidiana con
sus aspectos banales, al contexto social, a la vecindad, a la vida laboral,
etc. Este déficit es casi general en todos los países y existen muy pocas
excepciones como –tal vez– en algunas regiones de España y EE.UU.
Normalmente, el movimiento anarquista tiende a cubrir este defecto
bajo un triunfalismo superficial o sirviéndose de ejemplos históricos.
El anarquismo hoy...
Los anarquistas, por regla general, están organizados –si lo
están...– en pequeños grupos ideológicamente definidos, logrando
asegurar así la supervivencia de la cultura y la tradición libertaria,
participando ocasionalmente en luchas o movimientos sociales y siendo
generalmente excelentes críticos de la sociedad y profetas de estos
desastres que se avecinan. Pero, ¿para qué sirve todo esto? ¿Qué vale un
profeta incapaz de indicar de qué manera pueden evitarse o superarse
los desastres y todos los terribles caminos que la sociedad está tomando
ahora de cara al futuro? Los anarquistas hoy en día, y desde hace más de
50 años, no son capaces de dar esta respuesta general. No están en
condiciones de señalar una salida accesible y atractiva a la condición
actual. No saben cómo cambiar la sociedad a gran escala ni tampoco
cómo crear nuevas formas sociales libertarias para y con la gran mayoría
de la gente, tal como fueron capaces, en algunos lugares del mundo,
antes de la Segunda Guerra Mundial con las ideas y la práctica del
anarcosindicalismo.
...Su crisis y su falta de popularidad
Pero esos “días gloriosos” están lejos y no se pueden repetir así
como así ni de la misma forma. El anarquismo actual no está al día ni es
popular. Aquellas pocas excepciones de proyectos anarquistas que,
actualmente, intentan romper con este gheto se encuentran,
generalmente, aislados o económicamente muy débiles o terriblemente
pequeños; o, en caso contrario, prosperan económicamente de tal
manera que fácilmente se vuelven reformistas. Sobre todo son
sumamente escasos.
Una combinación sofisticada contra el “anarquismo purista”
Por lo tanto, el Proyecto A es una combinación de ideas, que
intenta superar aquel anarquismo purista y aislado. No nos
consideramos como misioneros ni como jesuitas del anarquismo.
Tratamos de movilizar puntos de vista pragmáticos, profesionales y
realistas, uniéndolos para crear una base estable de las actividades
político-sociales y a la vez como puntos de defensa contra el sistema que
nos rodea. Al mismo tiempo, esta base viene a ser combinada con todo el
empuje que nos dan nuestros sueños, nuestras utopías, nuestro cariño y
nuestros ideales anarquistas, tanto en nuestras relaciones internas como
en las estructuras sociales que deseamos crear. Estos ideales seguirán
siendo los ideales anarquistas de siempre.
Los tres acercamientos son igualmente legítimos
En consecuencia, los tres tipos de acercamiento mencionados
son para nosotros igualmente legítimos y equivalentes. Consideramos
la felicidad personal tan importante como el éxito político o como
ganarnos la vida de una forma decente. ¿Por qué seríamos anarquistas,
sino por un sano egoísmo, en el sentido positivo de la palabra? Si soy
anarquista no es principalmente porque quiera que mis nietos vivan
mejor. En primer lugar quiero poder gozar la Anarquía durante mi
propia vida, al menos un anarquismo inicial, en sus primeros pasos y en
sus primeras conquistas. Y si al hacerlo, al vivir, actuar y trabajar de esta
manera, puedo iniciar una nueva estrategia para vivir el anarquismo, que
se expanda y difunda de manera virulenta, dándole una nueva vitalidad,
un nuevo dinamismo revolucionario, ¿qué más puedo esperar?
Egoísmo positivo
Un egoísmo positivo, que define mi propia felicidad, únicamente
posible si las demás personas que me rodean son igualmente felices,
libres y autónomas, es –a mi entender– la forma más sana para justificar
cualquier trabajo “político” y para promover cualquier actividad social.
Yo, personalmente, desconfío profundamente de todos aquellos
“revolucionarios profesionales” –también si se llaman anarquistas– que
luchan “por los principios”, “por las ideas”, por “la bella bandera negra”
u otros conceptos sublimes, sin incluirse a sí mismos, sin cambiar sus
propias vidas, sin entenderse ellos mismos como parte de este cambio y
de esta lucha. Si queremos comenzar hoy mismo a “practicar el
anarquismo” en sus formas rudimentarias, esto debe también significar
que nosotros podamos empezar a vivir de una forma mejor, más libre y
más feliz. Si no podemos cumplir con esta meta, el anarquismo jamás será
una forma de vida y de organización social atractiva, accesible y
simpática para nadie, excepto para masoquistas políticos y meros
pensadores teóricos de índole purista.
Sólo una posible alternativa entre muchas otras
El Proyecto A, sin embargo, quiere ser solamente una entre
tantas respuestas posibles a ese dilema general. Una respuesta, que ha
crecido y madurado durante más de nueve años y que se basa en unos
quince años de experiencias en luchas anarquistas locales, nacionales e
internacionales del “viejo estilo” que hemos vivido.
Después de tantas consideraciones generales, temo que aún no
tengáis la más mínima idea de qué es, concretamente, el Proyecto A. Pero
antes de explicaros los detalles más básicos de su estructura y dinámica,
tengo que insistir en algunos detalles y conceptos que debo explicar
previamente. Sin ellos, la “filosofía” en que se basa nuestro proyecto
apenas puede ser entendida.

El anarquismo “panfletario”
Uno de esos conceptos es lo que llamamos “anarquismo
panfletario”. Quiere decir que las ideas anarquistas están difundidas y
transferidas por manifestaciones más o menos abstractas; mediante
papeles escritos, folletos, libros, discursos, manifestaciones, literatura,
pegatinas, posters, graffiti; también por video, música y teatro en escala
menor. En muchos países, sobre todo en Alemania Federal, los
anarquistas suelen ser enloquecidos productores de papel. A veces, al
mirar la prensa anarquista de determinados países, uno fácilmente
puede tener la impresión de que estamos en la víspera de la revolución
social y nos movemos en medio de fuertes agitaciones y luchas sociales
con los anarquistas bien implantados. Sin embargo, todos sabemos que
no es así. La difusión de las ideas anarquistas por medios de impresión y
similares, sin duda es necesaria, pero no es suficiente para lograr nuestros
fines. Muy poca gente “se hace anarquista” simplemente leyendo
palabras, e incluso si estas personas llegarían a llamarse “anarquistas”,
esto no significa que realmente haya cambiado algo, ni en sus vidas
particulares ni en la sociedad que los rodea. Mediante el “anarquismo
panfletario”, por muy preparado que esté, nunca podremos llegar a más
del 3-6% de la población, por la simple razón de que muy poca gente está
acostumbrada a leer. E incluso si llegásemos a este 3-6%, haríamos
probablemente una selección fatal, porque haríamos el anarquismo
accesible sólo a aquellas personas que les gusta la lectura, el estudio, los
debates teóricos y la literatura, en otras palabras: a los intelectuales.

El gheto anarquista
A este sector se adhieren solamente en escala menor y por
temporadas de luchas sociales algunos grupos marginados de
oprimidos, desprivilegiados y perseguidos. Estos grupos abandonan
frecuentemente los medios anarquistas, una vez desaparecida la
dinámica de la lucha y la razón concreta de la rebelión, porque –aparte
del motivo concreto– el movimiento libertario no ha sido capaz de crear
un ambiente, una base sólida y una cultura libertaria, en la que estas
personas puedan encontrar una nueva forma de vida cotidiana y
satisfactoria. Así, exactamente, se presenta la situación actual de la
mayoría de los grupos libertarios en casi todos los países. Así se presenta
la estructura y el dilema del anarquismo contemporáneo.

Exclusión de la “gente normal”
Como consecuencia, un número inmensamente grande de la así
llamada “gente normal” queda automáticamente excluida. En las
experiencias libertarias del pasado, esta gente tan sólo se interesó y se
comprometió por el anarquismo u otras ideas revolucionarias si estos
movimientos eran capaces de proponer vías de solución concretas,
comprensibles y no exóticas a problemas concretos que existían en la
vida real y cotidiana. En este marco de valores es importante introducir
otro concepto: el “anarquismo vivido”, que nos gustaría oponer al
“anarquismo panfletario”. Si los anarquistas del pasado, en varias
ocasiones, eran capaces de proponer soluciones revolucionarias a
problemas existentes -seguidos por vastos sectores de la población- era,
sobre todo, porque estos anarquistas de antaño eran capaces de hacer
entender a sus vecinos, compañeros de trabajo y amigos lo que era y
significaba el anarquismo, ya que ellos intentaban vivirlo.
El “anarquismo vivido”
En varias “situaciones históricas, los anarquistas ya no eran
aquellos animales exóticos que, a veces, incluso adoptaron actitudes
arrogantes hacia la “gente normal”, sino que eran aceptados como
amigos, buenos vecinos y compañeros de trabajo en su ambiente social
cotidiano. Aún pueden encontrarse huellas de esta antigua cultura
libertaria en algunos lugares de Italia, España, Francia, América
Latina... Para estos viejos movimientos, una cosa era obvia: el mejor
predicador es aquel que predica con el ejemplo. En esos movimientos la
propaganda, los libros, las revistas, también eran muy importantes,
pero no eran otra cosa que herramientas necesarias para el cambio social
en la vida real, y no, como muchas veces hoy día, empresas
autosuficientes, absorbiendo las pocas energías disponibles para su
propia existencia. Y esos viejos compañeros no se consideraban
demasiado “finos”, demasiado “nobles” o demasiado “intelectuales”
como para entrar en contacto con “esta gente estúpida, inculta, normal,
pequeño-burguesa y mediana” de la vida cotidiana. Ellos realizaban
una labor de presencia libertaria a largo plazo, incluyendo la cultura, la
lucha social, el sindicalismo y la acción. Esta labor lo abarcaba todo:
desde problemas “banales” en la vecindad, pasando por huelgas
generales hasta llegar a motines revolucionarios y la realización de la
revolución social generalizada.
Pensamos pues, en nuestro análisis político, que el
“anarquismo panfletario” es necesario, pero debiera existir en una
proporción sana en relación con la cultura, vida y lucha anarquista real.
Actualmente, la relación de “panfletario” a “vivido” podría estimarse
en un 70% y en un 30%, respectivamente. A nuestro entender, debiera de
ser exactamente a la inversa.
¿Qué es ser revolucionario?
Pensamos, además, que no todo aquello relacionado con lo
“panfletario” o con gestos de violencia no es automáticamente
“político” o “revolucionario”, y que todo aquello que no lleva la etiqueta
“anarquista” o “acción directa” es automáticamente apolítico y
“reformista”. En otras palabras: vender pan puede ser tan político como
vender un periódico anarquista. Depende solamente de su contexto
político, su estrategia y de la táctica más amplia, en la que está envuelto.

El populismo de ayer y hoy
Finalmente, estamos en desacuerdo con aquellos que piensan
que el “populismo” del anarquismo o es un bello asunto del pasado que
ya no podemos volver a lograr o bien un bello asunto de países lejanos
donde la gente tenga otra mentalidad. En cambio, afirmamos
–basándonos en nuestras experiencias en pequeñas y medianas
ciudades alemanas– que la gente “normal” no la forman los estúpidos,
aburridos y reaccionarios idiotas, a condición de que los anarquistas no
permanezcamos como arrogantes, aislados y sectarios provocadores
que hemos sido durante tantos años en nuestro comportamiento
político, nuestra labor social, nuestra estrategia y nuestra vida, y como
muchos lo siguen haciendo pensando que el “buen anarquista” es aquel
que le escupe su desprecio a la cara a todos los que no son como él.
Sostenemos –incluso– que hoy en día, un camino popular, basado sobre
el “anarquismo vivido” es posible y, por supuesto, necesario. En ese
camino, los contactos sociales son extremadamente importantes al igual
que, de hecho, es mucho más eficaz darle a la gente ejemplos en lugar de
palabras impresas. Esto no debe significar, desde luego, que queremos
crear una especie de jardín zoológico, donde los no-anarquistas acudan
a contemplar a los anarquistas bien educados, peinaditos, encorbatados
y bien aplicados que hacen el payaso para ganar las simpatías del
pequeño- burgués. No queremos disfrazarnos ni ocultar nada. Tan sólo
queremos vivir lo que sentimos y anhelamos hacer esta forma de vida
accesible con ejemplos y posibles soluciones a los problemas que ellos
tienen en sus propias vidas.
El anarquismo constructivo
Para mí, el anarquismo siempre ha sido una forma de vida
creativa y constructiva. Si eso es verdad y, si logramos hacer de esa
filosofía una línea general en nuestras vidas y nuestras actividades, no
tengo duda que estos ejemplos serán vistos, observados y seguidos
atentamente por mucha gente y no rechazados como algo aventurero,
exótico o escandaloso que se deba temer.
Todo eso, ciertamente, aún suena muy abstracto y me parece
que es tiempo de entrar en los detalles concretos de lo que el Proyecto A
quiere desarrollar y ser. Debo hacerlo de una forma muy general,
debido a la escasez de tiempo. El libro básico sobre el Proyecto A tiene
100 páginas de gran tamaño y la discusión apenas ha comenzado.
Mientras tanto, esa discusión cubre más de 800 páginas con propuestas,
críticas y cambios y el Proyecto está en plena marcha de preparación
(nota del autor, invierno de 1988). Por lo tanto, lo único que puedo hacer
aquí es daros un esquema general del proyecto sin entrar en muchos
detalles e intentar evitar los malentendidos y prejuicios más frecuentes.
Es muy fácil interpretar mal este proyecto.

Los posibles malentendidos
Frecuentemente, algunos oyen del Proyecto A algunos detalles,
rasgos o rumores y contestan en el acto: “Bueno, esto ya lo conocemos,
es tal y cual cosa...”. Sin embargo, puedo aseguraros lo siguiente: este
proyecto es un plan netamente nuevo, con ciertas ideas viejas, algunas
nuevas y otras muy originales, combinadas y relacionadas, planeadas
con profesionalismo y proyectadas con un máximo de fantasía, impulso
revolucionario y visión utópica. Basta de propaganda, vayamos al
grano:

Dos aspectos básicos
Hay que ver el Proyecto A bajo dos aspectos diferentes: Por una
parte, la microestructura de organización y economía que constituye la
base sólida de ese proyecto y, por otra parte, la dinámica política, el
desarrollo y la perspectiva que ha de emerger de esta base.
La microestructura económica
Hablemos pues, primeramente, de la microestructura
económica sin olvidarnos que ella no es el Proyecto A, sino sólo la base
sólida sobre la cual queremos construir todo aquello que va más lejos.
Proyecto para una ciudad de tipo medio
El Proyecto A es –en su fase inicial– un plano de conquista de
una ciudad alemana de tipo medio (alrededor de 50.000 habitantes) por
un movimiento libertario de tipo político-económico- cultural con el fin
de hacer del anarquismo una fuerza popular, accesible e importante en
la vida social de dicha ciudad y sus alrededores. Ese intento debe, por
un lado, posibilitar a sus participantes una vida mejor, tal como lo he
descrito anteriormente y por otro lado, debe constituir una perspectiva
libertaria política. Este proyecto específico, “Projekt A”, fue elaborado
para una ciudad alemana de tipo medio y para las necesidades
específicas de la República Federal Alemana, pero la idea general que
hay detrás de este proyecto, así como algunos detalles, pueden ser
adaptados fácilmente a cualquier otra realidad tal como ciudades
grandes, el campo u otros países.

El “doble-proyecto”
La unidad más pequeña, por la cual está compuesta toda esa
base del Proyecto A, es el así llamado “doble-proyecto”. Lo
simbolizamos con dos cuadrados:
Horst Stowasser
El doble proyecto
+ -
Ganancia Déficit
Sistema en balance
= Base económica

La idea existente detrás del “doble-proyecto” es muy simple.
Intentamos siempre combinar un proyecto que aporta dinero con otro
que necesita dinero, es decir, un proyecto próspero con otro deficitario.
En otros términos se podría decir: la combinación de un proyecto
“comercial” con otro político. No obstante, no sostenemos esta
separación porque justamente, debido a las relaciones mutuas de todos
los proyectos dentro de una estrategia general, queremos que todos los
proyectos tengan una cierta importancia política. Para dar un ejemplo:
en una ciudad media, una librería política apenas puede dar beneficios
y, mucho menos, servir para que se ganen la vida los compañeros que la
mantienen. Por lo tanto, combinaríamos esta librería con un café, un bar
o una especie de club. Debido a esta combinación, este “dobleproyecto”,
instalado en un mismo edificio y organizado por un mismo
colectivo de compañeros, logra su balance económico y puede, si está
regido responsablemente, incluso elaborar una ganancia modesta
después de haber pagado los sueldos y gastos generales.
El balance económico
De esta manera, después de cubrir el déficit de la librería por el
beneficio del café, aún quedará un margen de ganancia a disposición
que puede ser empleado para otros fines, de lo cual hablaremos más
adelante.
Posibles combinaciones
Existen cientos de combinaciones útiles e inteligentes de doble,
triple y cuádruples proyectos. Se puede combinar una discoteca con un
centro cultural o ateneo, un cine con una cooperativa de películas, una
finca con una cooperativa de alimentos, una granja macrobiótica con un
centro de información sobre alimentación sana, una peluquería con un
club político, una universidad popular con un centro de asistencia de
emigrantes, una imprenta con una revista libertaria, una oficina de
publicidad con una editorial, un colectivo de abogados con un proyecto
de asistencia jurídica, una carpintería con un centro de formación
profesional, un taller mecánico con un centro de desarrollo tecnológico
alternativo, una tienda de ultramarinos con un centro de apoyo al tercer
mundo, etc. O, para daros un ejemplo concreto: el Centro de
Documentación Anarquista (“Das Anarchiv”) que mantenemos desde
hace más de 15 años, podría combinarse con un servicio de fotocopias y
una papelería, situada cerca de un colegio. U otro ejemplo: la firma de
fotocomposición en la que trabajo será combinada con un estudio de
publicidad (comercial) y una revista-editorial anarquista (político) que
estamos planeando.
Productos y servicios diferentes
Mediante esta combinación de dobles y triples proyectos
también queremos disminuir esa dichosa producción de artículos tipo
“izquierdista”, “hippie” o “ghetto”, es decir, la producción de artículos
que no son de primera necesidad sino más bien folclóricos, como hacen
muchas comunidades en Europa y América. En cambio, nosotros
queremos cubrir en producción y servicio todos esos sectores que
nosotros mismos, e igualmente la “gente normal”, necesita en su vida
cotidiana. Hasta el momento no hemos encontrado ninguna profesión
que no pudiera combinarse inteligentemente con otros proyectos, salvo
labores como policías, jueces, latifundistas, generales, prostitutas,
guardianes de cárcel, etc., muy raros de encontrar en el ambiente
anarquista...

La comunidad de convivencia
Naturalmente, nuestro fin no se limita a la creación de una serie
de empresas prósperas de tipo “doble-proyecto” con el objeto de
asegurarle la vida a un puñado de anarquistas. Es más: cada “dobleproyecto”
a su vez, está vinculado con una comunidad de convivencia.
En ésta, aquellos que trabajan en los dobleproyectos y los organizan,
comparten viviendas, estilo de vida, la “vida privada”, educación de los
niños, actividad política, recreo, etc. Por lo tanto, en el caso normal, el
colectivo de trabajo y la comunidad de convivencia de un doble
proyecto es idéntico, trabajando y viviendo en un mismo lugar. Este
principio viene a ser simbolizado por un triángulo encima de los dos
cuadrados:
Casa
Así creamos “unidades”, constituidas por el “doble-proyecto”
(sector “político”/”económico”) y la convivencia (sector “privado”).
Cada “unidad” de ese tipo es autónoma en lo que se refiere a asuntos del
trabajo, estilo de vida, forma de producir, productos y su
comercialización, nivel de consumo, forma de pago, manera de educar a
los niños, hasta llegar a cuestiones de diferentes convicciones como ser
vegetarianos o no, consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, la
abolición del dinero, propiedad privada y muchas otras cosas. De esta
manera queremos lograr la creación de un vasto campo de
experimentación de modos y estilos diferentes de vida, trabajo y
actuación, que son a la vez colectivos sin oprimir la individualidad.
Experimentando la diversidad
Así evitamos el uniformismo, la coacción impuesta y el terror
de un falso colectivismo tipo autoritario, sin caer en el otro extremo de
una dispersión individualista. Este modelo nos da la oportunidad de
compartir las más diversas experiencias interesantes sin necesidad de
escisión. Podemos poner en evidencia la diversidad de una sociedad
libertaria, la multiformidad dentro de la unidad, es decir: “anarquismo
vivido”. Diversidades entre diferentes caracteres que no podrían
colaborar en un mismo colectivo, en nuestro modelo pueden
perfectamente cooperar en diferentes “unidades” o cambiar de lugar
sin que estas diferencias lleguen al desmantelamiento de todo el
Comunidad de convivencia
Trabajo Trabajo
Una unidad combinada
proyecto, como es frecuente en tantas experiencias colectivas de los
últimos años. Lo que es igualmente importante es la posibilidad, para
nosotros mismos, de aprender así una virtud indispensable para la
Anarquía: la “tolerancia libertaria”. Podemos combatir nuestros
propios prejuicios hacia convicciones y estilos de vida de otros
libertarios. En vez de polemizar contra compañeros con otras
convicciones, podemos cooperar con ellos sin necesidad de obligarnos
mutuamente a cambiar nuestras vidas. Podemos observarlos,
conocerlos y tal vez entendernos mutuamente mucho mejor que hoy en
día. Pacifistas y militantes, vegetarianos y consumidores de carne,
aquellos que mantienen y aquellos que superan la propiedad privada,
compañeros de tendencia obrera, punk o alternativa, aquellos que viven
en relaciones de pareja y los que practican el amor libre, los que educan
a sus niños colectiva o individualmente, aquellos que cultivan un estilo
de vida frugal y aquellos otros que lo prefieren exuberante, todos ellos
pueden –pese a sus diferencias– cooperar, aprender mutuamente y
mantener cientos de relaciones útiles en lugar de polemizar entre ellos y
pelearse con espíritu de misionero. Todavía más: pueden superar sus
prejuicios mutuos o cambiar sus puntos de vista por observaciones y
experiencia propia. Nadie está obligado a vivir cierta moral o
determinado estilo; nadie es coaccionado a un nivel de vida y consumo
siempre que las diversas formas practicadas no sean directamente
antianarquistas u opuestas a un consenso mínimo de lo que podemos
llamar una ética libertaria general.
Todos estamos en condiciones de ver de qué manera funcionan
las cosas en la comunidad vecina y cómo los compañeros trabajan y
viven en la cooperativa o en la casa del otro barrio. Pueden incluso
ensayar aquella otra forma de vida que tal vez les interesa, sin contraer
compromisos al instalarse en otra comunidad a modo de prueba, por un
período determinado. Si les gusta, pueden quedarse o introducir esta
forma de vida en su comunidad y, si no le gusta, pueden volver
tranquilamente y sin perder nada.
Todo esto es, por un lado, un rico campo de experiencias para
nosotros, para aprender la diversidad y la tolerancia libertaria,
condición indispensable si realmente queremos realizar una sociedad
libertaria sin violencia ni opresión. Por otro lado, podemos demostrar a
todos los demás, con ejemplos evidentes, que nuestra “microsociedad”
es capaz de vivir las formas más diversas sin necesidad de una
uniformidad impuesta por el colectivo entero, lo que puede hacer
comprensible la visión anarquista de la abolición del Estado como
nivelador artificial; entonces sería una experiencia accesible y
comprensible para cualquier persona “normal”.

Sin dogmas
Desde luego, esto significa que la idea de que los que trabajan
en un colectivo deberían vivir en comunidad sólo es una idea-modelo y
no un dogma. Naturalmente, habrá personas que vivan solas y trabajen
en un colectivo, así como otras vivirán en una comunidad y trabajarán
fuera de ella. Suponemos que la realidad de un proyecto tal no seguirá
estrictamente las formas del “doble-proyecto”, sino será una mezcla
más bien “caótica”. Solamente damos esquemas generales y no
formamos nuevas leyes ni reglas estrictas del correcto comportamiento
anarquista. Pensamos que la intención de un proyecto de este estilo no
puede ser vivir en un uniformismo, sino demostrar la evidencia y las
ventajas de la colectividad y de la diversidad libertaria. El precio de esta
libertad es la posibilidad de desviaciones, de abuso y de decadencia. Un
poco más tarde volveré a este peligro e intentaré explicar cómo
queremos evitarlo o reducirlo.
La esterilidad de muchos proyectos alternativos
De todas formas, todo esto no sería aún nada extraordinario.
Actualmente, en muchas ciudades alemanas, encontramos un red más o
menos densa de pequeños proyectos y comunidades “alternativos”,
parcialmente de inspiración libertaria. El número de puestos de trabajo
creados en esta red alternativa asciende a los 30.000, pero apenas existen
relaciones entre ellos (excepto redes de tipo meramente económico) y de
esta manera, todos estos colectivos permanecen -en su mayoríaestériles,
inertes y contribuyendo muy poco a un cambio de sociedad. La
mayoría de ellos apenas logran organizar su propia supervivencia, lo
que absorbe todas sus energías. Como consecuencia, con los años, se
convierten en empresas puramente comerciales que se diferencian del
resto del mercado capitalista tan sólo por su historia ideológica, su
forma ecológica de producir y la ausencia de jefes y jerarquías, pero ya
no participan activamente en otras luchas sociales o actividades
políticas más allá de su empresa. Por lo tanto, en el Proyecto A
intentamos ir mucho más lejos de lo que hasta ahora he descrito con las
“unidades” de los “doble-proyectos”.

Enlaces comunes
El primer paso para superar el aislamiento de las “unidades” en
dirección a esta perspectiva más amplia es, ‘simplemente, el uso de las
ganancias que los “doble-proyectos” generan después de haber
cubierto sus necesidades y su déficit interno. Con este dinero,
naturalmente, ofrecemos una ayuda a aquellos “doble-proyectos” que
no están en balance, es decir, que generan un déficit entre los proyectos
que lo constituyen. Con el resto de la caja colectiva podemos crear
nuevos “doble-proyectos” o añadir un tercer sector a un “dobleproyecto”
que no funciona bien.

Proyectos políticos
También existe la posibilidad de invertir este dinero en cosas
que no caben en el marco de los “doble-proyectos”: podríamos, por
ejemplo, financiar una campaña reivindicativa, apoyar una huelga,
crear núcleos locales de resistencia o acción social, actividades
culturales, comprar equipos de uso colectivo (megáfonos, equipos de
vídeo, multicopistas, pagar octavillas, pegatinas, posters...) y de esta
forma intervenir directamente y con considerable infraestructura y
potencia financiera en las luchas sociales de dicha ciudad. En resumen:
mediante la “caja común” y nuestra dedicación, podríamos intervenir
en todas aquellas actividades político-sociales en las que también
participamos activamente hoy, pero con la diferencia de que
actualmente carecemos de una base sólida, de una infraestructura de
personas, equipos y dinero y también de un trasfondo psicológico de
colectivo fuerte, capaz de superar frustraciones. Repito: en el Proyecto A
no terminamos ni con el “anarquismo panfletario” ni tampoco con las
actividades político-sociales que hoy en día desarrollamos, sino al
contrario, los elevamos a una base sólida, potente y ágil, que nos
permita intervenir de forma mucho más coherente y satisfactoria. En
estos campos de actividades político-sociales puede participar todo el
mundo: gente de las diferentes colectividades y comunas así como
fulano y mengano, ciudadanos de dicha localidad que no están
envueltos en nuestras estructuras específicas. La ventaja que esto tiene
respecto de la situación actual es, entre otras, que nuestras
intervenciones en aquellas luchas las haríamos con los cientos de
contactos que tenemos a través de nuestros “doble-proyectos”,
empresas y servicios con la población de esta ciudad, es decir, contando
con el respeto que nuestro proyecto haya adquirido entre la gente, la
vecindad, los obreros, la juventud, las mujeres... Esto nos da la
posibilidad de que cualquier actividad político-social pueda ser
desarrollada con mucha más probabilidad de éxito que cualquiera de
las actuales.

El “consejo”
El campo político-social-cultural, entonces, es la perspectiva
más amplia que ha de unificar los diferentes “doble-proyectos” y que
tiende a evitar que éstos caigan en decadencia y en un espíritu apolítico
de autosuficiencia. Para estructurar y coordinar este efecto, creamos el
así llamado “Consejo” cuyas funciones son mucho más amplias que
simplemente administrar la “caja común” y repartir ese dinero. Es una
especie de “fuero” o “parlamento” del Proyecto A entero. En su fase
inicial podía ser fácilmente una reunión plenaria de todos los
participantes, de forma estructurada y periódica. Más tarde, al crecer el
proyecto y adquirir estructuras más complejas, este “Consejo” podría
adoptar formas de reunión de delegados, todos bajo un “mandato
imperativo”, con la “rotación” de funciones, con diferentes comités
responsables de temas y problemas específicos..., es decir, un modelo de
democracia directa parecido al sistema practicado en la revolución
española o a los primeros y auténticos consejos (soviet) de la revolución
rusa. Este Consejo ha de ser estructurado siempre de una manera tal que
impida de antemano la burocratización y cualquier estructura
autoritaria y dictatorial. El “Consejo” no tiene poderes ejecutivos. No
puede decidir, sino realizar decisiones colectivas. No puede ordenar a
ningún “doble-proyecto” lo que tiene que hacer o dejar de hacer ya que
éstos, en sus asuntos internos, son autónomos. Tan sólo puede dar
consejos, estructurar los debates y la crítica, llegar a acuerdos cuyo
cumplimiento siempre está a cargo de los diferentes colectivos y, a fin de
cuentas, de los individuos que los componen. En última instancia, el
“Consejo” no puede imponer multas ni penas ni sentencias, sino sólo
llegar a excluir a individuos o “doble-proyecto”, en caso de que todos
los intentos de llegar a un consenso, un acuerdo o un compromiso hayan
fallado.
Aprendiendo el apoyo mutuo y la discusión
Por lo tanto, el carácter del “Consejo” no es realmente el de un
“órgano ejecutivo” sino más bien un lugar donde se reúne, se habla, se
discuten los problemas, donde se buscan las soluciones adecuadas y
donde se intercambian informaciones y propuestas y donde tenemos
que aprender los difíciles artes de hablar, escuchar, pensar y razonar, el
apoyo mutuo y el entendimiento recíproco. En realidad, su buen
funcionamiento es para todos nosotros una prueba dura y difícil pero, a
la vez, un desafío. Es un esfuerzo practicar aquella “democracia
anarquista”, intentando llegar a un consenso en las cuestiones más
importantes y vivir con nuestras diversidades sin romper las relaciones
y sin poner en peligro el proyecto entero, olvidándonos de nuestros
fines comunes. El Consejo es, por lo tanto, uno de los puntos más
delicados de todo el proyecto, donde ponemos a prueba nuestra
madurez y nuestra seriedad.
El posible impacto
En nuestro croquis, el “Consejo” es simbolizado por una nueva
figura:

Si ahora intentáis imaginar que todo este escenario va a ser
instalado en una de estas ciudades de tipo provincial y medio con
estructuras políticas, culturales y económicas débiles, tal vez podéis
comprender que en este modelo reside una dinámica subversiva
considerable. Esta estructura puede difundirse como un cáncer (un
cáncer benigno –por supuesto-) o instalarse como una mafia, dirán
probablemente nuestros enemigos, con el fin de conquistar estructuras,
poderes e influencias en esta ciudad: poco a poco, antes de que las
autoridades locales y provinciales comprendan realmente lo que está
pasando, nuestras estructuras se difunden, se instalan y toman
determinadas posiciones conquistándolas, si existían previamente o
bien creándolos, si aún no existían.
La juventud como “segunda generación”
Ahora intentad imaginaros lo que pasaría, si adicionalmente
“secuestrásemos” a la juventud de esta ciudad... Esto lo intentamos,
creando numerosas de puestos de aprendizaje... ¡y esto en un momento
en que el paro es uno de los azotes más graves de la gente y
especialmente de la juventud! Los padres de aquellos jóvenes apenas
podrían polemizar contra estos “anarquistas malos” y seguir con sus
prejuicios si precisamente estos anarquistas le dieron trabajo a su hijo o
hija. Y para aquellos jóvenes que después de haber crecido durante dos,
tres años rodeados por y enrollados con nuestros proyectos, empiezan
un aprendizaje en una de nuestras empresas, esta forma de
“anarquismo” ya no tiene nada de exótico ni de extraño, sino que es una
alternativa totalmente normal, común y corriente. Con esta forma de
vida alternativa ya han estado en contacto múltiples veces, sea en
nuestro centro juvenil, en nuestra discoteca, en nuestro club cultural, en
nuestra banda de rock o en nuestro café. Y ellos podrían ver
perfectamente que el trabajar en un colectivo anarquista significa vivir y
trabajar en condiciones más libres, agradables, satisfactorias, sin jefes y
sin ser una persona explotada, participando ellos mismos en las
decisiones.
Ellos constituirán la “segunda generación” de nuestro
proyecto. Ellos provienen directamente de la ciudad escogida y crecen
directamente en la “Anarquía vivida”.

La población no puede escapar de nuestra realidad
Si dejáis penetrar estas y muchas otras perspectivas en vuestra
imaginación y si arriesgáis una mirada hacia el futuro, entonces al cabo
de unos diez años, una familia media en esta ciudad de tipo medio,
apenas puede escaparse de nuestra presencia y de esta nueva realidad.
Una familia cualquiera tendrá, día tras día, los más diversos contactos
con nuestros diferentes proyectos, iniciativas y actividades. Más tarde o
más temprano, estarán obligados a tomar posición hacia nosotros. Y la
posibilidad de que esta toma de postura vaya a ser más bien positiva que
negativa es incomparablemente más grande que en cualquier
circunstancia de actividades anarquistas actuales. Entonces, por
primera vez desde hace muchas décadas, tendríamos la posibilidad de
que grandes partes de la población simpaticen abiertamente con la vida,
el trabajo, la actividad y las propuestas anarquistas. Esto podría
convertirse en una posibilidad realista en los primeros cinco a diez años
después del inicio del proyecto.
La posibilidad de una vasta simpatía
No pensamos, sin embargo, que esta posibilidad sea nuestra
meta final. Obviamente, sólo es el comienzo. Únicamente significa eso:
preparar el campo, crear bases sólidas, sobre las cuales luchas ofensivas
y defensivas pueden ser organizadas y desarrolladas, al menos con la
esperanza realista de un soporte por parte de la población local.
Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de “salir del
gheto” o de “volver a hacer anarquismo popular”.
Las perspectivas individuales. Cambiar las profesiones. Viajar
Con todas estas consideraciones políticas no deberíamos
olvidar las perspectivas individuales. Naturalmente, en la fase inicial de
los primeros años, habrá poco descanso y mucho trabajo duro. No
tenemos las más mínimas ilusiones al respecto. Pero en años
posteriores, dentro de las estructuras previstas, cada uno tendrá
posibilidades más excitantes y satisfactorias para sus planes y
perspectivas individuales, como por ejemplo: cambiar de oficio cada
par de años y trabajar en los más diversos campos; participar en las más
diversas actividades políticas, culturales y recreativas; poder combinar
los tres puntos básicos –trabajo, felicidad personal y actividad política–
sin tener que hacer mayores distinciones y separaciones entre ellos;
hacer extensos viajes sin temor a perder el puesto de trabajo y los
contactos sociales; desarrollar relaciones personales de cariño, amor y
solidaridad dentro de un vasto círculo de amigos y compañeros; crecer
junto a sus niños en un ambiente mejor; compartir toda una serie de
establecimientos, equipos e instalaciones colectivas, que un individuo
solo jamás podría disponer, excepto siendo millonario y, finalmente,
desarrollar y realizar los sueños personales más exóticos y “utópicos”.

Ejemplo de un proyecto “exótico”
Quisiera daros tan sólo un ejemplo muy personal de un sueño
parecido: siempre soñé con hacer un viaje a través de todo el mundo en
un gran barco velero. Como un individuo, tal vez, lo podría lograr
trabajando duramente y dedicando todo mi dinero y energía a este
único sueño. Pero esto significaría, automáticamente, que no podría
estar al mismo tiempo activo en el movimiento anarquista ni tampoco
realizar media docena de otros sueños y proyectos que me parecen
importantes. En el Proyecto A, en cambio, una vez que haya alcanzado
cierta estabilidad, este sueño podría perfectamente realizarse,
convirtiéndose en un “doble-proyecto”: podríamos comprar,
acondicionar y equipar un barco, haciendo uso de la “caja común” e
invirtiendo nuestra mano de obra, utilizando nuestros propios medios
de producción como talleres, herramientas... Acto seguido este barco se
utilizaría durante período de dos a tres años para ganar dinero, por
ejemplo, llevando turistas por el Mediterráneo. Así, mientras el dinero
invertido se amortiza; de paso, este barco ya da de comer a dos o tres
compañeros que, a la vez, se perfeccionan en la navegación.
Viaje mundial propagandístico
Luego, este barco sería equipado con una librería internacional
con las obras más interesantes, exposiciones, una pequeña impresora
offset, equipos de filmación, diapositivas y video, una estación de radio
y otros medios de propaganda útiles, con el fin de emprender un viaje
mundial de propaganda y fraternidad anarquista, pasando por todos
los puertos del mundo donde haya grupos libertarios, comunidades,
iniciativas ecológicas, antimilitaristas y afines. Todo esto se haría con
una gran campaña publicitaria que podría realizarse bajo un lema
actual e internacional como por ejemplo desarme, internacionalismo,
antinuclear... De esta forma, fácilmente podríamos lograr una atención
pública mundial, comparable con las campañas de Greenpeace o
Amnesty International (posiblemente colaborando con ellos),
especialmente si combinamos nuestro viaje con espectaculares acciones
directas relacionadas con el lema durante nuestro itinerario. Durante el
viaje podríamos organizar –en coordinación con los compañeros de los
puertos a visitar– actividades tales como semanas culturales, festivales
de cine, conciertos de rock y folclore, manifestaciones, fiestas, teatro,
rodaje de películas, edición de folletos, publicación de periódicos y
octavillas... De esta manera, haríamos una espléndida labor de difusión
de las ideas libertarias en muchos países, relacionando grupos y
compañeros de diferentes lugares, demostrando que el anarquismo es
un movimiento internacional capaz de organizar campañas
internacionales. Podríamos animar invitar a compañeros de los
diferentes lugares a unirse a la tripulación por una temporada, creando
así un colectivo internacional. En los puertos invitaríamos a la población
a subir a bordo, participar en fiestas, conferencias, charlas, actos,
proyección de películas, etc. La tripulación podría renovarse por avión,
por ejemplo –llegados al mar Caribe– efectuando un cambio, realizar
otro año de turismo para ganar dinero, continuar el viaje, etcétera.
El fin de las separaciones artificiales
Si ahora imagináis un sólo instante de este viaje en barco,
¿podéis definirlo como ganar dinero, gozar la vida o realizar una misión
política? Es todo a la vez y sería imposible diferenciar entre los tres
sectores. Es eso lo que quería decir al comienzo cuando hablaba de
superar los límites artificiales entre lo económico, lo privado y lo
político, y éste sólo es un ejemplo entre todos los que estamos planeando
en nuestro proyecto.
Pragmático y profesional... Soñador y cariñoso
Así, la filosofía general existente detrás del Proyecto A es,
simplemente, lograr una estabilidad política, moral y económica,
combinando estos tres elementos de una manera inteligente y
sofisticada. Al hacerlo, logramos una fuerza interna y externa que hará
muy difícil que puedan desprestigiarnos, criminalizarnos o
ridiculizarnos, ni siquiera ignorarnos. Esta fuerza nos dará, por otra
parte, la posibilidad de ganar las simpatías de la gente, simplemente
viviendo la Anarquía. En este marco de valores y estrategias, no
vacilamos en admitir que seremos pragmáticos y profesionalistas en la
medida necesaria, como tampoco nos avergonzamos en admitir que
seremos sensibles, soñadores, tiernos y cariñosos en nuestras relaciones
internas. El Proyecto A es una utopía para realistas, una visión para
pragmáticos.
Al contar con esta fuerza, al combinar esos tres aspectos básicos
en todos los detalles de nuestra labor, pensamos realizar esta base fuerte
y ese trasfondo estable.
¿Dónde existe esto, hoy en día, en el movimiento anarquista?
Críticas
Bueno, ¿para qué sirve todo esto? ¿No es acaso un pretexto de
algunos anarquistas exuberantes para prestarse el lujo de una buena
vida con justificación política? Pensamos que no. Si alguien ha entendido
el Proyecto A de esta manera, no ha entendido nada de nuestras ideas y
probablemente muy poco de la Anarquía. Naturalmente no sólo es
legítimo sino necesario realizar una vida mejor, y si lo puedes hacer
viviendo y difundiendo la “Anarquía vivida”, ¡tanto mejor! Toda esta
crítica que nos dice que no se puede lograr nada dentro de este sistema,
que es imposible instalarse y corromper el capitalismo desde dentro, que
en tiempos no-revolucionarios poco y nada se puede hacer..., toda esta
crítica al fin y al cabo se reduce a una sola cuestión: ¿existe una vida antes
de la revolución? Esta pregunta la contestamos decididamente de
manera afirmativa.
¿Reformista o revolucionario?
Al contrario, ¿no será que el lamento eterno de los “malos
tiempos”, del desinterés de la gente en conceptos revolucionarios, de la
imposibilidad del cambio bajo estas circunstancias, etc. no es otra cosa
que una excusa de la propia inactividad, falta de ideas y fatalismo? Vale
pensarlo...

Afirmación revolucionaria
Pero, ¿no podría, al contrario, ser que el Proyecto A no
cumpliera otro efecto que un remedio para las enfermedades de la
sociedad capitalista? ¿Acaso no será otra cosa que una inmensa empresa
cooperativista, tolerada mientras funciona en rincones neutrales de la
sociedad, donde no pueda causar daño? ¿No es muy grande el peligro
de que toda esta estructura sería perfectamente integrada y digerida por
este sistema? ¿No llegará, finalmente, a ser una columna sostenedora de
un sistema podrido, que le permite sobrevivir ya que realiza tareas
sociales en rincones escondidos de la sociedad, donde las estructuras
del Estado no llegan y no funcionan, haciendo las contradicciones del
sistema más soportables para la gente? En una palabra: ¿es el Proyecto A
reformista o revolucionario?
Damos dos respuestas:
1º El peligro de integración, sin duda, existe, pero pensamos
poder contrarrestarlo.
2º El Proyecto A es plenamente revolucionario.
Confusiones sobre la revolución
Quiero aclarar esta postura:
La cuestión es, naturalmente, lo que entendemos por
“revolución”. Existe mucha confusión al respecto y proliferan muchos
conceptos extraños. Nosotros entendemos el término “revolución”
sobre todo en el sentido original, etimológico de la palabra: re-volver
una sociedad, generar un cambio profundo y no superficial, derrocar un
sistema y reemplazarlo por otro mejor. Este concepto no dice nada sobre
la forma de la revolución: si ha de lograrse con barricadas u octavillas,
violenta o pacíficamente, por la clase obrera o los intelectuales o por un
fulano cualquiera, por oposición frontal y directa al sistema o creando
otro nuevo que venza al viejo, por sindicatos, grupos de afinidad o
colectivos, etc. En realidad, el Proyecto A adopta una postura de
neutralidad hacia los diferentes conceptos actuales e históricos de la
revolución. No tiene preferencias específicas y no reclama conocer el
camino correcto hacia “la revolución”. No somos profetas y tememos
predicar si la revolución debe realizarse de esta u otra manera.

El proyecto no es “la revolución”
sino su condición preliminar
El Proyecto A no es la revolución, sino una serie de pasos
preliminares y necesarios hacia ella. El Proyecto A sólo intenta – en la
medida que lo estamos planeando, preparando y previendo– preparar
el fundamento sólido sobre el cual la revolución llegue a ser una
posibilidad concreta. Quiere construir el marco en el cual exista una
cierta garantía de que, después de una posible superación del viejo
sistema, habrá formas embrionales, funcionales y virulentas de otro
sistema mejor, listo a reemplazarlo.
Pacifista, no; pacífico, sí
En el Proyecto A, actualmente, tenemos anarquistas de todo
tipo: pacifistas y militantes, sindicalistas y filósofos, currantes y
teóricos, ecologistas y pragmáticos y la gran mayoría no pertenece a
ninguna tendencia definida. Igualmente diversos son nuestros
conceptos de cómo ha de suceder y realizarse una revolución. Pero nos
une un consenso fuerte, de manera que cualquier revolución deseable
tendría que realizarse con el mínimo de violencia posible.
Revolución e insurrección
Frecuentemente, se mezclan dos conceptos que no deberían ser
confundidos: la revolución y la insurrección. Una insurrección es una
revuelta, un motín, una contestación espontánea que, quizá, pueda
derrocar a un sistema. Esto no quiere decir que una insurrección se
transforme automáticamente en una revolución. La historia nos ofrece
experiencias de todo tipo: hubo insurrecciones que sólo llegaron a
instalar nuevas dictaduras, hubo revoluciones que triunfaron sin
insurrección y hubo insurrecciones que llegaron a generar una
revolución triunfante. Todo, pues, es posible. Sin embargo, en la
imaginación de la gente –y de los anarquistas– el concepto de
revolución está estrechamente ligado con el de insurrección.
Frecuentemente es un simple sinónimo.

Fenotipo y genotipo
Este punto de vista no sólo es incorrecto, sino dañino, porque
conduce a resultados equívocos. En realidad, aquellos que piensan que
todo lo violento es automáticamente revolucionario y todo lo pacífico
automáticamente reformista, tan sólo tienen en cuenta los fenómenos de
las cosas. Intentan calificar el carácter de un acontecimiento atendiendo
sólo a sus formas. No podéis juzgar el contenido de una lata sin mirar en
su interior. En el Proyecto A solemos hablar de “fenotipo” y “genotipo”,
dos términos tomados de la biología. El “fenotipo” viene a ser el aspecto
exterior, la presentación superficial, la forma de un acontecimiento. El
“genotipo” es el desarrollo interior que lleva este mismo acontecimiento,
la dirección que va a tomar, su calidad. En consecuencia, nos manejamos
con muchísimo cuidado juzgando si los movimientos sociales son
revolucionarios o reformistas, mirando sólo sus formas superficiales de
actuación.
Chicago, 1886
Por ejemplo, los trabajadores anarquistas del Chicago de 1886,
¿eran revolucionarios o reformistas? Bueno, bajo el juicio de algunos
jóvenes anarco-puristas alemanes actuales, tienen que haber sido
llanamente reformistas. ¿Para qué han luchado? ¡Para la jornada de ocho
horas! Tenían, pues, el mismo fin que la sindical reformista alemana
DGB. Tal punto de vista sólo tiene en cuenta el “fenotipo” del
movimiento y “olvida” que aquellos obreros formaron parte de una
estrategia con fines revolucionarios y lucharon por la mejora de sus
condiciones de vida, mejores salarios y reducción de la jornada laboral
no como parte integral del sistema, sino como primer paso para vencer
ese sistema. La reivindicación como fenómeno puede ser reformista o
revolucionaria, depende del contexto de lucha y perspectiva en la cual
está envuelta, es decir, del “genotipo”. Los trabajadores de Chicago
desarrollaron sus luchas dentro de un movimiento popular, contando
con una base sólida y solidaria y una buena estructura organizativa, al
igual que nosotros intentamos crearla (de una forma adecuada a nuestra
sociedad de hoy día) en nuestro proyecto. En síntesis: el “genotipo” de
las luchas de Chicago era revolucionario, si bien el “fenotipo” de algunas
de sus acciones, vistas separadamente, puede parecer “reformista”.

España, 1936
O tomamos el famoso ejemplo español. Es realmente
asombroso que tan pocos anarquistas comprendan que la revolución
española no comenzó en 1936, sino unos cuarenta años antes. ¿Qué
hacía la CNT durante todos estos años? ¿Qué hacía la Internacional en
España antes de crearse la CNT? No solamente aquellos intentos
heroicos y bien conocidos de huelgas generales, revueltas,
insurrecciones y expropiaciones, sino también y al mismo tiempo, toda
una serie de cosas “reformistas”: crearon e instalaron sus sindicatos,
crearon escuelas y economatos, cooperativas obreras y agrarias, talleres,
ateneos, editaron libros, revistas culturales y filosóficas, formaron
estructuras en barrios y entre el vecindario, lucharon por pan, trabajo,
mejores sueldos, reducción del horario, condiciones dignas de trabajo y
muchas cosas más.
La labor cotidiana
En otras palabras, también realizaron todo ese paquete de
trabajo silencioso de base, esa labor continua, cotidiana, aburrida, sucia,
frustrante y difícil de pasos pequeños, clásicamente “reformista” y bajo
un punto de vista “fenotípico”, idéntica a la labor que realiza cualquier
partido socialdemocrático, liberal o democristiano de hoy en día o,
incluso, como lo hace la iglesia católica en sus tareas sociales. Pero sólo
en la superficie. Porque, precisamente, la CNT se preparó al mismo
tiempo para tomar las fábricas en sus manos, revolucionar el campo,
organizar la distribución, implantar el comunismo libertario. Se armó
para el caso de derrocar a la reacción y finalmente triunfó, aunque sólo
por pocos años. Pero sin esta base de fenotipo “reformista”, nunca
hubiera existido un “pueblo en armas” y aquellos que hubieran tomado
el fusil hubieran sido unos pocos locos, totalmente aislados y sin la más
mínima posibilidad de vencer. Si miráis la actividad media de cualquier
núcleo cenetista habitual en cualquier año entre 1906 y 1936,
encontraréis precisamente un “fenotipo” reformista. Sin embargo,
todos sabemos que la CNT era extremadamente revolucionaria. ¿Una
contradicción? ¡De ninguna manera! Justamente cuando tenéis en
cuenta el “genotipo”, la esencia, del anarcosindicalismo español,
podemos comprender que en su conjunto todo cambiaba de valores:
entonces incluso aquellos actos de “fenotipo” reformista formaban
parte de un proceso de “genotipo” revolucionario. Ambos conceptos se
condicionaron mutuamente. La CNT logró varias mejoras, pequeñas
reformas, antes del 36. Pero ninguna de ellas jamás hubiera cambiado la
sociedad de una forma radical. Por otra parte, el puro gesto heroico e
insurreccional no hubiera triunfado como lo hizo en el 36, si la CNT no
hubiera creado esta base estable con su labor continua, de pequeños
pasos “reformistas” durante todos aquellos anteriores.
La “receta secreta” de la revolución española
Ésa es la “receta secreta” de la revolución española y de las otras
pocas revoluciones anarquistas que por corto tiempo lograron triunfar:
que los anarquistas de antaño no se consideraron demasiado finos como
para ocuparse también de los pequeños problemas cotidianos de sus
contemporáneos y de ellos mismos, con el fin de proponer una solución
radical en el momento propicio, que podía ser seguida por las así
llamadas “masas”.
Hay que prepararse para la crisis del capitalismo
La estrategia del Proyecto A sigue la misma filosofía: No
sabemos cómo y cuándo llegará aquel “momento propicio”. Un sistema
estatal puede caer en crisis muy rápidamente y de forma imprevista,
casi siempre debido a factores ajenos y no a causa de nuestra agitación
social. Nadie puede predecir, hoy en día, si una situación revolucionaria
en Alemania puede darse mañana o dentro de veinte años. Pero
tendríamos que estar preparados, bien preparados, para responder a
una situación tal de forma adecuada. Un vacío de poder, como se
efectuó en España en julio de 1936, no debe necesariamente conducir a
una revolución libertaria. Puede fácilmente caer en el otro extremo: una
dictadura fascista u otra asquerosidad similar.
Derrocar la confianza en las instituciones
Por eso, la mejor forma de prepararnos es la de crear estructuras
Sólidas, hacer vivir a mucha, mucha gente las más diversas experiencias
de Anarquía vivida, hacerles ver que la autogestión es posible, hacerles
perder todo miedo, respeto y confianza en las instituciones estatales,
hacerles capaces de tomar su propio destino en sus propias manos en la
ocasión dada y darles el coraje necesario. Y ese autocoraje se adquiere
mediante muchas experiencias pequeñas y cada vez más grandes,
experiencias que podemos empezar hoy mismo. Desde luego, la
revolución española no hubiera triunfado sólo con esos pequeños pasos
y sin que los obreros tomaran los fusiles de los cuarteles y quebraran la
resistencia de los generales facciosos. Ése no era un paso pequeño, sino
grande. ¡Pero es que los obreros también se habían preparado para esto,
lo habían aprendido de antemano! Sin embargo, ellos no eran
revolucionarios militaristas-profesionales, sino simplemente
trabajadores en lucha. Y después de dos, tres días de lucha abierta en las
calles de Barcelona, estos mismos obreros sabían perfectamente cómo
organizar sus fábricas sin jefes y cómo organizar la vida social de todo
un país. ¡Porque se habían preparado también para esto! Y tenían la
base, la simpatía, la solidaridad y la confianza como para vencer y
realizar esta profunda revolución. Ellos no tenían problemas en
combinar inteligentemente elementos de fenotipo “reformista” y otros
de tipo “revolucionario”.
El mito de la lucha violenta
Es éste el camino correcto para lograr la revolución y, pienso,
que ésta es la razón por la cual muchos de los compañeros y compañeras
del Proyecto A no son ciento por ciento pacifistas. Lo que pasa es que no
glorificamos la violencia ni la vemos como un valor por sí mismo. El
problema es, lamentablemente, que en los mitos históricos de las
revoluciones viene a ser glorificada siempre la lucha y la insurrección,
olvidándose del resto.
La analogía con el anarcosindicalismo
En el Proyecto A no queremos olvidarnos de este “resto”.
Comenzamos a dar un primer paso y pensamos que, incluso pareciendo
“reformista” a algunos, es genuinamente revolucionario. Cualquiera
que relea las discusiones históricas que tuvieron lugar cuando, a
principio de siglo, la nueva idea del “anarcosindicalismo” penetró en el
movimiento anarquista –por ejemplo, el famoso Congreso de
Amsterdam de 1908– verá también que, en aquel entonces, muchos
anarquistas puristas sostenían que cualquier tipo de sindicalismo
debería ser necesariamente reformista. También ellos sólo tenían en
cuenta el “fenotipo” del anarcosindicalismo y se olvidaron de su
“genotipo”. En la realidad, el anarcosindicalismo fue hasta nuestros
días la corriente libertaria con más éxito. Pero ya no vivimos en los años
treinta y lo único que intentamos nosotros es dar una respuesta actual a
nuestra realidad actual.
Este concepto nuestro de revolución es capaz de resolver la
aparente contradicción de que en la historia de las revoluciones,
esfuerzos idénticos llevaron a resultados diferentes. ¿Por qué un
levantamiento heroico, por ejemplo en Alemania, Italia o EE.UU. falló,
mientras que otro levantamiento igualmente heroico triunfó en otras
partes, por ejemplo en España, Ucrania y la Argentina? La razón más
importante es el hecho de que para el triunfo de una revolución no es
suficiente tanto el grado de heroísmo y dedicación sino su contorno: la
estabilidad y el nivel de la base de la cual la revuelta emerge.

La “línea imaginaria de resistencia”
Cada revolución tiene que tratar con lo que llamamos la “línea
imaginaria de resistencia”. Esta línea está compuesta por dos factores: la
resistencia en las mentes de la gente que más bien temen a una
revolución en vez de desearla. El fin táctico de cada revolución debe ser
debilitar esta línea de resistencia, perforarla y hacer que desaparezca.
Pinchazos y labor constante
Eso puede hacerse de dos maneras: perforarla y destruirla con
continuos pinchazos o bien debilitarla y vencer así la resistencia en la
mente de la población. Es obvio que no podremos jamás vencer esta línea
en la mente de dictadores y capitalistas simplemente con buenos
argumentos. Por eso, levantamientos, rebeliones, huelgas generales, etc.,
es decir, los “pinchazos” serán, con toda probabilidad, necesarios en
momentos determinados. Esto significa perforar la “línea” mediante la
lucha directa. Por otra parte, jamás podremos vencer la “línea de
resistencia” en las cabezas de esta gente que queremos “liberar”,
empleando la fuerza y la insurrección contra ellos. Por eso, la tarea de
debilitar esta “resistencia en las mentes” ha de efectuarse con modelos
de “Anarquía vivida”, mediante ejemplos, creando contraestructuras
virulentas, haciendo así de la revolución algo que, cada vez más gente, en
lugar de temer, desee, contando con múltiples pequeñas experiencias,
que les darán el coraje y los conocimientos para realizarla. Esto quiere
decir, en consecuencia, que ambas formas son necesarias y que la tarea
de los anarquistas debe ser la de mantener la forma violenta lo mínimo
posible.

Elevar el nivel de la base
Esto puede lograrse estando activo en dos campos: primero
tenemos que levantar el nivel de la base, desde la cual una revuelta
puede levantarse. Es ésta la “base sólida”, de la cual hablé tantas veces en
el principio. En segundo lugar tenemos que debilitar la resistencia en las
mentes de la gente. Es en estos dos campos donde el Proyecto A quiere
empezar a trabajar ahora mismo. Nosotros enseñamos tan sólo un
camino posible y cualquiera puede realizar cosas similares y análogas.

Es éste el lugar del Proyecto A en el esquema de la revolución. El
Proyecto A no es, ni lo pretende, “la revolución”, sino un paso
preliminar necesario.
Crear una vasta cultura libertaria en la vida cotidiana
Lo que queremos lograr dentro de los próximos diez, veinte,
treinta años es precisamente crear una vasta cultura libertaria en la vida
cotidiana. En el croquis anterior, esto sería la capa gris, el nivel del caso
2, la base para la revolución, que a su vez puede alimentarse de esta
misma base. En este dibujo podéis ver fácilmente que un esfuerzo
idéntico de revuelta, que parte de una base débil e inferior no toca
siquiera la “línea de resistencia” o apenas la perfora durante escaso
tiempo. Conocemos todos –sobre todo en Alemania– esta dinámica de
las pequeñas luchas militantes locales de los últimos veinte años que
precisamente fallaron por falta de una base adecuada y cada vez, de
nuevo, cayeron a cero. Partían de un nivel muy bajo. Por otra parte, la
línea de resistencia que tenían que perforar aún era muy espesa y fuerte.
Un idéntico esfuerzo sin embargo puede perfectamente perforar la línea
de resistencia actuando de forma repetida y constante, si parte de un
nivel más alto y estable, que –a su vez– ya haya debilitado esta línea de
resistencia. Y si estas perforaciones se repiten y se hacen frecuentes,
tenemos lo que llamamos por definición una situación revolucionaria y,
si la perforación es permanente, tenemos la revolución misma. La
revolución española, en realidad, partió de un nivel muy alto y tenía que
perforar una línea de resistencia muy débil, por parte del sistema y muy
pequeña en las mentes de mucha gente. Y esta situación era
precisamente el fruto de cuarenta años de labor continuada, de
dedicación y de una cultura libertaria vastamente difundida. Es
precisamente esto lo que queremos crear con nuestro Proyecto A.
La “identificación negativa” con el estado
Quisiera ilustrar esta teoría con una simple experiencia, que
–probablemente– podéis compartir en muchísimas ocasiones: hoy día,
la mayoría de la gente no es entusiasta del Estado o del gobierno ni
mucho menos. Tiene lo que llamamos una “identificación negativa” con
el Estado. Es muy fácil hacer a una persona cualquiera coincidir con
vosotros en los siguientes juicios: que el gobierno es una mafia, que el
Estado es criminal, que los impuestos son un robo, que los funcionarios
son corruptos, que las autoridades son una banda de arrogantes, que los
precios son un chantaje, etc.; muchos anarquistas entonces creen que
aquellas personas también son anarquistas en el fondo de sus corazones
y que quisieran igualmente abolir el Estado. Estos anarquistas
simplemente se olvidan de la otra cara de la moneda: esta misma gente
teme cualquier revolución y se acuerda rápidamente de que el Estado,
pese a todo, también es una especie de compañía de seguros, que paga la
renta y el subsidio de paro, construye escuelas, carreteras y hospitales,
mantiene cierto orden e impide –en principio– que seas asaltado y
robado a golpes de navaja... “Pese a todo”, suele decir la gente, “las cosas
no están tan mal y si el Estado desaparece, podría ser mucho peor”.
El temor a la revolución
Por eso no desean ninguna revolución. Tienen algo que perder
y lo que nosotros queremos ofrecer es muy nebuloso: no ha sido jamás
una experiencia vivida, al alcance, accesible. ¿De dónde ha de venir la
confianza de esta gente, de que ellos mismos podrían construir un
futuro mucho mejor? Esta “identificación negativa” con el Estado de
hoy día es probablemente mucho más difícil de superar que el
nacionalismo ciego y el chauvinismo irracional de tiempos pasados. Por
eso ya no podéis convencer a la gente simplemente con algunos
argumentos bien estructurados que les hagan comprender su malestar
ni tampoco con alguna que otra acción ejemplar, sino más que nada con
ejemplos concretos, que los convenza de que las cosas irán mejor si las
tomamos en nuestras propias manos.
Nuestros primeros pasos concretos
Bueno, me parece que ya he hablado suficiente de sueños y
teoría. Al hacerlo, me he alejado bastante de aquella ciudad alemana y la
gris realidad que estamos viviendo ahora mismo. La cuestión
importante que se impone ahora es ¿cómo vamos a pasar del “ahora” al
“mañana” que acabo de describir y plantear? ¿Cuáles serán nuestros
pasos concretos? ¿Cuál será el horario que queremos seguir?
Cronología
La cronología que trato de daros ahora tiene que ser muy corta y
abreviada. Tiene muchos detalles técnico-administrativos particulares
de la República Federal Alemana y trataré de no perderme en ellos, ya
que la realidad en cada país es diferente. Por lo tanto, poco se podrá
concluir de ello dadas las diferentes realidades nacionales.
La “fase preparatoria”
Para nosotros, una muy buena preparación del proyecto es de
singular importancia. La mayoría de nosotros proviene, y permanece
activo, en el movimiento libertario alemán desde hace muchos años.
Así, todos sabemos lo rápido que pasa el tiempo y la facilidad con la que
se escapan los años. No queremos gastar tiempo debido a una mala o
precipitada preparación, ni con tonterías prematuras. Nuestro lema al
respecto es muy sencillo: “tenemos mucha prisa, por eso lo preparamos
muy lentamente”.
Hacernos grupo
Después de haber publicado el libro se definió la “fase
preparatoria”. En ella nos encontramos ahora mismo (nota del autor:
sobre la respectiva situación actual, ver la hoja de introducción).
Durante esta fase ciertas cosas tienen que lograrse: tenemos que
conocernos mutuamente, no sólo escribiéndonos cartas o
intercambiando ideas políticas y opiniones, sino también como
personas en nuestras vidas y nuestros caracteres. Tenemos que
hacernos grupo en el sentido amplio de la palabra: política, económica,
individual y psicológicamente. Son procesos variados que necesitan
tiempo.
Profesiones
Tenemos que encontrar personas con las profesiones
adecuadas: ya sea con título o conocimientos autodidactas o bien
concluyendo las formaciones profesionales en curso y los oficios que los
compañeros desean realizar en el futuro proyecto.
Horst Stowasser
Discutir el concepto
Tenemos que formar los pequeños grupos que constituirán los
futuros “doble-proyectos”. Tenemos que juntar el dinero necesario para
la compra de equipos, inmuebles y terrenos, una vez elegida la ciudad.
Tenemos que volver a discutir críticamente todo el contenido del libro
“Das Projekt A”, que no es otra cosa que una propuesta general, a fin de
cambiarlo, completarlo y así elaborar un nuevo concepto con el cual nos
identifiquemos todos.
Tenemos que conocernos en situaciones normales y
extraordinarias. Para ello nos visitamos mutuamente, organizamos
encuentros y mitines, campamentos y viajes, planeamos pequeños
proyectos temporalmente limitados para trabajar juntos, etcétera.
Estructura orgánica
Tenemos que organizar toda una estructura de encuentros a
escala nacional, regional o profesional, donde desarrollemos la
discusión, adoptemos decisiones, elaboremos los detalles y planeemos
los próximos pasos. Hemos de crear un boletín de debate interno, de
crítica e información, donde cada uno pueda expresarse sin censura.
Tenemos que hacer sesiones y juegos de tipo psicodinámico e intentar
abrirnos mutuamente, entrenar nuestra sensitividad y nuestra
comprensión entre todos. Tenemos que analizar los puntos débiles y los
posibles peligros de nuestro proyecto e intentar elaborar
contraestrategias. Tenemos que prever y calcular el posible rechazo y
represión. Todo eso y mucho más ha de realizarse en dicha “fase
preparatoria”.
Final de la preparación
Esta fase no se define por tiempo, sino por calidad. Es decir, que
esta fase no termina después de determinado tiempo, sino en el
momento en que estemos convencidos de haber cumplido con todas esas
necesidades y de que ya no hay nada de que hablar sino que el asunto
esté maduro para empezar. Una vez que tengamos las personas precisas
en el lugar correcto, el dinero y las profesiones unidas, encontrada la
ciudad adecuada y elaborado el proyecto justo, sintiéndonos grupo,
empezaremos.

Encontrar el lugar adecuado
La ciudad adecuada debe encontrarse durante la fase
preparatoria. Para ello elaboramos una especie de lista de criterios con
un sistema valorativo. Estos criterios abarcan aspectos como por
ejemplo el ambiente ecológico, la calidad urbanística, los precios de
casas, terrenos y locales, actividades políticas y culturales, presencia de
otros movimientos sociales, estructura político-administrativa, fuerza
económica, estructura coexistente con industrias, servicios públicos y
comercio, distancia a otros centros urbanos mayores, agricultura y
artesanía, posibilidad de colaboración con otros proyectos alternativos
locales y mucho más. En una segunda fase, creamos “patronazgos” para
las ciudades preferidas y propuestas por diferentes compañeros,
reduciendo así las candidaturas a un número menor. En una tercera
fase, tras haber reducido nuevamente el número de ciudades,
enviaremos “espías” a los lugares restantes, con el fin de vivir allí una
temporada y obtener el máximo de informaciones e impresiones. Al
mismo tiempo, cada integrante del grupo tiene la ocasión de visitar
estas ciudades personalmente. Finalmente tomaremos una decisión
común de acuerdo con los resultados obtenidos, esperando encontrar
así para nuestro proyecto específico una ciudad más o menos “óptima”.
Archigrupo y grupos pioneros
Mientras tanto, los procesos de clarificación en los más diversos
grupos habrán progresado, de manera que ya podemos crear lo que
llamamos el “archigrupo”, es decir, gente, que ya está del todo
convencida y dispuesta a contraer compromisos y obligaciones. Hasta
este momento, la presencia en el grupo era totalmente libre y no
obligaba a nada. Ahora, sin embargo, habrá compromisos de toda clase,
libremente contraídos, de tipo moral, legal y económico. Cada grupo
puede unir a sus componentes según su parecer y pensamos que, en los
casos en que existan grandes inversiones de dinero, conviene incluso
firmar contratos legales que eviten una pelea eterna en el caso de que el
compromiso político-moral fallase.

Contraer compromisos
Quisiera recordar, sin embargo, que cada “doble-proyecto” es
autónomo al fijar sus estructuras y que, hacia el proyecto entero,
solamente existen obligaciones de tipo moral. Sin embargo, según la
experiencia de muchos proyectos alternativos de los últimos veinte
años, parece ser conveniente que se fije de antemano la manera en que
un grupo se disuelve en caso de pelea, convención que debería
establecerse cuando el grupo esté en plena armonía.
Juntar fondos económicos
Otro proceso que hay que realizar durante la fase preparatoria
es el de reunir las sumas de dinero necesarias que deben ser invertidas.
En principio, cada colectivo (doble-proyecto) tiene que arreglarse por sí
solo. Eso se hará probablemente de manera muy convencional y clásica:
trabajar y ahorrar dinero, conseguir un crédito, contribuyendo con
capitales ya existentes (libretas de ahorro, venta de inmuebles, etc.),
obtener préstamos de familiares y amigos, organizar campañas de
solidaridad, cobrar herencias futuras o actuales. Otros pueden
contribuir inicialmente con bienes materiales como equipos, vehículos,
maquinaria, terrenos, casas, experiencias, etc. Adicionalmente
podemos vender bonos de solidaridad, organizar conciertos en
beneficio del proyecto y crear una especie de grupo de soporte entre
simpatizantes, amigos y compañeros fuera del proyecto, que pueden
efectuar donaciones. Por otra parte, desde el comienzo, abriremos una
cuenta corriente común, en la que cada interesado y futuro participante
contribuirá con una mensualidad determinada por él mismo, en
función de su situación económica.
Este dinero, no demasiado al principio pero que irá
acumulándose como un ahorro nutrido por muchas pequeñas
donaciones mes por mes, no ha de utilizarse para ni por ningún “dobleproyecto”
específico, sino que será fondo común.
Nuestra caja común
Es una primera suma “simbólica” de nuestra unidad colectiva,
y debe emplearse justo después del comienzo para beneficios de todos,
sea como caja de emergencia o para comprar equipo general que todos
necesitamos. Esta caja común y su administración es el comienzo, la
forma embrional, del “Consejo” anteriormente descrito y de esta forma
este “Consejo” ya puede empezar a funcionar antes del comienzo real.
Como ya dije, posteriormente este fondo será nutrido por las ganancias
que cada “doble-proyecto” genere. Será, pues, una de las medidas
preventivas con las cuales pensamos superar las más diversas crisis que,
seguramente, sufriremos en la etapa de los primeros meses y años.
Independencia financiera del estado
Estamos todos de acuerdo que queremos mantener el volumen
de créditos y préstamos lo más reducido posible y que ningún proyecto
dependa de ayudas y subsidios estatales o semi-estatales, muy
frecuentes en Alemania, Escandinavia, Australia, etc. Esta decisión no
es tanto una decisión moral como pragmática. No tenemos
inconvenientes en aceptar dinero del Estado (porque al fin y al cabo es
dinero que viene del pueblo y nosotros lo emplearemos mejor que, por
ejemplo, el ejército), sino que queremos evitar que nuestro proyecto
dependa del Estado y se vuelva objeto de toda clase de presiones y
chantajes, como ha sucedido con muchos proyectos en Alemania.
Cualquier subsidio será pues, para nosotros, una suma extraordinaria,
pero cada proyecto debe ser conceptuado de forma que pueda también
existir sin esta clase de “propinas”.
¿Dónde encontrar a la gente?
La última cuestión importante referente a la fase preparatoria
es la siguiente: ¿dónde y cómo encontramos la gente que necesitamos
para empezar el proyecto?
Un proyecto para todos
Obviamente, el primer “reclutamiento” se efectuará mediante
la difusión del libro. Esta gente vendrá en su mayoría, directa o
indirectamente del movimiento anarquista. Esto no es necesariamente
una ventaja. El Proyecto A no está definido como un proyecto para
anarquistas. Por el contrario se define como un proyecto anarquista
para todo el mundo. Tenemos a este respecto otro lema muy sencillo:
“Cualquier persona, que realmente desee vivir de esta forma y lo
demuestre con seriedad, para nosotros es suficientemente anarquista,
no importa cómo se defina ella misma”. No ponemos etiquetas a la
gente sino que queremos valorarla como personas. Sin duda, ningún
carácter autoritario se sentirá a gusto entre nosotros y dentro de estas
estructuras libertarias. Lo que queremos lograr, ya desde el comienzo,
es crear estructuras abiertas y acogedoras para todos, especialmente
para esta dichosa “gente normal” que es a quienes queremos convencer.
Quisiera recordar lo que ya dije: que en la fase inicial queremos ya
emplazar a nuestros “pioneros” por la “segunda generación” que
queremos encontrar e integrar desde la población local.
Evitar la publicidad sensacionalista
Pese a todo, no dudamos que este proyecto empezará con un
80% de anarquistas. Esto se debe a que estamos cuidadosamente
evitando toda publicidad y prensa sensacionalista. No queremos alertar
de forma innecesaria ni a la policía, ni a la justicia, ni a las autoridades
locales, entidades bancarias, ni a la administración, ni a la prensa,
televisión, etc. De otra manera, éstos podrían fácilmente montar el
fantasma de una “oscura conspiración anarquista” que podría
obstaculizar nuestro camino incluso antes de haber empezado,
provocando así el fracaso de todo el proyecto. Por eso, el libro y las
demás informaciones no se transmite ni por librerías ni públicamente,
sino de persona a persona y por las redes libertarias ya existentes en
Alemania. No quiere decir que sea un proyecto secreto o paranoico,
solamente queremos disminuir el riesgo de una publicidad prematura y
dañina.
Evitar debilitar el movimiento anarquista
El peligro de que de esta manera desviemos de otros proyectos
y organizaciones anarquistas a los mejores militantes, debilitándolos de
esta forma, es relativamente pequeño, ya que el Proyecto A interesa,
sobre todo, a aquellos anarquistas que hasta ahora no tenían
perspectivas claras o no estaban satisfechos con el trabajo que iban
realizando.

El balance del grupo. Proceso de “selección”
Por todo ello, estamos intentando crear cierto balance para
llegar a un grupo armónico. Decimos, abiertamente, que el proceso de
formar el “archigrupo” es un proceso de selección. Es un proceso de
selección “mutua”. No hay una autoridad que decide, sino que
decidimos todos en un proceso diario de conocernos y compartir
experiencias. Quien no aporte la seriedad y el interés necesario, no
encontrará a otros compañeros que constituyan con él un doble
proyecto y se autoexcluirá de esta manera por falta de confianza,
seriedad y madurez. Bajo este aspecto, el Proyecto A no es abierto para
“todos”. No somos liberales, sino libertarios. Tomamos muy en serio el
principio del libre acuerdo y del contrato social, tal como cualquiera
puede hacerlo.

Advertencia
Por eso dimos y seguimos dando una clara advertencia a todos
los entusiastas de poca voluntad, que puedan cruzar nuestro camino:
este proyecto significa trabajo duro y requiere disciplina, dedicación,
entusiasmo, realismo y entrega. No es un pasatiempo, sino, para la
mayoría de nosotros, una perspectiva para toda la vida. Es un proyecto
para soñadores, pero solamente para soñadores realistas. En
consecuencia, hemos publicado una especie de “ideal” de la
composición de nuestro grupo.
La simpatía mutua. Jóvenes, mujeres, niños y ancianos
En primer lugar, buscamos a gente simpática que no se una al
proyecto siendo frustrados, agresivos o indiferentes. Necesitamos gente
optimista, sin perderse en un entusiasmo ciego. Probablemente el
criterio de “simpatía mutua” adquirirá una gran importancia en los
primeros contactos, quizá más que la afinidad teórica en ideales
políticos. Sería peligroso, si la mayoría de los componentes fueran muy
jóvenes. Compañeros de dieciséis o dieciocho años se entusiasman
fácilmente por un concepto, pero al cabo de unos meses o años sienten la
gran necesidad de un cambio, de andar por el mundo, de vivir otras
experiencias. Sería irresponsable someterlos a la presión moral de
permanecer y cumplir con sus compromisos. Por otra parte, su marcha
podría –si se tratara de muchos– poner rápidamente en peligro todo el
proyecto. Esta consideración, naturalmente, es de carácter general y la
edad sola no es siempre un factor de peligro. En realidad, ya hay una
serie de excepciones positivas. Sólo queremos lograr que el promedio de
los integrantes sea equilibrado y, desde luego, habrá gente joven así
como gente adulta y de edad más avanzada. Por otra parte, las personas
que buscamos tienen que aportar alguna experiencia tanto en el campo
político como laboral.
El participante “ideal”
Una persona que nunca antes haya sufrido una derrota política,
fácilmente se desilusionará de tal manera al vivir las primeras
frustraciones del proyecto que perderá todas las esperanzas. Y no
tenemos la menor duda que viviremos muchas frustraciones y que
sufriremos alguna que otra derrota... Una persona que ya ha sufrido
frustraciones anteriores, sin que éstas la hayan hecho pesimista y
amargada sería ideal para nuestro proyecto. Otra preocupación es el
equilibrio entre mujeres y hombres que normalmente está en pésimas
condiciones. Esperamos firmemente que el marco de este proyecto sea
capaz de dar a las mujeres todas las posibilidades de realizarse y
sentirse bien y haga posible que, incluso los hombres, puedan
convertirse en buenos “feministas” en el mejor sentido de la palabra. De
hecho ya existe un grupo de mujeres que desarrolla su propia actividad.
También queremos integrar a muchos niños en nuestro proyecto, ya que
una educación libre y libertaria es una de nuestras preocupaciones para
el futuro. Un proyecto sin niños es un proyecto sin vida y sin futuro...
Por último, queremos crear lugares donde la gente anciana pueda vivir
con dignidad. Tenemos muchos planes en este sentido, imposibles de
desarrollar aquí pero, al fin y al cabo, todos sabemos que nosotros
seremos los viejos de mañana y ninguno de nosotros quiere vivir la
vejez en estas condiciones inhumanas e indignas frecuentes en los
modernos estados sociales. Además, un aspecto que llevó a estas
consideraciones es el hecho vergonzoso de cómo el movimiento
anarquista, que reclama un alto ideal humanitario, muchas veces dejó
vivir y morir a sus propios compañeros ancianos en lamentables
condiciones.

En suma, estamos buscando personas de edad media,
experimentadas, con oficio, de inclinaciones libertarias, si es posible que
contribuyan material e ideológicamente siendo soñadores realistas, con
cierta capacidad de digerir frustraciones y la cantidad necesaria de
entusiasmo. Introduciendo estos criterios de selección, preferimos
crecer lentamente en favor de una más elevada calidad del grupo. Estas
condiciones, que pueden parecer algo rígidas, están en realidad abiertas
a excepciones que, tanto el proyecto entero como cualquier “dobleproyecto”
puede hacer. Están previstas más que nada para la
composición del “archigrupo” y de los primeros “grupos pioneros” y
sabemos perfectamente que éstos se encuentran, en la fase inicial, en una
situación dura y difícil, que requiere todas las energías para la
instalación del proyecto y sus defensas contra los primeros ataques. En
períodos posteriores, una vez el proyecto instalado y sólido, podemos
reducir estas condiciones o prescindir totalmente de ellas.
Apoyo para grupos “problemáticos”
Pensamos, incluso, que entonces el proyecto puede adquirir una
gran función de integración a grupos marginados o de cierta
problemática, como por ejemplo, drogadictos, alcohólicos,
psíquicamente débiles, etc. integrándolos en los diferentes colectivos.

Infiltración del lugar
El primer paso hacia la ciudad elegida, desde luego, no será de
tal manera que una invasión de anarquistas hunda a la localidad en un
día determinado. Nos instalamos poco a poco y comenzamos por
instalar aquellos proyectos que, por su necesidad técnica o para la
infraestructura, son imprescindibles. Queremos que también aquellos
compañeros que se encuentran actualmente en paro consten entre los
primeros que se instalen. Mientras tanto, otros proyectos menos
importantes, que ya funcionan, permanecen a la espera, al igual que
aquellos compañeros, que aún trabajan en sus antiguas profesiones y
cobran sueldos altos. Así, en caso de necesidad, ellos pueden prestar
ayuda financiera y moral a las primeras crisis que los “pioneros” puedan
sufrir. Éstos, a su vez, pueden buscar locales, viviendas y terrenos
adecuados para aquellos que están esperando. Así efectuamos una
especie de “infiltración” que puede durar, aproximadamente, dos años.

Seguridad
Evitamos así un “choque” masivo dentro de la población que
pueda sentirse invadida y a la vez damos una especie de seguridad
económica al inicio. Recién terminada esta “fase de infiltración” con
tres, cuatro o cinco olas de instalación, comienza realmente el Proyecto
A en cuanto a un factor político, abierto y ofensivo. Una vez superados
los primeros problemas y crisis, tendremos el tiempo y la dedicación
necesaria para salir al público y presentarnos abiertamente como
alternativa social, política y cultural.
Y ahí se cierra el círculo. Lo que queremos que se desarrolle y
suceda, ya lo he explicado anteriormente.
Cambiar el concepto, si es necesario
Éstas son nuestras ideas básicas, para poner el Proyecto A en
marcha. Desde luego, la situación específica de la localidad también
debe ser considerada: si allí ya existen proyectos que nosotros
queríamos instalar, podemos cambiar nuestros planes o bien intentar
combatir los existentes; depende si nos son simpáticos o no. En cambio,
si vemos faltas y necesidades que no habíamos considerado
anteriormente, podemos cambiar de planes y montar otros proyectos
nuevos. Adicionalmente, antes de empezar, queremos contactar con
toda gente de tipo “alternativo” en la ciudad, intentando saber su
opinión hacia nuestros planes y tal vez ganando su soporte o incluso su
integración en el proyecto.
La expansión del proyecto.
Atracción para la gente de conciencia
Una red cubriendo todo el país
Obviamente, nuestra meta final no es la infiltración de una
pequeña ciudad, actuar allí subversivamente con el fin de crear así una
especie de isla anarquista.
...Nuestra meta final es, por el contrario, que el espíritu del
Proyecto A, su esencia, se difunda y crezca. Queremos ser contagiosos
en todos los sentidos. Queremos animar este proceso en dos niveles: a
nivel local y a nivel nacional, pensando en un futuro tal vez no lejano,
incluso vemos interesantes posibilidades de contactos y cooperaciones
internacionales. A nivel local, queremos expandirnos rápidamente a los
suburbios, a los pueblos vecinos, a toda la comarca, a otras ciudades
cercanas. No creando nosotros, en primer lugar, nuevos “dobleproyectos”
y núcleos subversivos, sino animando a los simpatizantes
que hayamos conocido poco a poco, a crear sus propias iniciativas, tanto
políticas, culturales y económicas. Pensamos que rápidamente
estableceremos lazos de confianza con la gente de la región y que
nosotros podremos darles un empuje, un apoyo moral y material, para
que ellos realicen el proyecto que crean oportuno. Pensamos además
que, en la primera fase, nuestra forma de vida y actuación será más
atractiva a la gente “alternativa” y “progresista” que a la gente
“normal”. Si realmente funcionan nuestros modelos, pensamos que
servirán de inspiración a muchos de éstos. Así, el Proyecto A empieza a
crecer y expandirse en los alrededores de la ciudad. A nivel nacional,
naturalmente queremos mantener relaciones estrechas y fraternas con
toda clase de grupos e individuos libertarios, invitándolos también a
seguir experiencias similares o adaptar alguna que otra de forma
análoga. Es muy probable que la discusión del Proyecto A, durante su
fase preparatoria, no genere un solo proyecto A, sino proyectos B, C, D,
en diferentes lugares de Alemania, Austria o Suiza. Pero incluso si no es
así, pensamos que al no fallar nuestra experiencia, podrá darle cierto
entusiasmo al movimiento libertario y llegar a inspirar a algunos, que
acto seguido intenten montar proyectos similares en sus ciudades,
siguiendo así nuestro ejemplo. Este proceso lo pensamos apoyar
editando una revista informativa del proyecto, realizando un trabajo de
relaciones públicas, recibiendo visitas e invitando a los curiosos. De esta
manera, en un período de unos diez años, aproximadamente, pensamos
cubrir toda Alemania con una red más o menos densa de proyectos o
iniciativas similares. Cada uno de ellos, al igual que el nuestro, también
se difundirá en su propia región, haciendo esta red cada vez más densa.
Las perspectivas internacionales
Existen también ideas maduras, para que “el Proyecto” pueda
convertirse en un fenómeno internacional. Primeramente nos
serviríamos de los múltiples contactos que ya existen con el movimiento
libertario internacional, informándoles, invitándolos y animándolos a
desarrollar conceptos similares, adaptados a las realidades de sus países.
Desde luego, no se trata de instalar una nueva corriente ideológica, sino
de transferir algunas ideas básicas como la de romper con el gheto
anarquista, conquistar popularidad y confianza entre la población, tratar
de unificar el sector político con el privado y el económico, etcétera.

Adaptar las ideas
Y es evidente que una adaptación del Proyecto A, que fue
diseñado para las realidades de Alemania, será muy diverso por ejemplo
en Estados Unidos, España, Turquía, Australia o Uruguay. Mientras que
en España habrá probablemente que buscar una unión de las luchas
militantes del anarcosindicalismo con la vida cotidiana, en Alemania aún
es una meta futura de crear o desarrollar un movimiento obrero
libertario. En Turquía, sin duda, la cuestión agraria jugará un papel más
importante que en EE.UU. y, en Australia, los proyectos probablemente
estarían muy influidos por la existencia de grandes comunas en el campo.
Pero eso son diferencias del “fenotipo”; en cuanto al “genotipo”, podría
perfectamente darse una solidaridad y una cooperación internacional.
En Alemania tenemos para lograr esta difusión internacional la
gran ventaja de la emigración. Mediante los lazos que los emigrantes
turcos, norteafricanos, españoles, portugueses, italianos... tienen,
podemos crear núcleos en dichos países. Análogamente hay
posibilidades en los países del Este, como por ejemplo, Alemania Oriental
o Polonia.
Precisamente en países sin tradición ni movimiento libertario
como por ejemplo Marruecos o Turquía, pensamos que modelos
libertarios con base económica (por ejemplo, cooperativas) tienen
muchas ventajas respecto de la simple propaganda anarquista de tipo
“panfletario”, casi automáticamente ilegal en estos lugares. En cambio
con aquellos países donde existen fuertes estructuras libertarias como
por ejemplo España, Francia, Italia, Estados Unidos y algunos lugares de
América Latina podemos ya establecer lazos fuertes y directos, tanto a
nivel político como a nivel económico y cultural. Pensamos en un
intercambio intensivo de compañeras y compañeros, viviendo y
trabajando una época en diversos colectivos en diferentes países.

Campañas internacionales
Podemos perfectamente organizar campañas de solidaridad e
información en apoyo a luchas directas que tengan lugar en países
extranjeros. Y finalmente podemos importar y comercializar productos
de cooperativas libertarias o talleres autogestionados para
comercializarlos en Alemania, utilizando la venta de estos productos
para una información política sobre las condiciones específicas de su
producción y distribución. Así, otra vez, tenemos un ejemplo de unir lo
político con lo económico... Pero todo esto son planes para el futuro, una
vez instalado y estabilizado nuestro proyecto.
La difusión de un “virus”
Nuestra meta principal, pues, es la de convertir el Proyecto A en
una realidad social y de difundir este “virus” sobre toda la superficie de
nuestro país. Así pensamos dar un nuevo impulso revitalizador al
movimiento libertario y acercar a mucha gente la forma de vida y a la
cultura libertaria, es decir, al “anarquismo vivido”. Esto podía ser
fácilmente una nueva y fuerte estrategia del anarquismo, que podría
perfectamente completarse con otras estrategias ya existentes como el
anarcosindicalismo, el antimilitarismo, la lucha ecológica, el pacifismo o la
lucha local militante.
Abrir un nuevo frente
Si queréis podemos hablar de abrir un “nuevo frente” en la
lucha contra el sistema; un “frente” muy sofisticado y difícil de definir y
combatir por nuestros enemigos por tratarse de una superficie
completamente legal y un dinamismo subversivo difícil de detectar. Este
dinamismo subversivo combate el Estado en las mentes de la gente,
genera experiencias autogestionarias, crea formas embrionarias de
contrasociedad y dará el coraje y el ánimo necesario a mucha gente para
oponerse directamente al sistema. Estamos bastante convencidos de
que, al expandirse nuestras múltiples experiencias populares, mucha
gente pierda su confianza hacia el Estado y gane paralelamente una
fuerte confianza en sus propias capacidades. No creemos, sin embargo,
que toda esta gente “infectada” por el virus libertario se convierta
automáticamente en anarquistas convencidos.

La tolerancia “positiva”
Tampoco es necesario. Pero sí creemos que, mediante este
procedimiento, tenemos por lo menos la posibilidad realista de que
mucha “gente normal” llegue a lo que llamamos una “tolerancia
positiva” hacia las ideas y formas de vivir y actuar anarquistas que
sustituirá la “identificación negativa” con el Estado, anteriormente
descrita. Es éste el primer paso. Este primer paso significa nada menos
que los anarquistas tendrían una posibilidad que (al menos en
Alemania) no existió durante cincuenta años. Si en nuestra ciudad, por
ejemplo, un 30% de la población simpatiza abiertamente con nosotros,
esta “tolerancia positiva” sería un soporte y una base que los
anarquistas nunca han tenido en las últimas décadas. Y esta “tolerancia
positiva” podría convertirse en un soporte activo y directo en cualquier
conflicto concreto que pueda surgir.
Síntesis
En resumen, con nuestro proyecto
• descomponemos la sociedad actual ;
•aprendemos, experimentamos y creamos formas
embrionarias de una nueva sociedad;
• enseñamos modelos de autogestión a la población;
• ridiculizamos, combatimos y sustituimos las instituciones
estatales, haciéndolas superfluas. Las debilitamos y
derrumbamos;
• creamos nuevas estructuras mejores, accesibles a todos, y
• realizamos, al hacer todo ello, una vida modesta pero feliz
para nosotros.
Entrar en la sociedad en lugar de retirarse
Nosotros no queremos así crear un “nuevo mundo” aparte del
capitalismo, aislado y autárquico como lo propuso, por ejemplo, el
anarquista alemán Gustav Landauer antes de la Primera Guerra
Mundial (aunque estamos cercanos a Landauer en algunos otros
aspectos), sino que queremos ser núcleos activos, virulentos y
subversivos dentro de la sociedad, para vencer al capitalismo. Sabemos
perfectamente que la auténtica autogestión y una verdadera sociedad
libertaria no son posibles dentro del capitalismo. Pero esto no debe
llevarnos al fatalismo y dejar por ello de construir nuevas estructuras
embrionarias, capaces de descomponer al sistema aunque sea,
inicialmente, en sectores aparentemente pequeños y poco importantes.
No nos retiramos, entramos. Atacamos al sistema en múltiples formas,
en múltiples niveles, abierta y subterráneamente.
Evitar el conflicto militar
No lo atacamos necesariamente allí donde el sistema está
extremadamente fuerte y preparado, sino en esos campos donde esté
débil y no tenga ya preparadas las contraestrategias a su alcance.
Consideramos, por ejemplo, una estrategia idiota, atacar al sistema
estatal-capitalista en batalla abierta precisamente en aquel campo
donde se encuentra en una superioridad clásica: la lucha militar. No
sólo perderíamos esta batalla debido a nuestra increíble inferioridad de
fuerza, experiencia y mentalidad, sino que además tendríamos que
sacrificar los ideales anarquistas para convertirnos en aparato militar
semiprofesional.
Privar al estado de la lealtad de la gente
Nosotros preferimos vencer al Estado primero en las
conciencias y luego en las realidades sociales y mediante la actuación
ofensiva, subversiva y directa de la gente. Queremos que la gente se
desvincule de toda lealtad al Estado, tomando su destino en sus propias
manos.
Quisiera ahora haceros una simple pregunta:
¿Qué nación puede resistir a un movimiento así por largo
tiempo?
Revolución mundial
Por eso, en última instancia, nuestra perspectiva final no es otra
que la revolución mundial. Una revolución mundial anarquista, desde
luego. Quizá sería una revolución un poco diferente a los clisés e
imaginaciones clásicas de heroicas luchas en barricadas, francotiradores
y bombas que estallan. Sin embargo, sería una auténtica revolución, con
una posibilidad realista de que de ella nazca una sociedad libertaria. Sería
una revolución que podemos iniciar ahora mismo. Y sería un proceso
revolucionario, que de paso, nos ofrece una vida satisfactoria al realizarlo.
Puntos débiles del proyecto
Esto, naturalmente, suena muy eufórico. Sin duda somos
entusiastas, sin ser eufóricos. Pero también vemos los muchos puntos
débiles de nuestro proyecto. En el libro, hay un capítulo entero que trata
de ellos. En la discusión, seguramente encontraremos otros. El punto débil
más importante será seguramente la naturaleza humana, su subjetividad.
Pienso que tendremos muchos problemas que surgirán de los más
diferentes e irracionales sentimientos humanos, de comportamientos
absurdos, animosidades, celos, abusos, odios, competencias... Los seres
humanos no somos simples “factores” que funcionen dentro de un
planteamiento, por “genial” que sea.
Otro punto débil es el peligro de que el proyecto sea integrado por
el sistema, se aburguese o se comercialice. Las diferentes formas de
represión constituyen otro punto débil, que nos preocupa, pues no
pensamos que el sistema permanezca indiferente a nuestros intentos, una
vez comprendido el peligro que significa. Y hay muchos otros puntos
débiles, que no puedo enumerar aquí...
Reducir los riesgos
Pero pensamos que los obstáculos tienen que ser superados y que
los problemas deben ser resueltos. No los superaremos con
lamentaciones. Nuestra estrategia general hacia estos puntos débiles es la
de eliminar de antemano, en la fase preparatoria, cuantos más mejor.
Considerar todos ellos al crear nuestras estructuras internas que deben ser
diseñadas de tal manera que impidan su desarrollo o, al menos, reduzcan
el riesgo de que esos peligros pongan en jaque al proyecto. Finalmente
pensamos que, al tener estos peligros presentes en nuestras conciencias,
dentro de un gran colectivo, podemos tal vez reconocer y combatir toda
clase de desvíos y desvirtualizaciones. Claro que, con todos estos “filtros”
instalados en nuestras estructuras, aún quedan muchos obstáculos, pero
tenemos coraje suficiente para enfrentarnos con el resto.

Experimento, peligro y esperanza
Sólo reducimos los riesgos y no existen ninguna garantía de lo
que va a suceder. Pero, ¿cuándo ha habido un intento revolucionario con
un seguro de éxito? Claro que habrá aún mucho experimento, mucho
peligro y mucha esperanza, pero todo ello basado en un fundamento
realista.
Pero... ¿conocéis alguna otra alternativa? Yo no veo ninguna.
Todas nuestras vidas son riesgos, experimentos, peligros y esperanzas
y, sin embargo, no nos suicidamos. Luchamos. Queremos que estos
riesgos, experimentos, peligros y esperanzas ya no permanezcan en las
manos de otros. Yo, por mi parte, prefiero tomar mis riesgos en mis
propias manos.
Bakunin lo dijo con otras palabras:
“Aquellos que reclaman lo posible, jamás logran nada. Pero
aquellos que reclaman lo imposible, al menos logran lo posible”.
Muchas gracias por vuestra atención y paciencia.
Nota sobre el autor
Nació en 1951 y militó durante unos veinte años en el
movimiento libertario. Tuvo los primeros contactos con el anarquismo
en la Argentina. Estudió agronomía e idiomas, trabajando muchos años
en la Universidad Popular, sobre todo entre emigrantes económicos.
Publicó numerosas revistas y publicaciones libertarias, entre ellas la
revista Impulso en castellano. Ingresando en la CNT en 1973, realizó las
más diversas tareas relacionadas en España y Alemania, participando
en varios congresos y plenarios de dichas organización, así como en
congresos de la AIT, IFA y otros encuentros internacionales. Fue uno de
los animadores de la CNT en Alemania y uno de los primeros miembros
de la FAU, abandonándola de forma fraternal después de formular
ciertas criticas. Creó el archivo y la biblioteca anarquista “Das
Anarchiv”, único centro de documentación anarquista en Alemania,
que lleva más de diez años de existencia. Ha escrito media docena de
libros y folletos populares sobre temas anarquistas y realiza una
constante labor de conferencias y actos públicos sobre temas libertarios.
En el año 1985 cumplió una condena carcelaria por “insultar al ejército”,
que tuvo un vasto eco en la prensa libertaria. Actualmente trabaja como
fotocompositor en una firma “alternativa”. En 1990 pasó a vivir en
Neustadt, uno de los lugares donde empezó a funcionar el Proyecto A,
formando parte del Grupo WESPE.

El anarquismo ya está muy de onda
Reportaje a Murray Bookchin por Wolfgang Haug
Pregunta: Te quiero preguntar acerca del movimiento anarquista en
los EE.UU., porque percibo, de nuestras conversaciones anteriores,
que dirigís mucha crítica contra el llamado “anarquismo de estilo de
vida”. Creo que esta corriente, por el momento, no es significativa en
Alemania, sin embargo hay tendencias parecidas que hacen que un
análisis valga la pena. Muchas veces se pueden atribuir semejantes
críticas a motivos personales como, por ejemplo, envidia o este tipo de
cosas. Quizá podemos comenzar por ése con lo siguiente: ¿cuál es la
base política y filosófica de tu crítica?
Siempre hubo dos corrientes principales en el anarquismo. Una
de ellas viene de la tradición liberal angloamericana, remontándose a
John Locke, pasando por John Stuart Mill. Es claro que esta tradición
liberal no es en ninguna forma sólo anglo-americana, ella tuvo la misma
influencia en otros países. Empieza con la teoría de la autonomía del
individuo. Esta teoría dice que hay que partir del individuo para
entender cómo es la estructura de la sociedad. Lo mejor de este principio
es la tesis del “derecho natural”, es decir, la noción de que el ser humano
nazca con ciertos derechos naturales. Pero se deduce de este principio
que la sociedad no es más que una acumulación de individuos. Todavía
no está claro, para los representantes de esta teoría, como debería
funcionar esta acumulación. La vieja tradición planteaba que esto fuera
reglamentado por un contrato social. Pero no sólo como el propuesto
por Hobbes, Locke, Rousseau, sino también por contratos directos entre
los individuos acerca de sus responsabilidades, ventajas, etc. –como
manifiesta Proudhon en sus ideas–. Él trabajó su Sistemas de contratos, el
cual continúa en la tradición anarquista hasta Kropotkin.
Pero hay otra tendencia en el anarquismo, especialmente desde
el siglo XIX, después de la Revolución Francesa y ésta es la corriente
socialista. No uso la palabra “socialista” aquí en el sentido de los
socialdemócratas o de algún partido social, sino en un sentido original
como Kropotkin usó la palabra. Esta tendencia afirma que el ser
humano vive siempre en una sociedad y que como individuos, en esta
sociedad, al vincularse con el otro, cada individuo es producto de su
propia sociedad, influyéndose recíprocamente. Para aclarar más este
principio, quiero continuar afirmando que el individuo es producto e
“influenciador” de la sociedad: históricamente hubo épocas en que la
gente no pensaba en sí misma como individuo; en muchas sociedades
tribales tempranas se veía sólo como parte de la tribu, eso aun en la polis
griega, en la cual los miembros se sentían responsables ante la misma. El
pensamiento individual se iba desarrollando muy de a poco, a fines de la
Edad Media, en el Renacimiento, con el aumento del comercio. El mismo
iluminismo del siglo XVIII creyó que la sociedad cambiaría al individuo;
es decir que si había una buena sociedad, habría también buenos
individuos. Esto es muy importante para la teoría del anarquismo y el
socialismo. El marxismo que se concretó en el bolcheviquismo se
desintegró, éste reducía al individuo a un instrumento de la historia,
contra el cual el anarquismo siempre se enfrentó.
Hay que reconocer que el socialismo, al igual que el iluminismo,
da más importancia a la sociedad que al individuo.
Hoy esto es ya un gran problema, el movimiento obrero se
disuelve y nosotros no tenemos más conciencia de clase, no hablo
siquiera de un movimiento obrero revolucionario, porque todo
pertenece a la clase media. Ni los socialistas ni los anarcosindicalistas
tienen más influencia. Eso no es el resultado de la apertura de la Cortina
de Hierro ni de la caída del muro de Berlín, porque este desarrollo ya
tiene muchos más años en los EE.UU., dicho en pocas palabras, parece
que hoy en día al elemento socialista le falta la base, es decir, una base
popular. Por eso, lo que pasa cada vez más es que la vieja tradición
(norte) americana, individualista desaloja a la tendencia socialista con
más fuerza. Por eso el anarquismo en los EE.UU. –y también
parcialmente en Gran Bretaña– está adquiriendo un perfil cada vez más
individualista. En los EE.UU. esta tradición individualista es aún más
marcada, ya que tiempo atrás Benjamin Tucker y Lysander Spooner se
definieron como anarquistas.
Por lo tanto, lo que pasa hoy es que se va desarrollando un
bohemismo individualista, en vez de un movimiento social, que se
mezcla en la vida de la gente; en vez de una política que intenta organizar
ideas libertarias conforme a la gente, todo acaba en el concepto de mi
autonomía: hoy en día una gran palabra de moda. Se que ustedes tienen
autonomía en Alemania, que hay espontaneístas autónomos en Europa,
pero en los EE.UU. la palabra significa algo más básico: ¡yo soy el centro
de mi universo!
El anarquismo ya está muy de onda
Así actúo, así me visto, así me comporto como un individuo
heroico; esto puede llevar, por una parte, al terrorismo (que no
representa ninguna problemática actual ya que tenemos aquí un
terrorismo especial, o sea la pura criminalidad) o por otra parte, lleva
psicológicamente a cosas como teñirse el pelo de violeta y ser muy
anticonvencional.
Éste es el elemento clave del comportamiento anarquista de
hoy en día, y eso conduce a un comportamiento antiorganizador porque
predomina la creencia de que la organización significa la subordinación
de las unidades individuales. De esta manera se llega a la idea de que no
se puede unir el anarquismo y la democracia, ya que democracia
significa dominar a minorías. En una democracia la mayoría no puede
impedir que una minoría se queje, reclame cambios, etc...; finalmente se
llega a decisiones por consenso...
Si puedo interrumpir aquí, ¿qué es lo equivocado del principio de
consenso?, las decisiones por consenso son muy usuales y deseadas
tanto entre las y los anarquistas de base como otras y otros anarquistas
en Alemania y en otros lados.
Ya lo sé. Yo también experimenté el principio de consenso en
grandes movimientos de masa de unos millares de personas como en la
Clamshell-Alliance (actividades de resistencia al reactor atómico de Seabrook
a mediado de los años ’70, nota W.H.). En grupos de 10 a 15 personas que se
conocen, que sus ideas ya se intercambiaron y saben cómo los otros se
orientan, la decisión por consenso se justifica porque hace posible que
tomen decisiones después de un breve debate. Pero cuando se juntan
2000 personas, como vi en la Clamshell-Alliance, el consenso significa,
antes que nada, la renuncia obligatoria a una opción diferente de parte
de la minoría: ella tiene que votar lo mismo que la mayoría, le guste o no
le guste porque si no se la considera como “no amigable”.
Segundo, el consenso en un grupo tan grande significa que, de
antemano, una decisión se establece en el nivel común más básico para
que cada uno pueda estar de acuerdo. Y tercero, lo que pasa es que, como
pasó con el asunto Clamshell, los dos mil fueron manipulados por unos
pocos oradores, algo que destruyó desde adentro la alianza, uno de los
mayores movimientos ambientalistas de mediados de los años ’70.
Una importante problemática de la decisión por consenso es la
misma minoría, ésta debe existir, debe poder continuar trabajando en su
sentido, debe poder desafiar y convencer a una mayoría y no tener que
renunciar a su principio a favor de una unanimidad.
Volvamos otra vez al concepto de “autonomía”. Vos percibís en esta
palabra más que nada el concepto de la libertad individual; ¿pero no
tiene la “autonomía” ningún componente social?
No, para eso hay “freedom” (libertad) la palabra inglesa
“freedom” es derivada de la alemana “Freiheit”. “Freedom” implica
instituciones sociales.
La sociedad humana es más que un rebaño animal, ella es
estructurada, los animales tienen lazos que los unen a la madre, al
rebaño, y eso tiene motivos biológicos. Como también en las familias
humanas, pero eso provocó transformaciones; los seres humanos
formaron tribus, clanes, que a su vez provocaron una modificación y se
construyeron ciudades y comunas y todas formas de organizaciones
sociales. Los animales no conocen esta forma de organización; los seres
humanos combaten su organización social, la transforman, construyen
instituciones democráticas, republicanas o monarquías, etc. Nosotros
buscamos instituciones nuevas.
Por lo tanto si vienen los anarquistas individualistas y dicen
que la sociedad es una acumulación de individuos, ¿qué tipo de
instituciones tendremos entonces?, si opinan que se debe regular todo
por medio del principio de consenso, ¿cómo se debería tomar
decisiones?, ¿cada uno cree realmente lo mismo?, eso sería bien triste y
llevaría mas bien a una futura sociedad en que dominaría una voluntad
general, como con los jacobinos que en la Revolución Francesa
impusieron esta voluntad con la guillotina.
Es importante acordarse que la diferencia entre autonomía y
libertad es la diferencia entre una sociedad que se ve como la
acumulación de individuos y que definitivamente es conducida por
cualquier cosa, no simplemente por el Estado, sino más bien por el
mercado libre. Acordémonos que los teóricos liberales hablaban menos
de la libertad que del mercado libre, y que ellos querían moldear la
sociedad alrededor de los contratos de comercio con un mínimo de
gobierno. Dicho en breve todo eso se complica más cuanto más se acerca
a la fórmula de la “acumulación de individuos”. Esta fórmula esconde el
hecho de que existen los más variados motivos, lazos y organizaciones
que ejercen influencia sobre este organismo que es la sociedad. En el
El anarquismo ya está muy de onda
concepto de la libertad se reconoce la historicidad de una sociedad, se ve
que el individuo es un producto de la historia, se desarrollan las
nociones de la libertad y su crecimiento. La noción de la libertad que
nosotros teníamos en la vieja izquierda, mientras yo estaba en el
movimiento comunista, en los años ’30, de los cuales renuncié hace ya
tiempo, era de naturaleza puramente económica. Creíamos en una
sociedad sin clases, creíamos que todos los problemas se desintegrarían
en ella y eso fue una versión de la libertad muy progresista en contraste
con la noción política de la libertad que surgió de la Revolución
Francesa. Pero no fue bastante progresista, la libertad elimina no sólo las
clases sino la jerarquía en sí misma, concepto que es mucho más amplio
y del cual surge que la libertad tiene su historia y el tipo de libre
sociedad, al que nosotros aspiramos, tiene que ver íntimamente con la
noción de libertad que desarrollamos. También el individuo se
transforma; cuando yo era joven, por ejemplo, ser gay era una
vergüenza, a la gente que lo era casi se la linchaba, por lo tanto nadie lo
decía. Hoy hablamos de sus derechos y hablamos hace tiempo de los
derechos de las mujeres; éstos van más allá de la igualdad económica.
De este amplio abanico de posibilidades que da la idea de libertad nos
vienen más posibilidades de exigir de las instituciones una sociedad
libre.
Resumiendo: la diferencia entre autonomía y libertad es que la
autonomía queda estática, se basa en un individuo que en alguna
manera existe por su nacimiento, no se basa en instituciones sociales ni
en responsabilidad excepto en las limitaciones negativas, lo que no se
debe hacer, lo que perjudica al otro. En la libertad, se sobreentiende que
tiene que haber una organización social, que todo, aun la noción de la
libertad, está sujeto a un desarrollo histórico, que se crearán nuevas
instituciones, nuevas formas de la individualidad surgirán y nuevas
responsabilidades y derechos aparecerán.
De estas dos tradiciones que quiero nombrar, la individualista y
aquella tradición que en sentido más amplio es la socialista, es la
segunda, por lo tanto, aquella anticapitalista y antijerárquica, es decir, la
revolucionaria que pierde su popularidad cada vez más en los EE.UU. y
cada vez más jóvenes pertenecen a estos yuppis individualistas y me da
pena decir que muchos de estos se declaran anarquistas. Con todo esto
asumen nociones burguesas, una nueva “intimidad” está entrando
grandiosamente, en total se trata de ideas apolíticas, no de ideas
antiestatistas, de no involucrarse en asuntos sociales. Es en esta
tendencia donde la burguesía y sus creadores de moda, sus directores
de cine, sus medios, buscan a cada vez más nuevas y más locas personas.
Por ejemplo durante la Revolución Cultural, en la China de Mao Tse
Tung, los uniformes de la Guardia Roja se pusieron de moda en Nueva
York y había gente que iba a trabajar a Wall Street con estos uniformes
puestos. Mas tarde, se puso de moda vestirse completamente de negro y
todas las boutiques empezaron a vender remeras negras, pantalones
negros y aun máscaras negras; y se podían comprar remeras con la A en
el círculo. La gente que las compraba no sabía por qué tenía puesta esta
A ni qué significaba. Quiere decir que el capitalismo no tenía ningún
problema, en absoluto, con esta autonomía.
Ella es de reonda, produce nuevas necesidades, nuevas modas
y nuevos estilos de vida y todo el mundo se une a ellos. Tengo un libro,
Introducción a los diversos estilos de vida, es increíble, se publicó en 1977.
Resumiendo, nos cuenta que la política no es más interesante, lo que sí
cuenta es la autorrealización. El libro prometió mostrar los caminos
para ser uno mismo nuevo o sea una nueva persona, una única y sola
persona. Quizás ésta le hubiese gustado a Stirner pero quizá, por otro
lado, no. Pero ya se volvió a un fenómeno de masa, por lo menos en la
clase media que se puede permitir cultivar a una nueva persona, con la
ayuda de la psicoterapia, por la astrología, por distintos estilos de moda
y, lo siento mucho, por ideas que vienen de él, el anarquismo ya está
muy de onda.
Cuando, de este modo, los anarquistas construyen sus teorías
sobre la autonomía y el consenso, contra la tecnología (alusión al
periódico anarquista de los EE.UU. Anarchy nota de W.H.) y para un nuevo
primitivismo (alusión al periódico anarquista de los EE.UU. Fifth Estate
nota W.H.) y en fin sobre una extravagante singularidad. Yo lo encuentro
trágico, similarmente trágico cuando individuos indígenas construyen
el mito de que ellos estén más cerca de la naturaleza y de allí deducen un
derecho a preceder o cuando unos afroamericanos descubren de nuevo
unos rituales y de allí desarrollan este mismo derecho o cuando unas
ecofeministas reivindican que las mujeres tengan el derecho a mandar
porque ellas son más de la mitad de la población del mundo y que estén
más cerca a la naturaleza por su capacidad de parir, todo eso hace una
sola cosa, impide que se forme nuevamente un movimiento. En vez de
esto se afirman distintos cultos, unos muy grandes, sin duda, pero cada
El anarquismo ya está muy de onda
uno se cree la vanguardia del movimiento, cada uno piensa “nosotros
somos los más oprimidos y por eso los demás tienen que hacer lo que
nosotros exijimos”. Me opongo a este tipo de pretensión y comienzo de
nuevo con un análisis de la sociedad y desarrollo, de ahí, una
perspectiva de cómo debería verse una futura sociedad, con esto no
declaro que sé todo, y estoy dispuesto a aprender de todos, pero abogo
por organizarse, estoy contra el consenso y para diferencias de opinión,
porque yo fui normalmente parte de las minorías, quiero que esto quede
claro (se ríe). Estoy para un proceso revolucionario y para seguir con
este asunto abogo por una dimensión democrática del anarquismo que
nombro comunalismo.
¿Cómo definís este concepto?
En un diccionario (anglo)-americano (Heritage Dictionary) hay
una buena descripción: “El comunalismo es la teoría de un sistema de la
sociedad en que comunidades autónomas y locales están unidas
libremente en una federación”. Los anarquistas deberían apropiarse de
este concepto. Una cosa es estar en contra de los partidos o en contra del
Estado pero ¿cómo sería una definición positiva?, ¿para qué estamos?.
Entre los anarquistas socialistas siempre hubo un ideal: la comuna de
comunas. Con todo eso, las palabras “socialista” y “comunista”, tienen
una carga negativa por los derrumbados estados llamados “socialistas”
y el bolcheviquismo, como también la palabra “anarquismo” por el
individualismo. Hoy en día hay que usar una palabra adicional al
anarquismo y por eso yo usaría la noción del “anarquismo comunal”,
porque éste es el contenido del mundo que nosotros queremos
construir, no sólo el mundo al que estamos resistiendo. Si usás la palabra
“anarchist” en los EE.UU. se te considera como individualista. Quizás
es poco conocido pero los anarquistas españoles de 1936 usaban la
noción del comunismo libertario para su concepto de la sociedad en
lugar de anarquismo. En todas las ocasiones brindaban al “comunismo
libertario”, las únicas ocasiones en que todavía gritaban “viva la
anarquía” era durante las ejecuciones cuando a ellos se les disparaba o
durante los funerales. Y había un motivo para eso: la noción debía
expresar por lo que los anarquistas abogaban, no solamente contra. El
anarquismo devino demasiado en la negación. La mentalidad que se
deduce del concepto de la autonomía es contra qué se está. Una unión de
egoístas, como se encuentra en Stirner, no muestra para qué tipo de
sociedad están, por eso entonces el comunalismo, al describir la
sociedad demuestra para qué estamos, para las comunidades libres,
para una confederación, etc.; es obvio que por eso estoy contra el Estado,
contra el capitalismo, contra la jerarquía, etcétera.
¿Podés aclarar cómo imaginás, en la práctica, la realización de este
concepto de comunalismo, por ejemplo en una ciudad?
Creo que una condición importante para los comunalistas es
que reconozcan que no es que haya simplemente una sociedad y un
Estado, sino que cada uno de ellos, desde nuestro punto de vista, tiene
su propia función; la sociedad es el “mundo” en que trabajás, en que
conocés amigos, donde crecen los niños, etc. El Estado es el lado
autoritario, éste posee el monopolio del poder, divide la sociedad en
clases, oprime y administra. En realidad hay otro plano, los griegos lo
llamaban el plano “político”, que significaba la administración de la
comunidad. Y éste pasaba por las grandes asambleas de todos los
ciudadanos. Una limitación era que su noción de “ciudadano” era muy
restringida, no se permitían ni mujeres, ni esclavos, ni extranjeros que
vivían en la ciudad. Pero dentro de la asamblea de los ciudadanos, cada
uno tenía los mismos derechos, cada uno tenía voz y voto. Cuando
podían llegar a una decisión por consenso, bien, cuando no, se votaba.
La polis era un espacio público, una esfera política. En el otro lado estaba
la esfera privada o social, la familia, el trabajo, la educación, etc. Pero
este espacio público, donde se confrontan intereses y se resuelven
democráticamente, tiene que existir. ¡Y es esta esfera pública y política
en que todos discuten y deciden la que tenemos que desarrollar
nuevamente! En (anglo) América esto se llama “face-to-face
democracy” (la democracia de base, la democracia directa), Esto no
tiene nada que ver con la “democracia” de hoy. Hoy en día usamos la
palabra democracia para referirnos a una república. Por eso el concepto
de política está tan íntimamente atado al Estado que éste ha encontrado
la posibilidad de hacerse pasar por este espacio político.
¡Por ser anarquistas debemos eliminar el Estado, no la esfera
política!, no podemos simplemente desviar todo a la “sociedad”, a la
esfera social. Por ejemplo los anarcosindicalistas lo han intentado
cuando querían hacer la esfera pública y política de las fábricas, donde
el sindicato tomó la producción en sus manos. Pero en una sociedad
libre tiene que existir una esfera política en que la gente no se sienta más
El anarquismo ya está muy de onda
como obreros o como intelectuales, me gustaría partir de la idea de que
se pueda unir a ambos, como soñaron Kropotkin, Marx y los del ’48.
Entonces, tenemos que desarrollar esta esfera política y
también la noción específica del ciudadano libre, que no es más ningún
fenómeno de clase. No es más la clase, sino la comunidad quien
determina al citoyen, un concepto que viene de la Revolución Francesa.
En aquel entonces la profesión que se practicaba no tenía ninguna
importancia mientras sí el hecho de que alguien fuera a la asamblea
barrial e intervenía. Esta diferencia no es poca, quiero seguir con el
ejemplo de la Revolución Española para aclararla:
Una vez que los obreros en Barcelona habían tomado el control
de las fábricas por la CNT aunque hubiesen colectivizado las fábricas,
muchos de ellos se portaron como “capitalistas colectivistas”, ya que
entraban en competencia con otras fábricas colectivizadas del mismo
ramo. Por su parte la CNT reclamaba la declaración de esta
colectivización y, le gustara o no, creó una nueva burocracia. Cuando
ibas a una asamblea de fábrica no eras ningún “ciudadano libre”; ibas
como obrero textil, como ingeniero, etc., es decir te mantenías siendo un
producto de las estructuras industriales y que tenías un interés especial
para representar, que no partía del interés general de la comunidad. La
esfera política tiene que transformarse en una parte de una teoría
libertaria original como también tiene que nacer un nuevo tipo de
persona comprometida socialmente, a ésta la llamo “ciudadano”
(citizen). Se trata de retomar la habilidad política para todos. La gente en
los EE.UU. cree cada vez menos en el Estado. Cuando se cree en el
Estado se sustenta una política como aquella del Partido Verde, que
entran en el Parlamento y en el gobierno de Alemania, Se sustentan
conceptos como la “democracia representativa”, eso es una estupidez
total. No se puede realizar ninguna democracia basada en la
representación. Eso es una contradicción. Tampoco se hace ninguna
política allí, lo que se produce es el “arte de gobernar”. La política
verdadera es la gestión de una comunidad por la gente de la misma
comunidad por asambleas; ésta es la gestión de una comunidad por
delegados, que en cada momento se encuentran bajo la vigilancia de la
asamblea. Hoy en día no se trata de formar instituciones alternativas,
como cooperativas de alimentos, provisión de servicios médicos, por
importante que sean, en cambio hay que crear esta esfera política a nivel
de ciudad, en las muy grandes, en los barrios, los distritos y en las
pequeñas en el nivel del municipio. La gente tiene que trabajar ahí para
lograr el control sobre su ciudad, su concejo municipal, etc. Esto no debe
significar que el anarcocomunalista aspire sólo a este control para que,
por ejemplo, después lo ejerza sobre las instalaciones sanitarias de una
ciudad. Lo que viene después, y es muy importante, es que se formen
confederaciones sobreregionales, confederaciones que estén en
oposición radical al Estado. Éstas exigen la devolución de las
atribuciones que el Estado sacó a las comunas ya hace centenares de
años. Entonces no se puede realizar ningún anarquismo comunal en
una sola ciudad –como tampoco se puede construir el socialismo en un
país–. Una vez que se formen confederaciones se puede lograr debilitar
al Estado y conseguir que éste devuelva las incumbencias expropiadas.
Para mí esto significa un sistema de dualidad de poderes por un
cierto período y este segundo poder se vuelve contra el Estado. Esto
quiere decir, también, que ningún comunalista se debe postular como
diputado provincial y menos aún para el Estado o la cámara de
diputados nacionales. Se trata de una lucha para minar el Estado, no a
participar. Ojalá que sea posible, que se pueda ahuecar al Estado
pacíficamente. Que no pueda proceder contra una mayoría. Pero
ciertamente no voy a poder convencer a ningún neonazi y voy a tener
que entender que cierta gente va a actuar contra nosotros. Quiero decir
que, dado el caso, nos vamos a tener que proteger.
Otra vez quiero enfatizar que el concepto del comunalismo no
tiene nada que ver con el concepto de los verdes alemanes. Ellos no se
han postulado solamente para las elecciones locales, sino también para
las estatales y nacionales. Mis conceptos no tienen nada en común con
eso. No quiero ningún partido, quiero un sistema de confederaciones,
pero también quiero decir otra cosa: entre los anarquistas hay un
místico miedo de votar, entre ellos hay muchos buenos compañeros y
puedo entender sus motivos, pero cuando se trata de todas las
elecciones tiene algo de místico. No quieren votar en las elecciones
locales y no quieren participar orgánicamente en éstas. No trabajan
tampoco en los barrios para crear asambleas barriales. Pero por lo
pronto se trataría de fundar estas asambleas en todos los niveles, hasta
que, finalmente, ciudades como Frankfurt y Berlín fuesen tan
penetradas de las mismas que una confederación de ciudades sea
factible.
Eso no es imposible. En la revolución (norte) americana, se
El anarquismo ya está muy de onda
encuentra el ejemplo de Boston, alrededor de 1860, era la tercera ciudad
de los EE.UU., no con millones pero si con centenares de miles de
habitantes y fue “gobernada” por una asamblea municipal, cuando ésta
crecía demasiado se dividía la ciudad en cinco, diez, quince, distritos, así
que mas tarde hubo quince asambleas municipales distintas a las cuales
todos podían ir (con la limitación de que entonces eran, otra vez, más que
todo, sólo hombres). Los resultados eran encargados a los delegados que
juntaban las distintas decisiones asamblearias. Además ni había
intendente.
Miremos, entonces, la comuna municipal de París. El Estado
había dividido París en 60 partes, que debían elegir a delegados como
más tarde, por ejemplo a Robespierre, Marat, Danton, etc. Antes de la
Revolución los distritos decidieron no aceptar más el rol de órgano del
Estado y en vez de delegar su opinión al gobierno municipal de París,
seguían celebrando sesiones y se transformaron en una nueva autoridad.
¡Entonces los órganos estatales se crearon independientes!, con la
intención de limitar la influencia de los distritos, el gobierno municipal
redujo los distritos a 48. Por la extensión mayor de éstos, que eran
secciones sin nombre, se trató de que la votación se hiciera más difícil. Sin
embargo estas secciones se volvieron más revolucionarias que los
distritos precedentes y en 1793 crearon la “Comuna de Comunas”. Esto
significaba que la comuna de París quería representar el punto de
referencia para las comunas en toda Francia. Todas las comunas se
debían organizar por asambleas locales. Querían eliminar la asamblea
nacional –por lo tanto el Estado republicano–.
¿Por qué cuento todo esto?, porque a muchos compañeros les
sale muy fácilmente que el concejo municipal sea creatura del Estado.
Pero quiero aclarar una cosa ¡a una creatura del Estado bajo las
condiciones radicales de un movimiento radical se le puede dar vuelta y
dirigirla contra el Estado!
El Estado nunca puede estar seguro, en nivel local, de que pueda
mantener el poder en tiempos revolucionarios, especialmente cuando la
gente se encuentra y decide directamente. Naturalmente que pueden
existir limitaciones como, cuando en Berlín, Bremen o Hamburgo, el
concejo municipal, por ejemplo, en financiamiento depende
directamente del gobierno central, porque no es deseable ir directamente
al Senado, sino más bien organizar numerosas asambleas en los distritos
de las ciudades siempre con el objetivo de que el Estado pierda la
influencia y el control.

Si te comprendo bien estás dispuesto a romper con unas ideas y
principios anarquistas para generar de nuevo la capacidad política y la
influencia social de un movimiento anarquista. Esto se promovía
repetidamente con la expresión “el aggiornamiento del anarquismo” y
esto con tono de autocrítica pero que siempre se dejaba poner en
práctica con grandes dificultades.
El anarquismo tiene que ser capaz de hacer la “política” y
formar una organización de nuevo o va a devenir en un tipo de
boutique, a terminar como un elemento bohemio o en un culto a la
personalidad en donde se trata de satisfacer los propios deseos.
Entonces el anarquismo se volverá una parte de la industria del éxtasis
(no tengo nada contra el éxtasis, me encanta el éxtasis... se ríe).
El anarquismo tiene que hablarle a la gente de nuevo, no sólo a
nosotros mismos. Se tiene que capacitar para la política de nuestro
círculo para afuera.
Burlington, Vermont, 6 de septiembre 1994.
Traducida de “Schwarzer Faden” Nº52, enero 1995 por P.L y O.E.
El anarquismo ya está muy de onda
Seis tesis sobre municipalismo libertario
Murray Bookchin
I
Históricamente, la teoría y la práctica social radical se han
centrado sobre las dos zonas de la actividad social humana: el lugar de
trabajo y la comunidad. A partir de la creación de la nación-Estado y de
la Revolución Industrial, la economía ha ido adquiriendo una posición
predominante sobre la comunidad –no sólo en la ideología capitalista,
sino también en los diferentes socialismos, libertarios y autoritarios,
que han ido apareciendo en el último siglo–. Este cambio de posición del
socialismo desde una postura ética a una económica es un problema de
enormes proporciones que ha tenido amplia discusión. Lo que es mas
importante dentro de este punto son los socialismos en sí, con sus
preocupantes atributos burgueses, extrañamente adquiridos, un
desarrollo principalmente revelado por la visión marxista de llegar a la
emancipación humana a través del dominio de la naturaleza, un
proyecto histórico que presumiblemente establece la “dominación del
hombre por el hombre”; es el razonamiento marxista y burgués del
nacimiento de una sociedad de clase como “precondición” a la
emancipación humana.
Desafortunadamente el ala libertaria del socialismo –los
anarquistas– no han avanzado consistentemente en la prevalencia de lo
moralista sobre lo económico. Aunque quizá lo han desarrollado a
partir del nacimiento del sistema fabril, tocus classicus de explotación
capitalista, y de nacimiento del proletariado industrial como
“portador” de la nueva sociedad. Con todo su fervor moral, la
adaptación sindical a la sociedad industrial y la imagen del
sindicalismo libertario como infraestructura del mundo liberado
supuso un cambio apreciable en el énfasis intencional desde el
comunitarismo hacia el industrialismo; de valores comunales a valores
fabriles. Algunos trabajos, que han adquirido santidad doxográfica
1. Como ejemplo particularmente deprimente, sólo hay que leer El organismo económico de
la Revolución (Barcelona, 1936), traducido al inglés como After the revolution, dicho trabajo
influyó enormemente sobre la CNT-FAI.
1
Dentro del sindicalismo, han servido para enaltecer el significado de la
fábrica y, de forma más general, el lugar de trabajo dentro de la teoría
radical, y eso por no hablar del papel mesiánico del “proletariado”. Los
límites de este análisis no necesitan ser igualmente analizados en este
artículo. En forma superficial, me parece que están justificados con los
hechos acaecidos en la época de la Primera Guerra Mundial y los años
30.
Hoy día la situación es distinta, y el hecho de que podamos
criticarlos con la sofisticación que nos da la perspectiva de décadas, no
nos da derecho a patrocinar el descrédito del socialismo proletario por
su falta de visión futura.
Sin embargo debe hacerse la matización: la fábrica y, con la
historia, el lugar de trabajo, ha sido el lugar principal no sólo de
explotación, sino también de jerarquías, a esto hay que añadir la familia
patriarcal. La fábrica no ha servido precisamente para “disciplinar”,
“unir” y “organizar” al proletariado capacitándolo para el cambio
revolucionario, sino para esclavizarlo en los hábitos de la
subordinación, la obediencia y la penosa robotización descerebrada. El
proletariado, al igual que todos los sectores oprimidos de la sociedad,
vuelve a la vida cuando se despoja de sus hábitos industriales y entra en
la actividad libre y espontánea de comunizar –esto es, el proceso vital
que da significado a la palabra “comunidad”–. Entonces los
trabajadores se despojan de su naturaleza estricta de clase que no es sino
la contrapartida del estatus de burguesía, y se revela su naturaleza
humana. La idea anárquica de comunidades descentralizadas,
colectivamente gestionadas, estatales, y con una democracia directa y la
idea de la confederación de municipalidades o “comunas”, habla por sí
sola, así como en una formulación más expresa a través de los trabajos
de Proudhon y Kropotkin, expresando el papel transformador del
municipalismo libertario como una columna vertebral de una sociedad
liberadora, enraizada en el principio ético antijerárquico de unidad de la
diversidad, autoformación y autogestión, complementariedad y apoyo
mutuo.
Seis tesis sobre municipalismo libertario
II
La comuna, como municipalidad o ciudad, debe evitar un papel
puramente funcional de un estado económico, en el que los seres
humanos no tienen oportunidad de realizar actividades agrícolas, sino
pasar a ser un “centro de implosión –usando la terminología de Lewis
Munford– que realce las comunicaciones sociales internas y el
acercamiento de los miembros de la misma, de forma que se demuestre
su función histórica transformando esa población casi tribal, unida por
lazos de sangre y por costumbre, en un cuerpo político de ciudadanos
unidos por valores éticos basados en la razón.
Esta función abiertamente transformadora atraerá al “extraño”
y al “no miembro” al interior de un denominador común con el
tradicional genol creando así una nueva esfera de interrelaciones –el
reino del polissonomos– literalmente la gestión de la polis o ciudad. Es
precisamente a partir de esta conjunción de nomos y de polis que deriva la
palabra “política” una palabra que ha sido desnaturalizada y convertida
al estatalismo. Igualmente, la palabra polis ha sido reconvertida como
“Estado”. Estas distinciones no son meras disquisiciones etimológicas.
Reflejan, por el contrario, una auténtica degradación de estos conceptos,
siendo todos y cada uno de ellos de enorme importancia para legitimar
fines ideológicos. A los antiautoritarios les choca y rechazan la
degradación del término “sociedad” entendido como “Estado”, y tienen
razón. El Estado, tal como lo conocemos, es un aparato diferente que se
utiliza para dirigir a las clases; es el monopolio profesionalizado de la
violencia con la finalidad de asegurar la subyugación y la explotación del
hombre por el hombre. Las teorías antropológicas y sociales nos enseñan
cómo el Estado ha ido emergiendo lentamente a partir de relaciones
jerárquicas más abiertas, también nos enseñan sus distintas formas y
cuáles son su grado de desarrollo, y cómo se dibuja dentro del concepto
de nación-Estado moderno, asimismo nos están enseñando, muy
posiblemente, cuál vaya a ser el futuro, con el Estado en su forma
absolutamente más totalitaria. Así pues, los antiautoritarios saben
también cómo las nociones de familia, lugar de trabajo y diversas formas
culturales de asociación –en el sentido más completo y antropológico de
la palabra “cultural”–, las relaciones interpersonales y, de forma general,
la esfera de la vida privada, están, sin paralelismo alguno, totalmente
diferenciados, social e intrínsecamente, del estatismo.
Lo “social” y el “estatalismo” pueden infiltrarse el uno en el
otro, así, en este sentido, los antiguos despotismos reflejaban la
soberanía patriarcal del oikos. La absorción de lo social por el moderno y
gigantesco Estado totalitario refleja la ampliación del concepto de
“burocracia” (tanto en sus esferas psicoterapéuticas y educacionales
como en la esfera administrativa tradicional) evidenciando las
imperfecciones que existen en todas las clases de organismos sociales.
El surgimiento de la ciudad nos ofrece diversos grados de
desarrollo, no sólo con respecto a una nueva dominación de la humanitas
universal, diferenciada de la parroquia; nos abre la posibilidad del
espacio libre de un nuevo civismo, diferenciado de los lazos
tradicionales, es la gemeinschaften biocéntrica. Asimismo nos ofrece el
reino del polissonomos, la gestión de la polis por un cuerpo político de
ciudadanos libres, en resumen, se nos da la posibilidad de la política en
una forma diferente a lo estrictamente social y al estatalismo.
La historia no nos muestra una esfera de lo político en estado
“puro”, tampoco nos da una visión mayor de las relaciones sociales a
nivel de aldeas y grupos no jerarquizados, y tan sólo en una época más
reciente ha empezado a mostrarnos instituciones puramente
estatalistas. El término de “pureza” es un concepto que es intraducible
en teoría social, a expensas de perder cualquier contacto con la realidad
según hemos podido comprobar por la historia. Sin embargo, existen
aproximaciones a la política, invariablemente de carácter cívico, y que
no son, en principio, de carácter social o estatalista: la democracia
ateniense, las asambleas municipales de Nueva Inglaterra, las
asambleas de sección de la Comuna de París en 1793, por citar tan sólo
los ejemplos más conocidos. De duración considerable en algunos
casos, y efímeras en otros; y hay que admitir totalmente que fueron
marcadas por los numerosos elementos de opresión que existieron en
aquellas épocas. No se pueden unir trozos aquí y allá para ofrecer la
imagen de un estatus político no parlamentario ni burocratizado,
centralizado o profesionalizado, social o estatal, sino que hay que
recoger la imagen ciudadana, reconociendo el papel de la ciudad en la
transformación de una población o de una aglomeración monádica de
individuos en una ciudadanía basada en formas éticas y racionales de
asociación.
Seis tesis sobre municipalismo libertario
III
Si definimos lo social, lo político y lo estatal con una concepción
absoluta, y estudiamos la evolución histórica de la ciudad como en el
espacio en que nace lo político, en forma separada de las ideas de lo
social y lo estatal, estamos entrando en la investigación de unas materias
cuya importancia programática es enorme. La época moderna define
“lo civil” como urbanización, lo cual supone una auténtica corrupción
de la acción ciudadana, amenazando con englobar los conceptos de
ciudad y país, convirtiendo así la dialéctica histórica en algo
ininteligible en la actualidad. La confusión entre urbanización y acción
ciudadana sigue siendo tan oscura hoy día, como la confusión existente
entre sociedad y Estado, colectivización y nacionalización o, en este
sentido, política y parlamentarismo. La urbe, dentro de la tradición
romana, se refería a los aspectos físicos de la ciudad, a sus edificios,
plazas, calles., diferenciándose de la civitas, la unión de ciudadanos en
un cuerpo político. Estos dos conceptos no fueron intercambiables hasta
la época final del Imperio, cuando el concepto de “ciudadanía” ya había
decaído y había sido reemplazado por términos que diferenciaban
castas, y que estaban condicionados por el Imperio Romano; esto nos
muestra un hecho altamente relevante y sustancioso.
Los griegos intentaron retornar a la civitas dejando la urbe,
recrear nuevamente la ekklesia ateniense, a expensas del Senado de
Roma. Pero fracasaron, y la urbe devoró a la civitas bajo la forma de
Imperio. Se supone que los ciudadanos libres, que formaban la columna
vertebral de la República, y que pudieron haberla transformado en una
democracia, una vez que “bajaron de las siete colinas en las que Roma se
fundó” se “empequeñecieron” usando la terminología de Heme. La
“idea de Roma” en tanto que una herencia ética, se fue reduciendo en
proporción directa al crecimiento de la ciudad. A partir de entonces,
“cuanto más crecía Roma, más se dilató esta idea; el individuo se perdió
por completo en la urbe, los grandes personajes que conservaban cierto
poder ya nacían con esta idea, y se ahondaba aun más la diferencia con
los individuos menores”.
Aquí podemos obtener una enseñanza, y aprender de los
peligros de la jerarquía y de la “grandeza”, y además captar el sentido
intuitivo que supone la distinción entre urbanización y acción
ciudadana, el crecimiento de la urbe a expensas de la civitas. Y además
surge otra cuestión: ¿tiene la civitas o el cuerpo político significado a
menos que literal y protoplásmicamente tenga un contenido? Rousseau
nos recuerda que “las casas forman la urbe, pero que (sólo) los
ciudadanos forman la ciudad”. Los habitantes de la urbe se conceptúan
como simple “electorado”, o como “votantes”, o ya usando el termino
más degradante utilizado por el Estado, “impositores sujetos a
gravamen”, –un termino que es realmente un eufemismo aplicado a un
“sujeto”–. Los habitantes de la urbe se transforman en abstracciones, y a
partir de entonces, en simples “criaturas del Estado”, utilizando la
terminología jurídica norteamericana en relación con el estatus legal de
lo que es una entidad municipal hoy día. Un pueblo, cuya única función
política es la de votar delegados, no es pueblo en absoluto; es una
“masa”, una aglomeración de mónadas. La política diferenciada de lo
social y lo estatal supone la reestructuración de esas masas en asambleas
totalmente articuladas, supone asimismo la formación de un cuerpo
político dentro de la idea de debate, de la participación racional, la
libertad de expresión, y a través de fórmulas democráticas radicales de
toma de decisiones.
Este proceso es interactivo y autoformativo. Se puede elegir
entre seguir a Marx en la idea de que los “hombres” se forman a sí
mismos como “productores de cosas materiales”; se puede seguir a
Fichte diciendo que son individuos éticamente motivados; o según
Aristóteles, decir que son habitantes de la pote; Bakunin decía que los
hombres eran quienes buscan la libertad. Sin embargo, cuando no existe
una presencia autogestionaria en todas las esferas de la vida
–económica, ética, política– y libertaria, la formación del carácter que
transforma al “hombre” de objetos pasivos en sujetos activos es,
lamentablemente, inexistente. La personalidad, es tanto una función,
dentro de la acción de “gestión”, o mejor todavía de la comunización,
como la gestión es una función de la personalidad. Ambos conceptos
son parte del proceso formativo que los alemanes denominan bildung y
los griegos denominan paideia. El lugar donde se desarrolla lo civil, tanto
si es la polis, la ciudad o el vecindario, es la cuna de civilización humana,
tras el proceso de socialización que supone la familia, y para complicar
aun más las cosas, la “civilización” civil es simplemente otra forma de
politización, conviniendo una masa en un cuerpo político, deliberativo
y racional. Para llegar a este concepto de civitas, se presupone que el ser
humano es capaz de reunirse, superando a las monadas aisladas, puede
Seis tesis sobre municipalismo libertario
debatir directamente mediante formas de expresión que “vayan más
allá de las simples palabras”, y que razonen en forma directa, cara a
cara, llegando pacíficamente y en común a puntos de vista que permitan
tomar decisiones factibles, llevándose realmente a cabo mediante
principios democráticos. Para formar estas asambleas y que además
funcionen, es necesario que los propios ciudadanos se formen también,
ya que la política es baladí si no tiene un carácter educacional y si esa
idea de nueva apertura no está promoviendo un carácter formativo.

IV
Así pues, la municipalidad no es tan sólo el “lugar” donde uno
vive, la “inversión” de tener una casa, sanitarios, salud, servicios de
seguridad, un trabajo, la biblioteca y amenidades culturales. La
ciudadanización forma, históricamente, una nueva transición de la
humanidad que desde las formas tribales hasta las formas civiles de
vida, lo cual tiene un carácter tan revolucionario como el paso de los
grupos cazadores hacia el cultivo de la tierra; o como del cultivo de la
tierra a la industria manufacturera. A pesar de los absorbentes poderes
del Estado, hubo un posterior desarrollo que combinó civismo con
nacionalismo, y política con estatalismo; como decía V. Gordon Childe,
la “revolución urbana” fue un cambio tan grande como la revolución
agrícola o la revolución industrial. Además se puede comprobar que la
nación-Estado, al igual que sus predecesores, lleva en las entrañas
mucho de este pasado ya mencionado, y aún no lo han digerido. La
urbanización puede completar aquello que los Césares romanos, las
monarquías absolutas y las repúblicas burguesas no pudieron
–destruyendo incluso la herencia de la propia revolución urbana–, sin
embargo esto aún no ha tenido lugar.
Antes de entrar en las implicaciones revolucionarias de las
aproximaciones al municipio libertario y de volver sobre política
libertaria, es necesario estudiar un problema teórico: la realización de la
política diferenciada de la simple administración.
En este punto, Marx, en sus análisis sobre la Comuna de París
de 1871 ha construido una teoría social radical de considerable
imperfección. La combinación existente en la Comuna, de política
delegada, con la acción de policía realizada por los propios
administradores, hecho que Marx celebró profusamente, supuso el
mayor fracaso de esta revolución. Rousseau, con bastante razón,
planteaba que el poder popular no se puede delegar sin que se destruya.
O bien se tiene una asamblea popular que ostenta todos los poderes, o
bien esos poderes los ostentará el Estado. El problema del poder
delegado infectó por completo el sistema de consejos: los soviets
(Raten), la Comuna de 1871, y naturalmente los sistemas republicanos
en general, tanto de carácter nacional como municipal, las palabras
“democracia representativa” son una contradicción terminológica. Un
pueblo no puede constituirse en polissonomos, realizando la designación
del nomos creando legislación, o nomothesia delegando en cuerpos que
excluyen el debate, el razonamiento, y la forma de decisión que
caracteriza la auténtica identidad de la política. No menos importante
es la no entrega a la administración –mera ejecución de la política– del
poder de formular que debe ser administrado sin entrar en la actividad
habitual del Estado.
La supremacía de la asamblea, como fuente de política por
encima de cualquier organismo administrativo, es la única garantía,
dentro de la existencia individual, para que prevalezca la política sobre
el estatalismo. Este grado perfecto de supremacía tiene una importancia
crucial dentro de una sociedad que contiene expertos y especialistas
para las operaciones de la maquinaria social; mientras que el problema
del mantenimiento de la preponderancia de la asamblea popular sólo se
presenta durante el período de tránsito de una sociedad
administrativamente centralizada hacia una sociedad descentralizada.
Tan sólo cuando las asambleas populares, tanto en los barrios de las
ciudades como en los pueblos pequeños, mantengan la mayor y más
estricta vigilancia sobre cualquier tipo de organismo de coordinación
confederal, se podrá elaborar una auténtica democracia libertaria.
Estructuralmente, dicha realización no tiene que conllevar problema
alguno. Las comunidades se han apoyado en expertos y
administradores desde hace tiempo, sin perder por ello su libertad. La
destrucción de estas comunidades ha sido más bien debida a un acto
estatalista, no a uno administrativo. Las corporaciones sacerdotales y
las jefaturas se han apoyado desde siempre en la ideología, y en la
tontería humana en forma aún más clara, y no tuvieron que apoyarse en
la fuerza, para atenuar el poder popular, y finalmente eliminarlo.
El Estado no ha podido absorber nunca, en su totalidad, lo
ocurrido en el pasado; éste es un hecho descrito por Kropotkin, en El
apoyo mutuo, cuando describe el rico contexto existente en la vida civil
hasta las comunas oligárquicas medievales. En efecto, la ciudad ha sido
siempre el punto opuesto de la balanza frente a los estados nacionales e
imperiales, hasta los tiempos presentes. Augusto y sus herederos
hicieron de la supresión de la autonomía municipal una pieza maestra
de la administración imperial romana, e igual hicieron los monarcas
absolutos de la época de la Reforma. “Echar abajo las murallas de las
ciudades” fue la política central de Luis XIII y de Richelieu, una política
que salió a la superficie años más tarde, cuando el Comité de Salud
Pública de Robespierre hizo y deshizo a su antojo para restringir los
poderes de la Comuna 1793-94. La “revolución urbana” ha acompañado
al Estado como un poder doble irreprimible, un desafío potencial al
poder centralizado a través de la historia. Esta tensión prosigue hoy en
día, y como ejemplo, los conflictos entre el Estado centralizado y las
municipalidades en toda Norteamérica e Inglaterra. Es aquí, en el
entorno del individuo más inmediato –la comunidad, el vecindario, el
pueblo, la aldea–, donde la vida privada se va ligando lentamente con la
vida publica, es el lugar auténtico para que exista un funcionamiento a
nivel de base, siempre y cuando la urbanización no haya destruido
totalmente las posibilidades para ello. Cuando la urbanización haya
enmascarado la ciudad de tal manera que ésta carezca por completo de
identidad propia, le falte la cultura y los espacios para relacionarse
socialmente, cuando le falten las bases para la democracia –no importa
con que palabras la definamos–, entonces habrá desaparecido la
identidad de la ciudad, y la posibilidad de crear formas revolucionarias
serán tan sólo sombras de un juego de abstracciones. Por la misma
razón, ningún símil radical basado en fórmulas libertarias ni sus
posibilidades tienen sentido cuando se carece de la conciencia radical
que darán a estas formas contenido y sentido. Démonos cuenta de que
cualquier forma democrática o libertaria puede ser transformada en
contra del ideal de libertad si se conciben de una forma esquemática,
con fines abstractos carentes de esa sustancia ideológica, y de esa
organicidad a partir de la cual estas formas dibujan ese significado
liberador. Además, sería bastante inocente pensar que formas tales
como el barrio, el pueblo y las asambleas comunales populares podrían
alcanzar el nivel de la vida pública libertaria, o llegar a crear un cuerpo
político libertario, sin un movimiento político que fuera altamente
consciente, que estuviera bien organizado y fuera programáticamente
coherente.
Sería igualmente ingenuo pensar que tal movimiento libertario
podría nacer sin la “intelligentsia” radical indispensable, cuyo medio
está en esa vida comunal intensamente vibrante (hay que rememorar a
este respecto a la “intelligentsia” francesa de la Ilustración, y la tradición
que creó en los quartiers [barrios] y cafés de París). No me refiero al
conglomerado de intelectuales anémicos que copan las academias e
institutos de la sociedad occidental. A menos que los anarquistas se
2. A pesar de las ventajas y fracasos, ha sido esta inteligencia radical la que ha servido
2
Seis tesis sobre municipalismo libertario
decidan a desarrollar este estrato de pensadores de menor esplendor,
cuya vida pública se transforme en un búsqueda de comunicación con
su entorno social; en el caso contrario, se encontrarán con el peligro real
de transformar las ideas en dogmas, y de convertirse en herederos por
derecho propio de movimientos y gentes ancestrales, que pertenecen a
otra época histórica.
de puntal para cada proyecto revolucionario en la historia, y de hecho, fueron ellos
quienes literalmente proyectaron las ideas para el cambio, y a partir de las cuales la gente
diseñó sus características sociales. Péneles es un ejemplo de esta inteligencia durante el
mundo clásico; John Ball o Thomas Muntzer durante las épocas del Medioevo y la
Reforma, y Denis Diderot durante la Ilustración; Émile Zola y Jean Paul Sartre en épocas
mas recientes. Los intelectuales de academia son un fenómeno bastante más reciente: criaturas
embibliotecadas, enclaustradas, incestuosas y orientadas a su carrera, carentes de
experiencias vividas y de práctica.

V
Es indudable que uno puede ponerse a jugar –y perderse– entre
términos como “municipalidades”, y “comunidad”, “asambleas” y
“democracia directa”, perdiendo de vista las clases, etnias y diferentes
géneros que convierten palabras tales como “el pueblo” en algo sin
sentido, en abstracciones casi oscurantistas. Las asambleas por sectores
de 1793 no sólo se vieron forzadas a un conflicto con la Comuna
burguesa de París o con la Convención Nacional, sino que se
convirtieron en un campo de batalla entre ellas mismas entre los estratos
de propietarios y no propietarios, entre realistas y demócratas, entre
moderados y radicales.
Si nos quedamos exclusivamente en este nivel económico, sería
tan erróneo como ignorar las diferencias de clase por completo, y hablar
sólo de “fraternidad”, “libertad”, e “igualdad”, como si estas palabras
fueran algo más que retórica. Sin embargo, se ha escrito ya bastante para
desmitificar los lemas de las grandes revoluciones “burguesas”; en
efecto, se ha hecho tanto en este sentido para reducir estos lemas a meras
reflexiones de intereses egoístas burgueses que corremos el riesgo de
perder de vista cualquier dimensión populista utópica que tuvieran
consigo. Después de todas las cosas que se han dicho sobre los conflictos
económicos que dividieron las revoluciones inglesa, americana y
francesa, las historias futuras de estos dramas deberían servir mejor
para revelarnos el pánico burgués a cualquier tipo de revolución; su
conservadurismo innato, y la proclividad que tienen a comprometerse a
favor del orden establecido. También sería de gran utilidad que la
historia enseñara cómo los estratos revolucionarios de cada época
empujaban a los revolucionarios “burgueses” mucho más allá de los
confines conservadores que éstos establecían, llevándolos a
interesantes situaciones de desarrollo de principios democráticos, en
los que los burgueses nunca se han sentido demasiado cómodos. Los
diferentes “derechos” formulados por estas revoluciones no se
consiguieron gracias a los burgueses, sino a pesar de ellos; así los
granjeros libres norteamericanos de la década de 1770 y los sans culottes
(descamisados) de la década de 1790; y además su futuro es cada vez
más cuestionable dentro de este mundo cibernético y corporativo que
está en crecimiento.
Sin embargo, estas tendencias actuales y futuras –de carácter
tecnológico, social y cultural, que se agitan y amenazan con
descomponer la estructura de las clases tradicionales nacidas en la
Revolución Industrial– nos traen la posibilidad de que surja un interés
general diferente a los intereses de clase, creados durante los dos
últimos siglos. La palabra “pueblo” puede volver a incorporarse al
vocabulario radical –no como una abstracción oscurantista, sino como
una expresión cuyo significado venga asociado con una capa social de
desraización progresiva, de fluidez, y desplazamiento tecnológico–, de
forma que ya no sea integrable en una sociedad cibernética y altamente
mecanizada. A esta capa social de desplazamiento tecnológico
podemos añadirle los jóvenes y los ancianos, que se encaran con un
futuro bastante dudoso dentro de un mundo que ya no puede definir
los roles que la gente juega dentro de la economía y la cultura. Estas
capas sociales ya no cuadran adecuadamente dentro de una división
simplista de conflictos de clase, como la que la teoría radical
estructuraba alrededor de los “trabajadores asalariados” y el “capital”
El concepto de “pueblo” puede retornar a nuestra época dentro
de un sentido todavía diferente. Como un “interés general” que se
forma a partir del interés público en relación con temas ecológicos,
comunitarios, morales de género o culturales. Sería además muy poco
hábil el subestimar el papel primordial de estos intereses “ideológicos”
aparentemente marginales. Como decía Franz Bokenau hace cerca de
cincuenta años, la historia del siglo pasado nos muestra más que
claramente cómo el proletariado puede enamorarse más intensamente
del nacionalismo que del socialismo, y ser guiado preferentemente por
intereses “patrióticos” que por intereses de “clase”, tal y como se podría
apreciar por cualquiera que visitara los Estados Unidos. Aparte de la
influencia histórica que tienen movimientos ideológicos tales como el
cristianismo o el islam, los cuales, muestran todavía el poder que la
ideología tiene sobre intereses materiales, nos enfrentamos con el
problema de enfocar el poder de la ideología en una dirección
socialmente progresista, principalmente las ideologías ecologistas,
feministas, étnicas, morales y contraculturales, en las que se encuentran
numerosos componentes anarquistas, pacifistas y utópicos que están
esperando a ser integrados dentro de una visión conjunta y coherente.
En cualquier caso, los “nuevos movimientos sociales”, usando la
terminología creada por los neomarxistas, se están desarrollando
alrededor nuestro, cruzando las líneas tradicionales de clases. A partir
de este fermento se puede elaborar aún un interés general con miras
mucho más amplias, nuevo y de mayor creatividad que los intereses
particulares con orientación económica del pasado. Y será a partir de
este punto que el “pueblo” nacerá y se dirigirá hacia las asambleas, un
“pueblo” que irá más allá de los intereses particulares y dará una mayor
relevancia a la orientación municipal libertaria.
Seis tesis sobre municipalismo libertario
VI
Asimismo cuando la imagen orwelliana de “1984” sea
claramente asimilable en alguna “megalópolis” de un Estado altamente
centralizado y una sociedad altamente corporativizada, tendremos que
ver las posibilidades que tenemos de contraponer a este desarrollo
estatalista y social un tercer supuesto de práctica humana: la situación
política que supone la municipalidad, el desarrollo histórico de la
revolución urbana, que no ha podido ser digerido por el Estado. La
revolución siempre significa una dualidad de poderes, el sindicato de
industria, el soviet o el desplazamiento del capital y un aumento de la
tecnología (cibernética) y que refleja los últimos coletazos de una
economía en decadencia.
También se muere la ciudad –pero de forma muy diferente a la
fábrica–. La fábrica no fue nunca un reino de libertad, siempre fue el
lugar de la supervivencia, de la “necesidad”, imposibilitando y
disecando cualquier actividad humana a su alrededor. El nacimiento de
la fábrica fue combatido por los artesanos, por las comunidades agrarias,
y por todo el mundo a escala más humana y más comunal. Tan sólo la
simpleza de Marx y Engels, que promovieron el mito de que la fábrica
servía para “disciplinar”, “unir” y “organizar” el proletariado, pudo
impulsar a los radicales, ensimismados por el ideal del “socialismo
científico”, a ignorar cuál era el papel autoritario y jerárquico de la
fábrica. La abolición de la fábrica por el trabajo ecotécnico, creativo, e
incluso por componentes cibernéticos, dirigidos a satisfacer las
necesidades humanas, es el desideratum del socialismo en su versión
libertaria y utópica; aún más es una precondición moral para la libertad.
Por el contrario, la revolución urbana ha jugado un papel muy
diferente. Principalmente ha creado la idea de humanitas universal y la
comunalización de la humanidad a lo largo de unas líneas racionales y
éticas. La revolución urbana ha levantado los límites del desarrollo
humano que estaban impuestos en los lazos de hermandad, el
parroquialismo del mundo pueblerino y los efectos sofocantes de la
costumbre. La disolución de las municipalidades auténticas a manos de
la urbanización marcó un punto muy grave de regresión de la vida
societal: supuso la destrucción de la única dimensión humana donde se
daba la asociación superior, y la desaparición de la vida civil, que
justificaba el uso de la palabra civilización, así como del cuerpo político
que daba identidad y significado a la palabra “política”.
A partir de este momento, cuando la teoría y la realidad entran
en conflicto, uno se justificaba invocando la famosa cita de Georg
Lukacs: “Que se fastidie la realidad” (“So much the worse forthe facts”).
La política, tantas veces degradada por los “políticos”, y convertida en
estatalismo, tiene que ser rehabilitada por el anarquismo, y ser devuelta
a su significado original, en el que se suponía una participación y una
administración civil, levantándose en contraposición del Estado, y
extendiéndose más allá de los aspectos básicos de interrelación humana
que llamamos interrelación social.
Con un significado totalmente radical, tenemos que volver
hacia las raíces de la palabra en la polis, y dentro del inconsciente vital de
la gente, de forma que se cree un espacio para una interrelación racional,
ética y pública, que, a su vez, dé lugar al ideal de la Comuna y de las
asamblea populares de la era revolucionaria.
El anarquismo ha agitado siempre la bandera de la necesidad
de una regeneración moral, y la lucha por la contracultura (usando el
término en el mejor de los sentidos), y en contra de la cultura
establecida. Con esto se explica el énfasis que el anarquismo hace sobre
la ética, y su interés por ser coherente en medios y fines, su defensa de
los derechos humanos y de los derechos civiles, así como su interés
respecto de la opresión dentro de cada aspecto de la vida. Sin embargo,
su imagen contrainstitucional ha presentado más problemas. Conviene
recordar que en el anarquismo siempre ha existido una tendencia
comunalista, no sólo sindicalista o individualista. Y que además esta
tendencia comunalista ha mantenido una fuerte orientación
municipalista, y que puede ser extraída principalmente de los escritos
de Proudhon y Kropotkin.
De lo que se ha carecido, sin embargo, es de un cuidadoso
examen del meollo político de esta orientación; se trata de la distinción
entre un momento del discurso, una forma de toma de decisiones y un
desarrollo institucional que no tiene carácter social ni estatal.
3. Antes de finalizar este punto, vale la pena observar que la distinción entre lo social
y lo político mantiene una marca desde sus orígenes, remontándose a la época de
Aristóteles, y que se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la teoría social,
hasta épocas recientes con las teorías de Hannah Arendt. Lo que se echa de menos en
ambos pensadores es una teoría del Estado, y por tanto la ausencia de una distinción
tripartita dentro de sus escritos.
3
Seis tesis sobre municipalismo libertario
La política civil no es tan sólo política parlamentaria; de hecho,
si nos ceñimos al sentido histórico auténtico del término “política”
dentro de su lugar preciso en un vocabulario radical, tiene todo el aroma
de las asambleas de ciudadanos atenienses, y su heredero igualitario, la
Comuna de París.
Si conseguimos volver hacia estas instituciones históricas, y
enriquecerlas con nuestras tradiciones libertarias y nuestros análisis
críticos, devolviéndolas a la vida en este mundo, tan ideológicamente
confuso, estaremos trayendo el pasado al servicio del presente en una
forma creativa e innovadora.
Todas las tendencias radicales están cargadas de una cierta
medida de inercia intelectual, tanto los anarquistas como los socialistas.
La segundad que nos da la tradición es tan fuerte que puede acabar con
toda posible innovación, aun entre los antiautoritarios.
El anarquismo está caracterizado por su actitud ante el
parlamentarismo y el estatalismo. Esta actitud ha sido ampliamente
justificada por el curso de la historia; pero también nos puede llevar a
una paralización mental que, en teoría, no es menos dogmática que el
radicalismo electoral corrompido, en la práctica. Así si el municipalismo
libertario se construye como política orgánica, esto es, una política que
emerge de la base de la asociación superior humana, yendo hacia la
creación de un cuerpo político auténtico y de formas de participación
ciudadanas, posiblemente sea éste el último reducto de un socialismo
orientado hacia instituciones populares descentralizadas. Un elemento
importante dentro de la aproximación al municipalismo libertario es la
posibilidad de evocar tradiciones vivas para legitimar nuestras
peticiones, tradiciones que, aunque son fragmentarias e irregulares, aún
ofrecen potencialidad para una política de participación con una
respuesta de dimensiones globales al Estado. La Comuna está enterrada
todavía en los Consejos de la ciudad (plenos de ayuntamiento); las
secciones están escondida en los barrios; y la asamblea de ciudad está
en los ayuntamientos; encontramos formas confederales de asociación
municipal escondidas en los vínculos regionales de pueblos y ciudades.
Recuperar un pasado que puede vivir y funcionar con fines libertarios,
no es, ni mucho menos, estar cautivo de la tradición, sino que se trata de
hilar conjuntamente los objetivos humanos únicos de asociación que
permanecen como cualidades inherentes al espíritu humano –la
necesidad de la comunidad como tal– y que han surgido repetidas veces en
el pasado. Permanecen en el presente como esperanzas que acaban de
nacer, pero que la gente tiene consigo en todas épocas, saliendo a la
superficie en los momentos de acción y libertad.
Estas tesis nos anticipan la visión de la posibilidad de un
municipalismo libertario, y una nueva política definible como un doble
poder, que puede ser contrapuesto mediante las asambleas y las formas
confederales al Estado. Tal como están ahora las cosas en el mundo
orwelliano de la década de los 80, esta perspectiva de un poder doble es
sin duda una posibilidad de las más importantes, entre otras, que los
libertarios pueden desarrollar sin comprometer sus principios
antiautoritarios. Es más, estas tesis apuntan la posibilidad de una
política orgánica basada en formas participativas tan radicales de
asociación civil, no excluyentes de la posibilidad de que los anarquistas
cambien los cuadros de las ciudades y pueblos, y convaliden la
existencia de instituciones democráticas directas. Y si este tipo de
actividad lleva a los anarquistas a los plenos de los ayuntamientos, no
hay razón para que tal política tenga que ser parlamentaria, máxime
cuando mantiene un nivel civil y está conscientemente opuesta al
Estado . Es curioso que muchos anarquistas que celebran la existencia
de las empresas industriales “colectivizadas”, tanto en un sitio como en
otro, y todo ello con gran entusiasmo, a pesar de que se forma parte del
entramado económico burgués y que tiene una visión de la política
municipal que considera con repugnancia las “elecciones” de cualquier
tipo, sobre todo cuando la política está estructurada en torno de las
asambleas de barrio, de los delegados revocables, de las formas de
contabilidad radicalmente democráticas y de los vínculos locales
fuertemente enraizados.
4. Espero que no se invoque en contra de esta postura al fantasma de Paul Brousse.
Brousse utilizo el municipalismo libertario de la Comuna, tan ligado a los parisinos
de su época, en contra del tradicionalismo comunalista, esto es, para practicar una
forma pura de parlamentarismo burgués, no para llevar a París y a los municipios
franceses en oposición al Estado centralizado, tal y como la Comuna pretendía hacer.
No había nada orgánico en su postura sobre municipalismo, y nada revolucionario
en sus intenciones. Todo el mundo está usando la imagen de la Comuna para sus
propios propósitos: Marx para anclar su teoría de la “dictadura del proletariado” en
un precedente histórico; Lenin para legitimar su jacobinismo “político” total; y los
anarquistas, en forma más crítica, para difundir el comunalismo.
4
Seis tesis sobre municipalismo libertario
La ciudad no es congruente con el Estado. Ambos tienen
orígenes muy diferentes y han jugado papeles muy distintos en la
historia. El Estado penetra en todos los aspectos de la vida cotidiana,
desde la familia a la fábrica, desde el sindicato a la ciudad; lo cual no
significa que los individuos conscientes deban retirarse de cualquier
tipo de relaciones humanas organizadas, de la propia piel de uno para
esconderse en un estado de pureza y abstracción de forma que se
convalidaría la descripción de Adorno sobre el anarquismo como un
“fantasma”. Si hay algún fantasma que nos dé caza, son los que toman
forma de ritualismo y de rigidez tan sumamente inflexible que uno cae
en un rigor mortis bastante parecido al que cae el cuerpo congelado
cuando alcanza la muerte eterna. El poder de la autoridad para dar
órdenes a los individuos físicos habrá obtenido entonces una conquista
más completa que las órdenes imperativas ejercidas a través de la
simple coerción. Habrán puesto su mano sobre el mismo espíritu –y su
libertad para pensar libremente y resistir con ideas–, aun cuando la
capacidad para actuar esté bloqueada temporalmente por las
circunstancias.
Murray Bookchin
Septiembre, 9 de 1984
Extraído

La Federación Municipal
de Base de Spezzano Albanese
Una experiencia comunalista y autogestionada contra el poder
Creo que en estos años, una de las sensaciones más comunes
entre los anarquistas y todos aquellos con medios y fines de carácter
libertario, es la de la frustración por la falta de impacto social, de
“resultados” respecto de los esfuerzos y los intentos; es que justamente
me parece importante en la experiencia de Spezzano Albanese la
capacidad que han tenido los compañeros de servir como estímulo para
la dimensión local que ha sabido dirigirse con éxito hacia objetivos que
no son de carácter institucional o de simple reforma de lo ya existente.
Todo esto sin aplicar de memoria ni una fórmula ideológica más o menos
abstracta ni la del “municipalismo libertario”, sino experimentando un
rumbo propio, durante un largo período. Me parece importante, por lo
tanto, analizar más a fondo esta experiencia considerando también el
creciente interés por los temas autogestivos y comunalistas y la
incapacidad de la izquierda, aun frente a las derrotas, de reflexionar
seriamente sobre las cuestiones de poder, de la representación, de la
cuestión social. El reportaje es con Domenico Liguri, autor entre otros de
La revolución de la paradoja. La crisis italiana entre pasado, presente y futuro:
apuntes para una alternativa libertaria, autogestiva y federalista, BFS edizioni,
c.p. 247, Pisa.
¿Cómo nace la Federación Municipal de Base?
Nace de una presencia libertaria muy radicada en el territorio,
una presencia que nace ya en los inicios de los años ’70: nacimos como el
Grupo Anarquista en los primeros años ’70 cuando la intervención
predominante de los anarquistas de entonces era sobre todo la de
contrainformación sobre el desastre del Estado, el “suicidio” Pinelli, el
caso Valpreda.
En Spezzano, sin embargo, además de comprometernos como
anarquistas a dicha contrainformación, hemos tratado enseguida de
interesarnos también por las problemáticas territoriales y sociales del
pueblo, ya entonces había un movimiento activo de estudiantes que
luchaba por el derecho al estudio y por la gratuidad de los transportes en
la zona de Pollino, con centro en Castrovillari.
Comprometidos directamente en dicho movimiento desde el
momento en que la mayoría del grupo eran estudiantes hemos
comenzado a activar las primeras estructuras de base entre los mismos
(NAS - Núcleo Autónomo Estudiantil); en el Sur donde la desocupación
es una plaga endémica funcionamos como estímulo para el nacimiento
de los primeros comités de masa entre los desocupados organizados
(CDO - Comité de Desocupados Organizados) y los trabajadores de la
construcción (CEL - Comité de los Trabajadores de la Construcción)
obligados a trabajar en negro; y al mismo tiempo comenzamos a
interesarnos también en cuestiones territoriales en sentido amplio como
salud, medio ambiente, Plan Regulador debido a las carencias de
servicios, la deformación del medio ambiente, y de los cascos urbanos.
En la segunda mitad de los años ’70, cuando el movimiento
anarquista estaba comprometido a nivel nacional en la reconstrucción
de la Unión Sindical Italiana, los comités de estudiantes, desocupados y
trabajadores confluyeron en una única estructura dando origen así a la
USZ (Unión Sindical Zonal).
Continuando con el compromiso de intervención en lo social en
general la USZ se enfrenta rápidamente con la institución comunal
especialmente porque no tardó mucho en ocuparse de una tarea de
contrainformación pública con respecto a todas las decisiones que eran
tomadas por los administradores comunales y que se consideraba que
pudieran lesionar los intereses de la colectividad. Por ejemplo, los
anarquistas y la USZ en Spezzano no necesitaron esperar a un Di Pietro
para demostrar con hechos la corrupción y los escándalos en la
Administración Pública; se llevaban a la plaza las deliberaciones
municipales, se armaban Muestras, asambleas públicas, comicios, todas
iniciativas orientadas a denunciar los intereses privados, la corrupción y
los escándalos de los administradores en la gestión de la cosa pública.
Las iniciativas más significativas de la USZ y de los anarquistas
son: la lucha llevada a cabo con las viudas y los huérfanos por el derecho
a la asistencia que el municipio les negaba girando los fondos a otros
ítems del presupuesto, las denuncias hechas al intendente por cobrar
dos veces viáticos en un mismo día y horas en lugares diferentes en su
calidad de primer ciudadano y presidente de la USL, la denuncia acerca
de la venta a privados de terrenos destinados a Espacios Verdes
Públicos, la lucha del barrio San Lorenzo contra la construcción de un
inmenso edificio que obstruía la salida de dos calles del barrio, la
denuncia de la construcción, sobre terrenos en espacios destinados al
verde público de departamentos residenciales entre cuyos destinatarios
figuraba el intendente y un asesor municipal, la lucha por la asignación
de alojamientos populares, la lucha por la libertad de pensamiento y de
expresión y por la reconquista de espacios sociales.
Dichas iniciativas irritaron tanto a los funcionarios que éstos no
tardaron en intentar de todo para hacer callar a los anarquistas y a la
USZ; chantajes y amenazas a los simpatizantes de la USZ, o un
clientelismo desenfrenado para separar a aquellos que luchaban para
convertirlos en dependientes del poder administrativo; plazas y
manifestaciones prohibidas a los anarquistas, denuncias por ocupación
de espacios públicos y del salón municipal.
En fin, durante veinte años hemos combatido contra una
administración comunal PCI que en materia de corrupción, robo,
clientelismo, represión, no tenía nada que envidiar a las peores
conducciones democristianas.
En 1992 sucede en el lugar un verdadero terremoto político: esta
conducción se derrumba porque es condenada por haber empleado
ilegítimamente a un celador. Para la opinión pública semejante
derrumbe simbolizó lo acertado de todas las luchas anarquistas y
libertarias que hasta entonces se habían expresado.
La USZ como estructura operante no existía más, debido a una
dura represión que tuvo que padecer, en cambio los anarquistas seguían
existiendo como estructura organizada.
Mientras tanto, nacía en el pueblo, después de una concurrida
asamblea convocada por los anarquistas, una fuerte exigencia de
construir una alternativa a ese manejo escandaloso de aquellos que
habían gobernado en el pueblo por más de veinte años; hasta se nos
propuso presentarnos como candidatos dando origen a una lista
alternativa.
Desde siempre habíamos conducido nuestra batalla de
abstención, pero frente a tan particular situación, ni siquiera teníamos
ganas de proponer una abstención meramente ideológica dado el orden
práctico que se nos hacía: fue en esta circunstancia que, inmersos en una
ardua discusión, comenzamos a repensar la propuesta de la Federación
Municipal de Base. Así, mientras los partidos políticos se organizaban
con sus listas y sus candidatos para juntar votos, nosotros comenzamos
a explicar nuevamente el porqué de nuestro no estar en la carrera y
La Federación Municipal de Base de Spezzano Albanese
promovíamos la creación de una estructura integral comunalista de
base, que pudiera ser una alternativa a la conducción municipal para la
resolución de los problemas del territorio y además una alternativa al
sindicalismo del régimen para la defensa y conquista de los derechos de
la clase trabajadora, de los desocupados, de los estudiantes y de los
jubilados.
Proponíamos, en síntesis, una estructura autogestiva de
contrapoder para todas aquellas personas que se encontraran para
discutir y ofrecer soluciones alternativas a los problemas sociales a
través de una metodología de base y libertaria.
Durante la campaña electoral habíamos propuesto un comité
promotor para la Federación Municipal de Base y organizamos una
asamblea que recogió muchas adhesiones no sólo entre los anarquistas
o entre aquellos que simpatizaban con nuestros métodos y nuestras
lucha, sino también entre aquellos que habían decidido votar por una u
otra lista pero reconocían a la Federación Municipal de Base porque no
consideraban correcto conceder un voto de confianza a los funcionarios,
y veían en esta naciente organización un instrumento a través del cual
podían organizarse para controlarlos.
Ya durante la campaña electoral habíamos recogido muchas
adhesiones y luego, simbólicamente un día antes de que la
administración comunal asumiese, la Federación Municipal de Base
presentó el estatuto asociativo y se constituyó para representar el
contrapoder, la alternativa autogestiva y de base, una semilla de
autogobierno contra la gestión institucional y verticalista del territorio y
de lo social.
¿Cómo está estructurada y cuál es la actividad de la Federación
Municipal de Base?
La Federación Municipal de Base agrupa por estatuto a la
Unión de Categoría y a la Unión Cívica.
Los trabajadores en relación de dependencia asociados hasta
hoy pertenecen a escuelas. Entes locales, peones de campo en negro, y
jubilados y estudiantes.
De todos modos, las únicas Uniones de Categoría que hoy
funcionan son las de las escuelas y entes sociales, mientras que los otros
asociados, al no haber organizado todavía su unión específica, se
reúnen como estructura intercategorial.

Las Uniones de Categoría y la estructura intercategorial son
expresiones organizadas de sindicalismo de base y se ocupan
principalmente de los problemas de los asociados que organizan.
La Unión Cívica, en cambio, no sólo agrupa a los que
pertenecen a las uniones de categoría y a la estructura intercategorial
sino a los ciudadanos en sentido amplio y se ocupa sobre todo de las
problemáticas del territorio sobre las que las instituciones deciden
autoritariamente sin tener en cuenta la opinión de los ciudadanos como
por ejemplo impuestos municipales, Plan Regulador, servicios, etcétera.
Sobre estos y otros argumentos, la Unión Cívica discute y da
origen a propuestas que antes confronta públicamente en asambleas
para tal fin, y las dirige luego a las instituciones como explícita voluntad
de los ciudadanos. Las Uniones de Categoría, la estructura
intercategorial y la Unión Cívica son las que componen la Federación
Municipal de Base que, como estructura autogestiva, no posee
organismos directivos en su interior, las decisiones se toman
autónomamente en la Asamblea de los Asociados de sus específicas
uniones y estructuras, mientras la Asamblea General de los Asociados a
la Federación, que se desarrolla una vez al año, discute y coordina las
decisiones ya tomadas por las Uniones de Categoría y por la estructura
intercategorial, y elige un comité ejecutivo que tiene el simple deber de
llevar a cabo las decisiones de las asambleas.
Las decisiones se toman por mayoría, pero las minorías tienen
garantía según el estatuto: la mayoría decide pero la minoría tiene la
libertad de llevar o no a cabo las decisiones. La minoría puede también
expresar públicamente su disenso organizando iniciativas especificas
pero no puede obstaculizar la ejecución de las decisiones de la mayoría:
por lo tanto queda suprimida por estatuto la regla de la democracia
delegada que quiere a la minoría al servicio de la mayoría. Queda por
decir que la Federación Municipal de Base agrupa a sus asociados no en
función de una ideología política específica o de la raza, del sexo, de la
religión o sus perspectivas filosóficas sino a trabajadores, desocupados,
estudiantes, jubilados, ciudadanos en general. La única discriminación
es el método libertario de la democracia directa, de la autogestión, de la
autoorganización.
Efectivamente, queda establecido por estatuto que la
Federación Municipal de Base no puede ser una organización
partidista, por lo tanto no sólo no puede tomar partido o bajar
La Federación Municipal de Base de Spezzano Albanese
directamente al campo con listas propias en las campañas electorales,
sino quien cubra cargos públicos o dirigenciales en otras organizaciones
o se candidatea en las elecciones no puede simultáneamente cubrir
cargos en la Federación Municipal.
Hoy, para el mundo del trabajo, la alternativa que se impone es la
privatización y un liberalismo pronunciado de las derechas y las
izquierdas que no parecen ir más allá que la defensa del Estado
asistencial y en parte social, pero que ya hemos comprobado que es
opresivo, burocrático, clientelista. ¿Cuál es en cambio la propuesta de
ustedes?
Nosotros no nos unimos acríticamente al coro de los que
quieren defender los servicios sociales del Estado a toda costa aun
considerando que para muchos esto garantizó la ocupación, y no
defendemos el sistema liberal porque éste significa aprovechamiento,
explotación.
Propiciamos una alternativa de autogestión: pensamos que la
iniciativa debe partir desde abajo y estamos convencidos de que a la
organización del trabajo entendida en el sentido capitalista o en el
sentido estatal o aun en el sentido mixto Estado/privado, se pueda
contraponer una autoorganización en el sentido autogestivo y
cooperativista.
Naturalmente, cuando hablamos de cooperativas, que quede
claro que no aludimos al sistema cooperativo como se lo ha desarrollado
en la sociedad de dominio capitalista y de Estado, a ese sistema de
estructuras mastodónticas basado siempre en las reglas del beneficio y
la explotación; nos referimos en cambio al sentido originario del
cooperativismo, o sea a aquel basado en la solidaridad, el mutualismo,
la igualdad, la justicia, al cooperativismo federalista y no verticalista,
horizontal y no jerárquica. Por ejemplo en Spezzano, la Municipalidad
quería privatizar el servicio de barrido y limpieza y hubiera querido con
el tiempo despedir a los que actualmente trabajan para luego llamar a
licitación (ya se sabía quién iba a ganar...). La Federación Municipal se
opuso, impidió la rescisión del contracto de los prestadores, convocó a
éstos a una reunión y les propuso que armaran una cooperativa de
servicios a la cual se agregaron luego otro jóvenes desocupados: por
ahora hemos parado la licitación de la municipalidad mientras la
cooperativa “Arcobaleno” comenzó sus primeros trabajos pintando la
sede y estamos esperando resolver la controversia que tenemos con la
administración sobre la cuestión de los prestadores, muy
probablemente iremos al choque: sin embargo no queremos aflojar
considerando también la gran solidaridad que encontramos en la
opinión pública.
No sé si es clara la idea, pero la diferencia entre cómo se
expresan las organizaciones de masa clásicas y cómo intenta en cambio
expresarse la Federación es que mientras las primeras, esclavas de una
lógica meramente economista que delega a otros la gestión política de lo
social, sigue expresando sólo aspectos de lucha meramente sindical
reivindicatoria, la Federación, en cambio, como asociación municipal
integral que no delega a otros la gestión política de lo social, expresa ya
sea momentos de lucha sindical y reivindicatoria contra la sociedad de
dominio sea momentos experimentales de lucha siempre contra la
dominación, para una alternativa autogestiva y federalista de
autoorganización del trabajo y del territorio.
¿Algún otro ejemplo de intervención en el territorio?
La Unión Cívica se ocupó también del problema de los
impuestos municipales: las decisiones municipales acerca de los
impuestos, tan rechazadas por los anarquistas, por las estructuras de
base y también por los partidos hasta ayer de la oposición, han sido
reconfirmadas por los mismos partidos una vez que se convirtieron en
expresión administrativa.
Un ejemplo: la ley impone que en lo que se refiere al agua, el
municipio debe recaudar una determinada cantidad de dinero de los
ciudadanos usuarios.
La Administración PCI había resuelto el problema dividiendo
esa cantidad por la cantidad de usuarios, y así los ciudadanos
terminaron pagando no en base al consumo real sino una verdadera
“tangente” impuesta a todos del mismo modo.
Una vez que la nueva Junta Municipal reconfirmó sin
vergüenza dicha decisión, la Federación Municipal de Base no tardó en
promover iniciativas públicas en asambleas donde se discutió este
problema declarando no legítima la decisión de la Junta e imponiéndole
a ésta el retiro de la “tangente” común sobre el agua y el pago del
consumo real de cada usuario.
Estamos sosteniendo actualmente este mismo discurso con
La Federación Municipal de Base de Spezzano Albanese
respecto al impuesto sobre reciclado de basura sólida urbana con una
petición popular con la cual solicitamos el retiro de los actuales decretos
municipales para permitir que una asamblea pública pueda redefinir
con equidad dicho impuesto.
Además, sea con respecto al impuesto sobre el agua como al de
barrido y limpieza, las asambleas públicas promovidas por la
Federación establecieron que lo percibido por el municipio en concepto
de esos impuestos será utilizado según las decisiones de las asambleas
públicas convocadas con ese propósito, antes de redactar el Balance
Municipal.
Además del tema de los impuestos nos ocupamos de las
variaciones del Plan Regulador en defensa del equilibrio ambiental y de
la edilicia popular, y con respecto a estos temas aún hoy estamos
produciendo iniciativas, así como estamos produciendo propuestas
alternativas con respecto al desarrollo termal y la cuestión ocupacional
ligada a dicho desarrollo.
Spezzano Albanese, Cosenza, Calabria: ¿qué realidad y qué respuesta
ha obtenido de la población la propuesta de la Federación Municipal
de Base?
El pueblo no es tan grande, pero tampoco es tan pequeño con
respecto a otros del Cosentino y de la Calabria: la población activa se
compone de alrededor de 8.000 habitantes; es un pueblo básicamente
agrícola; se vive sobre todo del trabajo en negro, en los campos, en las
pequeñas estructuras hortofrutícolas de transformación y
comercialización de los productos, así como también del trabajo,
siempre en negro, que se desarrolla en el sector de la construcción,
también está desarrollado el sector terciario dado que Spezzano es un
centro alrededor del cual giran otros pueblos de etnia no albanesa sino
calabresa; no hay otra industria y hay mucha desocupación: hasta hace
algunos años existía para muchos la ilusión del empleo estatal, pero hoy,
dado los tiempos que corren, esas esperanzas son cada vez más vanas.
La Federación Municipal de Base organiza por ahora a casi un
centenar de asociados, pero en el momento en que promueve alguna
iniciativa pública como asambleas, comités, son muchos más: hemos
logrado muchos simpatizantes, y es por eso que la Administración
Municipal no puede desconocer ni nuestra presencia ni nuestras luchas.

¿No es posible que de esta manera se corra el riesgo de que sea
simplemente una gestión alternativa a la existente? ¿Cuánto se logra
avanzar más allá de lo que ya hay y cuánto no se logra?
No nos olvidemos que la Federación Municipal de Base es una
estructura autogestiva de contrapoder ya sea en el campo sindical como
en el municipal: una estructura alternativa sindicalista y comunalista.
Una estructura que vive y crece gracias a una metodología libertaria
especialmente inspirada en el gradualismo revolucionario: por lo tanto,
si respecto del contenido inmediato y reivindicativo puede perecer en
defensa de lo existente (pero por otra parte, ¿se puede ser referente de
masa si no se hacen propuestas de resolución de problemas que afectan
a la comunidad?), respecto del método que utiliza y de los objetivos a
largo plazo que se propone, va más allá de lo existente. En síntesis, si las
Instituciones pueden recuperar terreno concediendo las
reivindicaciones que la Federación propone, no pueden recuperar en
cambio el método autogestivo y libertario que utilizamos para ella
teniendo en cuenta los objetivos a largo plazo.
Efectivamente, dado que las contradicciones en la variedad del
dominio están siempre al acecho, si cediéramos a las propuestas
institucionales que hacen algunos de nuestros simpatizantes que aún no
han hecho propio el método libertario (por ejemplo, proponernos como
candidatos para manejar lo existente de manera institucional), entonces
sí, creeríamos que se puede manejar lo existente de manera alternativa,
porque aniquilaríamos la metodología autogestiva para convertirnos en
ejecutores de las leyes que el Estado impone a los municipios. En efecto,
no es casual que en nuestro estatuto diga que “la Federación Municipal
de Base sienta sus bases en los principios de autogestión, de la
democracia directa, de la autoorganización”, razón por la cual rechaza
cualquier principio de organización verticalista, de autoritarismo, de
burocratismo, y que su acción directa apunta hacia una sociedad
municipalista, federada horizontalmente, de mujeres y hombres libres e
iguales.
Sabemos cuáles son las imposibilidades de acción de parte de los
anarquistas por razones organizativas y cuantitativas: ¿no se corre el
riesgo que dirigiendo todas sus energías en proyectos como la
Federación Municipal de Base, se pierdan de vista las instancias
“finales” del anarquismo?
La Federación Municipal de Base de Spezzano Albanese
Sin duda, en Spezzano la Federación Municipal de Base no es el
anarquismo: es una estructura autogestiva de masa, como ya hemos
dicho: otra cosa es el grupo anarquista, cuyos militantes sí militan en la
Federación, dado que además de ser anarquistas, son también
trabajadores, desempleados, estudiantes, ciudadanos en sentido
amplio, y como tal están directamente interesados en las problemáticas
que enfrenta la Federación y, en lo que respecta en cambio a los
contenidos de intervenciones esencialmente anarquistas está siempre el
grupo, que con su especificidad política se ocupa de expresarlas
públicamente a través de iniciativas propias.
En fin, la participación de los anarquistas en la Federación no
sólo no ha desvirtuado la presencia del grupo especifico, sino por el
contrario, fue más estimulante no sólo para los anarquistas sino para
toda la colectividad. La gente sabe bien que yo soy anarquista y que
milito en el grupo, y distingue muy bien al grupo anarquista de la
Federación Municipal de Base, pero al mismo tiempo considera
necesaria la presencia política de los anarquistas en cuanto la vive como
estimulante para la actividad de la Federación.
El error que a menudo se comete entre los anarquistas es el de
concebir la estructura de masa como una copia de lo específico, de la
organización política.
En Spezzano no ha sido nunca así: la actividad anarquista
siempre mantuvo su especificidad respecto de la de los organismos de
masa y viceversa, y los dos roles se han demostrado siempre necesarios
para la adquisición de niveles de conciencia libertaria por parte de la
colectividad.
Y además, si las instancias “finales” del anarquismo son
aquellas que van hacia la construcción de una sociedad sin Estado,
autogestiva, comunalista y federalista, estructuras como la Federación
Municipal de Base, a pesar de las miles de contradicciones que el
dominio les impone, a través de los objetivos que se proponen a largo
plazo, ¿no tiene que ver, tal vez, aunque sea de manera indirecta, con la
praxis social del anarquismo?
Su proyecto se instala en un pueblo de dimensiones limitadas:
¿piensan que tal vez pueda ser exportable a pueblos o ciudades más
grandes?, ¿Cómo?

Pensamos que sí, aunque naturalmente la situación
seguramente será enfrentada en diferente modo: en un centro pequeño
es mucho más fácil tener un cuadro claro e integral de los problemas que
preocupan a la colectividad y basta que un pequeño grupo de personas
tome la iniciativa para lograr que toda la población lo siga; además,
también los vínculos son diferentes, porque nos conocemos todos.
En la ciudad, en cambio, la situación es otra, porque si es ya
difícil para un grupo promotor tener un cuadro claro e integral de toda
la problemática social, igualmente difícil, si no imposible resultará para
un pequeño grupo llegar a toda la colectividad; un grupo o aun mejor, si
se tiene la posibilidad, varios grupos promotores que comienzan a
organizarse para intervenir en realidades específicas de los barrios
permitiría con el tiempo ir abarcando a toda la colectividad ciudadana.
Finalmente, un pequeño pueblo, ¿no es como si fuera un barrio de un
gran centro? Por lo tanto, interviniendo en una determinada zona,
pienso que se podrían lograr los mismos resultados que obtenemos
nosotros en nuestra comunidad de 8.000 personas.
Las ciudades tienen una estructura social más completa que un pueblo
como Spezzano: ¿no sería posible a pesar de publicitar en los barrios y
en las ciudades este tipo de formas organizativas, nos encontráramos
tal vez con asambleas de base que decidan con método libertario pero
Deslibertariamente? Sucede en barrios de grandes ciudades que hay,
por ejemplo, comités, en general dirigidos pero podrían ser también
de base, de ciudadanos que rechazan los en campamentos de
nómades, etcétera.
¿Crees tal vez que en Spezzano no hubo casos como ésos? Hay
prejuicios en todos lados, en los pueblos y en las ciudades: por ejemplo,
Spezzano es un pueblo de etnia albanesa (sus orígenes se remontan a la
segunda mitad del 1400 cuando llegaron a Italia meridional, y sobre
todo a Calabria, prófugos albaneses que huían de la invasión turca a
Albania) que entre tantas tradiciones originarias conserva, aunque sólo
en forma oral, el idioma arberesh... y sin embargo, hace dos años,
cuando otros prófugos albaneses llegaban al pueblo, pasada la
solidaridad, no sólo humana sino étnica de los primeros días,
comenzaron a aparecer las primeras contradicciones y se empezó a
decir que los recién llegados “robaban” el trabajo a los desocupados... y
hubo quienes intentaron especular políticamente.
La Federación Municipal de Base de Spezzano Albanese
Los reflejos de dichos rumores eran propuestos a la Federación
Municipal de Base, pero era tan fuerte la presencia libertaria en el seno
de la Federación, además de la posición pública del grupo anarquista,
que esto no halló terreno fértil: actualmente algunos centenares de
nuevos prófugos se han integrado al pueblo, trabajan y algunos se han
casado con gente del lugar.
Por lo tanto, allí donde la metodología libertaria vivifica las
estructuras de base y una presencia específica de los anarquistas
refuerza aún más dicha sensibilidad, seguramente nunca faltará la
aparición de contradicciones, pero existe también la certeza de estar
bien equipados para inmunizarlas.
Las mujeres, que en el Sur están más ligadas a comportamientos de
una mentalidad tradicional, ¿cómo reaccionaron ante la presencia y la
intervención de la Federación Municipal de Base?
Aun rotuladas, como vos decís, de tener este tipo de
comportamientos, debo decirte que en la presencia alternativa y de base
en Spezzano las mujeres jamás han estado ausentes. En los años 70 ya
sea en el movimiento estudiantil o en el Comité de desocupados
organizados, las mujeres estaban bastante presentes, y lo han estado
aún más en la Unión Sindical Zonal a través del comité de viudas y
huérfanos.
Hoy, en lo que se refiere a la Federación Municipal de Base, las
socias son minoría respecto de los hombres; en las iniciativas públicas
participan tal vez de manera menos activa que los hombres, sin
embargo últimamente se está despertando un interés especial en las
problemáticas del medio ambiente, y se están acercando a la Federación
Municipal con interesantes propuestas de intervención en ese ámbito.
¿Encontraron resistencia a su proyecto por considerarlo de alguna
manera peligroso?
No, y sobre todo por la memoria histórica de la colectividad que
vio en la constitución de la Federación Municipal de Base un modo para
acosar al poder desde abajo: en los años 70 la administración municipal
del PCI nos presentaba como terroristas, porque nos permitíamos,
nosotros “cuatro gatos” (así nos llamaban), atacar al gran partido de los
trabajadores. Pero por el hecho que no hemos respondido a dichas
acusaciones sólo de manera ideológica, sino práctica, haciendo que
todos vieran con sus propios ojos las “porquerías” administrativas, los
chantajes, las amenazas, las provocaciones, la represión del gran PCI, la
gente se fue lentamente convenciendo de lo contrario, tanto es así que
hoy, no nosotros sino los ex administradores, pasaron a la historia como
terroristas.
La Federación Municipal de Base de Spezzano Albanese
Traducida de Germinal, Nº 65, otoño 1994, por R.M.T.
Una experiencia autogestionaria en Italia
Entrevista a Domenico Liguri
En la región de Sila, en Calabria, se halla Spezzano Albanese,
una ciudad cuyos 6.000 habitantes pertenecen a la comunidad albanesa,
aún hablan el antiguo albanés y practican la religión ortodoxa. Dos
compañeros del periódico Bandera Negra entrevistaron a Domenico
Liguri, uno de los más antiguos protagonistas de esta experiencia.
¿Cómo se organizó la Federación Municipal de Base (FMB)?
La FMB es la consecuencia de 20 años de trabajo del grupo
anarquista del lugar. Nos organizamos hacia fines del 72, principios del
73 pero la FMB nació en 1992. Nuestra actividad se centró en los
problemas locales y territoriales sin perder de vista las propuestas a
nivel nacional e internacional. Por ejemplo la muerte de Franco o la
reconstrucción de la CNT española fueron temas debatidos en toda
Italia y, en varias oportunidades, en Spezzano. En la región de Cosenza,
donde había diferentes grupos, se hablaba de crear una federación
calabresa. En esa época en Italia había importantes movimientos
sociales. Era a principios de los 70, luego de la “strage di Piazza
Fontana” (la masacre de Plaza Fontana). Aquí, en Spezzano, había un
importante movimiento de estudiantes y de desocupados. Existía
también un movimiento de trabajadores porque dos fábricas textiles
estaban a punto de cerrar. Comprendimos que nuestro grupo no podía
limitarse sólo a una intervención ideológica y decidimos integrarnos a
la lucha del momento. En el grupo había estudiantes, desocupados,
algunos trabajadores de la construcción y jornaleros. Quizá las únicas
no representadas eran las mujeres. Eterno problema entre nosotros: a
pesar de que en los grupos surgidos de estas luchas había una presencia
femenina en expansión, ellas no estaban representadas en nuestro
grupo. Los primeros comités de desocupados y de trabajadores se
organizaron en torno de estas luchas, dando lugar a las primeras
estructuras de masa que posteriormente adquirieron carácter nacional.
En ellas no había sólo anarquistas pues eran absolutamente autónomas
del trabajo específico de nuestro grupo. Estas estructuras mostraban el
dualismo de la organización: por un lado los grupos específicos y por
otro las organizaciones de masa. La actividad continuó hasta 1977, año
en que los anarquistas del lugar llegamos a ser el enlace para toda la
región de Castovillari. Los movimientos marxistas como Lotta
Continua, importantes en otros tiempos, habían desaparecido. Por
entonces se empezó a hablar de reconstruir la USI (Unión Sindical
Italiana, equivalente a la CNT española). Hubo dos “Congresos”: uno
en Roma y otro en Génova, y de ellos surgieron dos tendencias. Nuestra
actividad giraba en torno del anarcosindicalismo porque la lucha
emprendida mostró la necesidad de una estructura sindical, incluso
antes de que se planteara el debate a nivel nacional. Al participar en ese
debate advertimos que nuestra interpretación de la realidad no
coincidía con la de los compañeros del resto de Italia, por lo cual
adoptamos posiciones más acordes con la experiencia vivida en
Spezzano. En el debate nacional había, ante todo, un discurso
ideológico con polémicas casi personales y vimos que la USI no surgía
del mundo del trabajo sino de la voluntad de algunos anarquistas que,
simplemente, habían cambiado el nombre de la organización.
Mientras tanto, en Spezzano, el anarcosindicalismo surgía de
los comités de lucha que abarcaban un amplio territorio y estaban
compuestos no sólo de anarquistas sino también de compañeros de
grupos extraparlamentarios como los de Democracia Proletaria o los de
las agrupaciones marxistas integradas por trabajadores y desocupados.
Mientras nuestro grupo crecía dentro de una auténtica estructura de
masas a nivel nacional, el anarquismo tenía muy poca presencia en las
luchas del momento (trabajadores de hospitales, de aeropuertos, etc. ...)
y la USI surgía de movimientos específicos incapaces de reunir a los
disidentes de los sindicatos oficiales. Debido a esta situación, en el
Congreso de Génova aparecieron dos posiciones diferentes: por un lado
los compañeros que querían reflotar la USI; por el otro, los que
trabajaban en las estructuras de base. No nos identificamos con ninguna
de estas propuestas y de regreso a Spezzano decidimos unificar las
diferentes estructuras del territorio en una Unión Sindical de Zona
(USZ). La USZ, creada en 1978, no adhería ni al CAD (Comité de Acción
Directa) surgido en Bolonia luego del Congreso de Génova, ni a la USI
creada durante el Congreso de Parma en 1979. Con la USZ trabajamos
más de 5 años en actividades relacionadas con el mundo del trabajo y la
desocupación y es ahí que empezamos a interesarnos por la temática
Una experiencia autogestionaria en Italia
territorial. Es decir que con la USZ las estructuras de masa
diversificadas (que venían realizando un trabajo específico) se unen por
el interés común en el tema territorial. Así se pasa de una visión sindical
clásica a una actividad compleja que además de los temas laborales
abarca a muchos otros relacionados con el territorio comunal.
Denunciamos públicamente ciertas decisiones administrativas, por su
carácter clientelista y chantajista y por considerarlas discriminatorias y
represivas contra los integrantes de la USZ. Encabezamos luchas a favor
de la salud y de la educación pública, o contra la gestión fraudulenta de
la comuna, lo cual nos situó en una situación de confrontación con la
administración comunal que trataba de impedir nuestras reuniones.
Mientras tanto crecía la simpatía hacia el grupo. En la organización
había 200 personas de las cuales 30 eran muy activas.
¿En esa época, qué grupos de izquierda trabajaban en los mismos
temas?
En 1977 nuestro grupo era el único en todo el territorio.
¿De qué partido era el intendente?
El intendente era del PC, pero peor que un demócrata cristiano.
Nuestro trabajo consistía también en mostrar a la gente que la
pertenencia política no implica grandes cambios porque, finalmente, el
poder corrompe. Esta realidad nos permitió difundir la ideología
libertaria de la USZ y hemos tenido grandes enfrentamientos con los
militantes del PC.
Cuando en 1992 la magistratura acusó al intendente y a algunos
consejeros, la gente vio que era cierto todo lo que habíamos
denunciando desde 1970 y empezó a interesarse por nuestra actividad.
Antes de 1983, en pleno conflicto con la administración comunal, el
intendente nos había desafiado a que lo denunciáramos a la
magistratura, justamente porque sabía que la denuncia estaba fuera de
nuestra lógica y de nuestra práctica. En 1983, algunos trabajadores de la
USZ, tras un largo debate, decidieron hacer la denuncia por cuenta
propia. Un año más tarde, luego de la investigación, hubo una escisión
en el PC. En 1984, para conservar su puesto, el intendente compró a un
consejero del MSI (Movimiento Social Italiano, partido fascista). En
1985, durante el período electoral, fue imperioso crear una alternativa.

Aunque desde hace años nuestra postura era la abstención, hubo fuertes
presiones para presentar una lista a nivel nacional, y en nuestra
localidad había quienes tenían esperanzas de cambiar las cosas a través
de las elecciones. Efectivamente se presentó una lista cívica en la que no
quisimos participar. De todos modos esta lista tenía aspiraciones
libertarias y retomaba muchos de los métodos utilizados por nuestro
grupo en años anteriores. Pero, con el tiempo, terminaron cambiando
las prácticas y los objetivos y defendiendo los mismos intereses que las
listas de los partidos. Mientras se armaba la lista cívica, explicamos el
porqué de nuestra abstención a nivel local y nacional y lanzamos como
contrapropuesta libertaria una Federación Municipal de Base (FMB)
concebida como una alternativa al poder del intendente. Mientras los
demás hacían campaña electoral nosotros organizamos un Comité de la
Federación Municipal de Base, intentando dar cabida a quienes se
identificaran con la autogestión.
La FMB nació como una propuesta anarquista e
inmediatamente se extendió a una gran parte de la población. En plena
campaña electoral sesionó una asamblea para crear la FMB.
La administración municipal estaba formada por integrantes
del partido socialista, de la democracia cristiana, por opositores del PC y
por integrantes de la lista cívica (incluido el propio Intendente).
¿Cómo es la relación FMB-administración comunal?
La FMB es una alternativa. Desde sus orígenes se diferenció del
poder de la intendencia y las relaciones con ésta fueron conflictivas. En
cuanto a su organización, es una estructura compleja, basada en las
experiencias pasadas; es una organización de masas que propone
reivindicaciones en el ámbito laboral, educativo y político. Como
alternativa propondrá un proyecto que permita vislumbrar lo que será
la sociedad libertaria del futuro, un proyecto que muestre la
organización compleja de la sociedad tal como la imaginan los
libertarios. En la FMB hay estructuras sindicales que intentan reunir, en
la Unión Cívica, a las diferentes categorías sociales.
¿Qué es la Unión Cívica?
Los trabajadores no son sólo individuos que luchan por sus
derechos sino también ciudadanos inmersos en una temática territorial.
Una experiencia autogestionaria en Italia
En la Unión Cívica todos son admitidos. Esta estructura organiza
servicios, escuela y salud dentro del territorio, se opone a imposiciones
por parte de la administración municipal y propone una forma
diferente de administrar y de decidir. Cuando empezamos a hablar de la
FMB temíamos no ser comprendidos por el movimiento libertario, ser
tildados de interclasistas, de querer integrar el Comité de Ciudadanos
de UIL (Unión Italiana del Trabajo, sindicato de derecha) propuesto por
Benvento. Es necesario aclarar que nuestro concepto del municipalismo
es diferente al de Bookchin. El comunalismo es muy variado. En Italia ha
habido diversas propuestas comunalistas. Berneri es uno de los más
grandes difusores del tema y creo que tendría muchísimo que decir
sobre Bookchin. Lo mismo Malatesta, en los últimos tiempos, cuando
comenzó a hablar de gradualismo. Seguramente no estaría de acuerdo
¿Qué propone Bookchin?
Propone que los anarquistas hagan como los partidos políticos,
que se presenten a elecciones, que administren el poder de las
municipalidades. “Por ser anarquistas podremos impulsar una
democracia de base, una democracia directa”, dice Bookchin. Creemos
que al entrar en el juego electoral, los anarquistas pierden su
especificidad y sus valores. Los anarquistas rechazamos delegar el
poder y jamás podremos crear un partido. Aceptar el poder y decir que
los otros actuaron mal y que nosotros lo haremos mejor implica, quieras
o no, que una parte de la sociedad domine a los no anarquistas a través
de la democracia directa. Rechazamos esta lógica y afirmamos que toda
organización debe partir de la base.
¿Cómo define al comunalismo?
Es el interés en el territorio. La comuna abarca el mundo del
trabajo, la vida civil, etcétera. Interviniendo a nivel municipal, se llega
no sólo el mundo del trabajo sino a toda la vida comunitaria. Cada vez
que la administración de Spezzano decide algo, la Unión Cívica de la
Federación Municipal de Base (FMB) formula contrapropuestas, no
para presentarlas a la administración sino para someterlas a discusión
en todo el país y que así la gente tome conciencia. Le guste o no, la
municipalidad deberá tenerlas en cuenta. Por ejemplo, hemos impuesto
que el balance de la municipalidad y los planos de utilización de suelos
sean discutidos en asamblea general. Combatir ciertas decisiones de la
administración municipal sirve para demostrar que, desde posiciones
alternativas al poder, se pueden formular propuestas diferentes y se
puede administrar la propia vida.
En Umanità Nova (periódico de la Federación Anarquista Italiana)
leímos que hubo una asamblea a la que asistieron cuatro intendentes.
¿Cómo llegaron a esto y qué aportó a la FMB?
Hicimos un estudio de cuatro comunas pues creemos que
nuestra experiencia debe extenderse más allá de Spezzano. La FMB es
conocida porque Spezzano es capital de cantón y nuestra actividad e
intervención públicas llegan a oídos de todos. Pensamos que hay que
hacer un salto cualitativo promoviendo el surgimiento de estructuras
organizativas en regiones limítrofes donde ya existe cierta simpatía por
la FMB. En lugares como Terranova, Tarsia, etc., hicimos una
investigación sobre la administración: fuimos a cuatro comunas,
pedimos el balance, lo estudiamos y analizamos las decisiones tomadas.
Hay que aclarar que esta tarea se nos facilita enormemente porque
tenemos 20 años de existencia y, por miedo a ser denunciada
públicamente, ninguna comuna se atreve a negar lo que pedimos.
Luego de este estudio elaboramos un documento con denuncias y
contrapropuestas a nivel departamental. Estas propuestas (sobre
servicios, salud, instrucción, urbanismo) eran no sólo para Spezzano
sino también para Terranova, Tarsia y San Lorenzo. Como conclusión de
este trabajo se realizó la asamblea a la que invitamos a los intendentes
para que vieran el funcionamiento y oyeran las críticas de los
participantes. La asamblea fue positiva porque creó las condiciones
para que este tipo de intervención se amplíe a todo el distrito. Es el tipo
de intervención que desarrollaremos después de las vacaciones de
verano.
Este tipo de intervención se está debatiendo a nivel nacional.
Las “Ferias de la autogestión” son un espejo de lo que ocurre en Italia en
torno de la problemática comunalista, municipalista o de autogobierno
(los términos que se usan en Italia son: municipalismo libertario, ligado
a Bookchin, y comunalismo, que es el que nosotros preferimos).
¿En Italia hay otras experiencias de este tipo u otras personas que
Una experiencia autogestionaria en Italia
trabajan dentro de la misma perspectiva?
Cuando pensamos esta Unión Cívica temíamos que muchos
compañeros nos malinterpretaran. Por ello difundimos poco la FMB.
Como redactores de Umanità Nova, sólo hicimos un resumen de las
iniciativas planteadas por la FMB, sin explicar en qué consistían las FMB
mismas. Inmediatamente recibimos una cantidad de cartas pidiendo
más explicaciones. Es decir que hubo una reacción contraria a la
esperada y entonces dimos más difusión a nuestra actividad.
Descubrimos que había otra gente trabajando en la problemática
municipalista. Conocimos una red de pequeñas entidades con una
coordinadora en Bolonia. De ahí surgió un primer congreso. Mientras se
propagaba esta temática, la Liga del Norte difundía el federalismo a su
manera. En Italia había, por un lado, un federalismo retrógrado, racista
y conservador, encabezado por la Liga y, por otro el federalismo
libertario y sus raíces histórico-ideológicas, que empezaba a ser
revalorizado. Entre los compañeros de Milán, de Turín y de otras
ciudades surgió la idea de una “Feria de la autogestión” como
alternativa a una lógica de dominación y para confrontar todas las
actividades dentro del municipalismo, del comunalismo o simplemente
de la autogestión. En Alessandria, se realizó la “Primera Feria de la
Autogestión” con la presencia de muchas regiones. Esta feria se realiza
todos los años y es cada vez más importante en cantidad y calidad.
También hubo publicaciones (el libro de Sandro Vaccaro y el mío).
Quiero aclarar que el municipalismo no ha sido inventado por
Bookchin. El municipalismo pertenece al patrimonio históricoideológico
de los anarquistas. Bookchin ha tomado este concepto
agregándole cosas de él, cosas que no todos comparten y nosotros
tampoco. No estamos de acuerdo con este tipo de propuesta que lleva a
los anarquistas a perder su identidad al proponerse como candidatos
para ejercer el poder.
Este tipo de propuesta puede aparecer en los auténticos
movimientos de base pero los anarquistas deberán tener la capacidad
de defender un proyecto alternativo sino serán lo mismo que los otros
partidos. Los compañeros que coinciden con la idea de Bookchin y se
presentan a elecciones municipales son pocos y con poca influencia en el
movimiento anarquista.
En tu libro hablás de las actitudes y del lenguaje que los anarquistas
tomaron al movimiento marxista y a esto lo considerás algo molesto y
negativo. ¿Por qué?
Pienso que, históricamente, los anarquistas tuvieron un
complejo de inferioridad frente al marxismo (incluso en la revolución
española, creo que muchos errores se debieron a este complejo). Si
tomamos el ejemplo del concepto de clase y de lucha de clases, estamos
muy ligados a la concepción marxista del proletariado. En el
movimiento anarquista, la clase no es solamente el proletariado sino
todos los explotados, los dominados, los sometidos al poder.
Deberíamos, pues, hablar de explotados, de dominados (entre los que
también hay proletarios) pero no hablar solamente de proletarios.
Cuando empezamos a hablar sólo de proletarios, nuestra lógica se
marxistizó. Incluso nuestro sindicalismo, el anarcosindicalismo, que es
complejo y no sólo reivindicativo, padeció la misma lógica. En el seno de
la CNT española había una fuerte concepción del proletariado, aun
cuando practicaron el comunalismo y la autogestión. Es como si los
anarquistas se empeñaran en utilizar la lógica marxista, sabiendo que
con esa lógica son perdedores. Si los marxistas tienen como aspiración el
ejercicio del poder, los anarquistas deben tener en cuenta a todos los
explotados y a los dominados, y crear estructuras sociales que anticipen
lo que deberá ser la sociedad libertaria del futuro. Por otra parte, en la
revolución española, no lo hemos logrado. Es más, creo que deberíamos
discutir en forma crítica la revolución española, para rescatar sus
aspectos positivos y también sus limitaciones.
¿La FMB sólo se limita a este trabajo de llevar contrapropuestas a la
administración municipal o también busca crear alternativas?
Hemos creado una cooperativa “Arcobaleno” (arcoiris) que
agrupa a pintores de edificios. También tratamos de reagrupar a los
trabajadores agrícolas y a los de servicios. Nuestra intención es crear
trabajo autogestionado, ya que el objetivo de la autogestión es
reagrupar a los compañeros, no sólo en torno de las discusiones
políticas sobre el municipalismo sino también en experiencias prácticas
como las cooperativas. Más allá de una intervención como opositores
queremos crear estructuras de producción que sean alternativas, que
permitan vislumbrar cómo será la sociedad del futuro.
Poniéndonos en abogado del diablo... ¿No temen que sus cooperativas
se conviertan en lo que son las cooperativas del norte de Italia? Esas
Una experiencia autogestionaria en Italia
cooperativas, al confrontarse con la economía capitalista, terminan en
la autoexplotación o en una lógica de mercado que les hace perder la
posibilidad de ser una alternativa.
El fin de las cooperativas en Italia es lo que vos contás, pero el
origen (ustedes que vienen de Besançon, con Proudhon, deberán
saberlo) es una idea libertaria de autogestión. Hay que retrotraerlas a su
origen. Se podría temer lo mismo con el federalismo: Estados Unidos es
federalista, Suiza es federalista, Bossi es federalista. Ellos tomaron
muchas de nuestras palabras, como federalismo, autogestión, etc. ...;
pero ¿esto va a impedirnos que utilicemos esas palabras? En cuanto a las
cooperativas, es cierto que hay peligros, especialmente cuando no hay
una fuerte presencia libertaria. Tuvimos muchas dificultades cuando
creamos la cooperativa pues falta una mentalidad y una concepción
para producir y trabajar de manera alternativa, como oposición al
modelo capitalista. Aún hoy tenemos este problema y estas
contradicciones. Seguramente podremos equivocarnos pero si estamos
profundamente convencidos, si el movimiento anarquista comienza a
interesarse de modo práctico en estas cosas participando desde el
interior, habrá menos peligro de desviaciones autoritarias.
Evidentemente cuando no estamos presentes y dejamos a otros la
iniciativa, es cuando surgen cooperativas como la Emilia y la Romaña.
La cooperativa es una estructura económica y debe tener en cuenta al
mercado. Por eso te hablé de autoexplotación. Para poder sobrevivir, o
creás un mercado alternativo, un modo de vivir alternativo capaz de
bloquear la carrera consumista, o terminás desnaturalizando la
cooperativa.
Es cierto que si las cooperativas nacen aisladamente sin
insertarse en un debate global que abarque las diferentes realidades, el
peligro que mencionás es más real. Eso lo tenemos claro. Por eso las
Ferias de Autogestión, y por eso tratamos de relacionar todas las
realidades, problemas y contradicciones para encontrarles una
solución.
Seguramente siempre habrá problemas. Vos hablabas de
autoexplotación. Es probable que en una cooperativa se gane menos y se
trabaje más. Pero esto puede cambiar en la medida que haya más
compañeros comprometidos con una red de realidades diferentes; lo
importante es hacer algo sin patrón, decidir en grupo. Podemos
diferenciarnos de la propuesta capitalista, justamente porque estamos
modelando una sociedad alternativa. En el movimiento anarquista hay
una división. Algunos compañeros están a favor de la lucha
reivindicativa, política y conflictiva con el poder. Rechazan las
cooperativas, las organizaciones autogestionarias por no considerarlas
viables dentro del sistema capitalista.
Otros compañeros piensan que sólo hay que trabajar en función
de la creación de cooperativas y de movimientos autogestionarios. Yo
creo que los dos se equivocan. Habría que conciliar las dos posturas y no
tomarlas en sentido antagónico. En un sistema de dominación, debemos
estar en conflicto con el poder y al mismo tiempo proponer estructuras
alternativas ya que estas dos actitudes son parte de la misma lucha
contra la dominación. Sin embargo, muchos de nosotros vivimos o al
100% la lucha de clases o una vida retirada en islas de felicidad. En
ambos casos hay peligro de reintegración.
Luego de una larga ausencia, estamos impresionados por la
uniformidad sufrida por la cultura del sur y por el aumento del
consumismo. Hace 12 años aquí había muchas culturas diferentes y se
distinguía fácilmente la pobreza de la riqueza. Hoy parece que el tejido
social se desagregó. La gente vive frente a la televisión con programas
que son idénticos a los de Francia. En una región donde el ingreso es
aún el más bajo de Italia, hay una impresionante apariencia de riqueza.
Querríamos saber cómo evalúan ustedes este proceso y qué posición
tienen frente a esta nueva realidad.
Vivimos la misma situación que en el resto del mundo,
ampliada quizá por el hecho de que la gente se identifica con el modelo
televisivo porque le da la sensación de salir de su subdesarrollo. No creo
que esto sea positivo porque esconde las contradicciones que vivimos.
Por ejemplo, en Spezzano, muchas palabras en albanés son
reemplazadas por palabras en italiano. Padecemos la tiranía de una
cultura italianizante. Los anarquistas deberían ser sensibles a este
cambio, no para tomarlo como el eje de sus luchas sino para insertarlo en
una amplia reflexión cultural y para mostrar que existe un modo de vida
diferente al de la sociedad de consumo capitalista. Una intervención
comunalista podría tener esto en cuenta, no para retroceder sino para
proyectarse en el futuro con un discurso federalista respecto de las
culturas minoritarias. Nuestra lucha debe ser global y la cultura es parte
Una experiencia autogestionaria en Italia
de esa globalidad.
¿Qué piensa de la propuesta de Bossi de secesión de Italia?
Puedo decir que en el sur no existe este tipo de debate. En
Sicilia, en las últimas elecciones regionales fracasó el intento de
presentar una lista a favor de la independencia. Aquí no existe un fuerte
movimiento por la independencia y el secesionismo no está bien visto.
Por contra hay una fuerte exigencia de descentralización
administrativa. En la FMB, hay personas que ven al federalismo como
un medio de descentralización. Por ejemplo, a menudo nos preguntan
por qué nuestros impuestos deben pasar por Roma y por qué no
podemos decidir nosotros mismos sobre su empleo. A menudo nosotros
mismos decimos que es la comunidad la que debe decidir y no veinte
personas, y que no es lógico pagar impuestos a Roma que luego nos los
devuelve bajo la forma de financiamiento. Este discurso atrae el interés
de la gente. No hay un sentimiento de independizarse, la Liga del Norte
es rechazada, no se la toma como un proyecto al que se pueda adherir,
pero hay, sin embargo, una postura contra el Estado. El Estado es vivido
de una manera contradictoria, odiado y amado al mismo tiempo
(amado en particular por todas las facilidades que otorga).
¿Cuáles son actualmente las relaciones con la USI?
Adherimos a ella porque pensábamos que dentro de la USI,
más que en cualquier otro sindicato, podíamos tener un discurso de
organización social, un proyecto real de sociedad. Hoy, con la escisión
de la USI, decidimos quedar afuera. Creemos que en este momento está
faltando algo indispensable: un gran debate sobre el
anarcosindicalismo, sobre sus fines y sus medios. Por el momento ese
debate no existe. Sin él no podemos vislumbrar una salida.
Esta entrevista, realizada por compañeros del periódico
Bandera Negra, fue publicada en Le Monde Libertaire Nº 1070, del 6 al 12






Índice

Prólogo 7

El “Proyecto A” 11

El anarquismo ya está muy de onda 63

Seis tesis sobre municipalismo libertario 75

La Federación Municipal de Base de Spezzano Albanese 94

Una experiencia autogestionaria en Italia 107





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